Elías Jaua
El Gobernador de un Estado Federal de la
República Bolivariana de Venezuela, el opositor Henrique Capriles
Radonski, rodeado de funcionarios de la policía estadal a su mando, no
uniformados, participa de manifestaciones violentas donde se
obstaculizan autopistas principales, se destruye infraestructura pública
y privada y se confrontan a los cuerpos de seguridad ciudadana del
Estado Nacional. Lo propio hacen otros alcaldes y diputados de la
oposición.
El diputado Freddy Guevara, Secretario
General de la organización terrorista Voluntad Popular, dirige
personalmente las acciones violentas contra los cuerpos de orden
público. Pistoleros vinculados a dirigentes nacionales de la MUD, hieren
a decenas de funcionarios policiales, asesinan a un funcionario militar
en el estado Miranda y a una ciudadana, ajena a las manifestaciones, en
el estado Táchira.
Grupos de criminales, contratados por
dirigentes opositores, enfrentan de manera focalizada, con armas en la
mano, al Estado; queman instalaciones públicas; saquean; destruyen la
propiedad privada de pequeños comerciantes y atacan cobardemente a un
Hospital Materno Infantil.
Este resumen de los hechos más graves,
planificados y perpetrados por la contrarrevolución venezolana durante
los últimos 15 días, demuestra que su dirigencia ha tomado la decisión
de desbordar los límites de lo político y escalar hacia una situación de
violencia que pone en riesgo la paz de la República.
Las razones que los han llevado a tomar
tan irresponsable decisión, las ha explicado el Presidente Nicolás
Maduro Moros: La orden de los fundamentalistas que hoy ocupan la
estructura de poder del Imperio Norteamericano de generar el caos para
justificar la intervención extranjera en nuestra Patria; en segundo
lugar impedir el proceso de recuperación económica y social que
iniciamos este primer trimestre del 2017, tras cuatros años de guerra
económica; y en tercer lugar la incapacidad política y la falta de
cohesión interna que los llevaron al fracaso de su gestión en la
Asamblea Nacional, lo cual ha hecho que sus bases pierdan la confianza
en ellos como dirigentes. Esos tres elementos los llevan a las acciones
desesperadas de foquismo terroristas, con el fin de provocar una guerra
civil en el país. Es una apuesta al todo o nada. La Historia no los
perdonará.
Frente a este criminal y aventurero
camino escogido por toda la MUD, los mejores antídotos políticos son la
voluntad de paz de la inmensa mayoría de los venezolanos y venezolanas;
la movilización popular revolucionaria; la unión cívico militar; el
ejercicio de la autoridad democrática del Estado para neutralizar estas
accione, desmantelar la estructura generadora de violencia y condenar
penalmente a los responsables materiales e intelectuales.
Igualmente, debemos perseverar en la
agenda de trabajo y mantener nervios de acero para no sobredimensionar
las acciones terroristas y tomar decisiones erradas que nos lleven a
morder el peine de una guerra fratricida entre compatriotas.
La MUD está jugando con fuego, no podrán
incendiar a Venezuela, pero se pueden quemar ellos mismos las manos.
Nosotros insistiremos en el diálogo y en un desenlace político electoral
trascendente que logre la superación del conflicto en esta coyuntura,
de manera pacífica. Dios mediante, pueblo mediante, así será.
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