Emilio Hernández / Correo del Orinoco
No es cierto que el ecologismo es exclusivo de la izquierda. Conocí hace un tiempo a un biólogo, autodenominado ecologista, que sin duda también era fascista. Su argumento base es que la humanidad es un estadio de la evolución de la naturaleza, por lo tanto, deben aplicarse las leyes naturales de la pirámide ecológica.
Así, le parecía respetuoso de la naturaleza que las civilizaciones y razas «superiores» depreden a otros grupos humanos, los sometan, incluso los absorban o eliminen. Si somos respetuosos con la naturaleza, debemos ser respetuosos con sus leyes, decía. ¡Qué joyita!
Tampoco es exclusivo de la izquierda el activismo contra el «cambio climático», devenido en activismo contra el uso de combustibles fósiles.
Este activismo es una bandera de la inefable izquierda woke europea, pero también es consigna del capitalismo «verde», ese que quiere renovar la rueda trituradora del capitalismo con un gran cambio industrial a nivel global.
El capitalismo conservador es como el de EEUU, un país que tiene reservas petroleras, enormes reservas de petróleo y gas de esquisto y tiene un aparato militar, financiero y mediático con el que pretende someter regiones y países que tienen petróleo, en todo el mundo.
El capitalismo «verde», de Europa y otros países que «casualmente» carecen de reservas de petróleo y gas, desea una migración a energías alternativas, con una agenda de cambio industrial global para perpetuar el dominio tecnológico y económico.
Nosotros, como país con grandes reservas de hidrocarburos, debemos tener nuestra propia agenda. No debemos supeditarnos a ninguna forma de capitalismo, ni conservador ni «verde».
Desde luego, tampoco debemos ser subsidiarios de la izquierda woke, que más parece quinta columna de la derecha. En Jaén, España, van a talar más de 100.000 olivos centenarios para cubrir el paisaje de paneles solares. Nosotros, a la inversa, deberíamos sembrar millones de árboles.
Nuestro norte debe ser utilizar nuestros combustibles fósiles y el torio, no pisar con mentalidad colonizada el peine de las energías alternativas. Además, esas energías distan mucho de ser «limpias» como dicen sus propulsores.
Nuestro desarrollo, aparte de basarse en el uso soberano de nuestros recursos, debe orientarse a la siembra de árboles como compensación, a la investigación sobre el uso limpio de los hidrocarburos, a la generación eléctrica para el desarrollo y no para la sobreproducción innecesaria ni mucho menos para la guerra.
No debemos oír los cantos de sirena del capitalismo “verde” ni de la izquierda woke europea, sino actuar con independencia, de cara a nuestro desarrollo social y económico. Apuntemos a nuestro socialismo soberano y ¡venceremos!
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