Rafael Ramírez
Embajador de Venezuela en la ONU
Expresidente de PDVSA
Abril 2017
Embajador de Venezuela en la ONU
Expresidente de PDVSA
Abril 2017
Como probablemente saben desde el 05 de
enero de 2015, me ha correspondido desempeñarme como Embajador
Representante Permanente de nuestro país ante las Naciones Unidas en la
oportunidad que le correspondió asumir a Venezuela, luego de 25 años, la
posición de miembro no permanente del Consejo de Seguridad.
Ha sido una designación del Presidente de la República que he asumido con la humildad y compromiso de los revolucionarios, convencido que la experiencia y aprendizaje por más de doce años al lado del Comandante Chávez y vinculación estrecha a las actividades inherentes a las altas responsabilidades al servicio del Estado Venezolano y de Revolución Bolivariana, me darían los elementos fundamentales para representar los intereses del país, como lo hemos hecho, siempre apegados a los principios de política exterior Bolivariana y profundamente leales al legado del Comandante Chávez.
Ha sido una designación del Presidente de la República que he asumido con la humildad y compromiso de los revolucionarios, convencido que la experiencia y aprendizaje por más de doce años al lado del Comandante Chávez y vinculación estrecha a las actividades inherentes a las altas responsabilidades al servicio del Estado Venezolano y de Revolución Bolivariana, me darían los elementos fundamentales para representar los intereses del país, como lo hemos hecho, siempre apegados a los principios de política exterior Bolivariana y profundamente leales al legado del Comandante Chávez.
Debo resaltar que este intenso trabajo
en el Consejo de Seguridad, el órgano más importante de las Naciones
Unidas y la proyección positiva de nuestro país en estos escenarios tan
complejos del multilateralismo no hubiese sido posible sin el apoyo,
compromiso y profesionalismo del grupo de compañeros de la Misión
Permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas.
Al lado del Presidente Chávez, Maestro
de la política y de la conducción de los asuntos de Estado, tuve el
honor de asistir, en un tiempo privilegiado y una posición de
vanguardia, a la prefiguración y construcción de un sueño y un proyecto
de país, propio, soberano, inclusivo, revolucionario y con profundas
raíces en nuestro ideal Bolivariano, en el pensamiento y acción de
nuestro Libertador Simón Bolívar.
Me corresponde ser leal a su obra, a sus
ideas, a su amistad y confianza para siempre, pues comparto y sé de
primera mano, de su mano, el extraordinario país y destino de grandeza
que prefiguró para nuestro Pueblo.
En las Naciones Unidas, tenemos una
activa participación en todas las discusiones, debates y acuerdos que se
plantea el sistema multilateral para alcanzar sus objetivos,
establecidos estos en la Carta de la Organización y en sus distintas
declaraciones y resoluciones.
En este espejo del mundo veo reflejados
los problemas y estragos de un orden internacional profundamente
injusto, con marcadas desigualdades, producto del colonialismo, la
guerra, el sistema capitalista depredador de recursos, de vidas y del
planeta.
Es en esta realidad que resaltan con
mayor fuerza los logros y profundos avances de nuestra Revolución
Bolivariana, es donde cobra razón estratégica la afirmación del
Comandante Chávez de que tenemos Patria, en su concepto, exacto y
amplio.
En las Naciones Unidas se debaten muchos
temas en los cuales nosotros como país tenemos un extraordinario avance
y una experiencia que mostrar al mundo:
Cuando se habla contra el colonialismo y
la ocupación militar de países y territorios, nosotros mostramos cómo
obtuvimos nuestra independencia, dimos independencia a otros países y
cómo somos plenamente soberanos en el manejo de nuestros asuntos.
Cuando se habla de la agenda para el
desarrollo 2030, nosotros recordamos que fuimos uno de los primeros
países en alcanzar las metas del milenio. Cómo avanzamos en un proceso
inclusivo, en el que mostramos nuestra experiencia del Poder Popular,
Consejos Comunales, el empoderamiento de la mujer, entre otros.
Cuando hablamos del financiamiento para
el desarrollo, explicamos al mundo cómo la recuperación de nuestro
petróleo y la riqueza de nuestros recursos naturales, nos permitió
establecer los programas sociales de la revolución.
Cuando se debate sobre la igualdad de
género y se denuncia la práctica de violencia, abuso sexual y
restricciones de todo tipo a la mujer, nosotros explicamos que la
igualdad de género está consagrada en nuestra Constitución, que existe
un Ministerio para la Mujer, leyes de protección a la mujer, a la mujer
embarazada, a las madres, a los niños.
Cuando se debate sobre el derecho a la
educación, nosotros explicamos nuestras misiones educativas, la Misión
Robinson, la Ribas, la Sucre, que somos uno de los países con mayor
escolarización del mundo, que nuestra educación pública y gratuita.
Cuando hablamos de los programas de
viviendas sociales, nosotros explicamos la Gran Misión Vivienda
Venezuela, cómo construimos cientos de miles de viviendas de calidad
para el pueblo, con un esquema de gestión y participación popular
inédito, que es el secreto del éxito de este programa.
Cuando se discute sobre el orden
financiero internacional y la actuación depredadora de las
transnacionales en los países en desarrollo, nosotros hablamos de
Nuestra Plena Soberanía Petrolera, de cómo recuperamos nuestro ingreso
petrolero para sostener estos programas de desarrollo, a través de la
recuperación de nuestro régimen fiscal, es decir, impuestos y regalías.
Cuando se debate sobre la necesidad de
visibilizar a los pueblos indígenas, nosotros explicamos que los
derechos de nuestros pueblos originarios están consagrados en nuestra
Constitución, que existe un Ministerio de Pueblos Indígenas, que se
respeta su lengua, su cultura, sus tierras.
Estos son algunos de los temas en
debate. Los países del Sur, en desarrollo, nos escuchan con interés, con
atención, todos recuerdan a Chávez. Tenemos una gran presencia en los
organismos multilaterales, estamos en el Consejo de Seguridad,
presidimos el Movimiento de Países No Alineados, presidimos el Comité de
Descolonización, estamos en el Consejo Económico y Social (ECOSOC), en
el Comité de Palestina, en el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra,
tenemos presencia activa y nos hacemos oír en todos los escenarios,
explicando nuestros avances y observando al mundo, sus problemas, los
retos y los amenazas del sistema internacional multilateral por
excelencia: las Naciones Unidas.
Esto no quiere decir que no tengamos
problemas. Los tenemos. El Comandante Chávez decía que para resolver un
problema hay que comenzar por reconocerlos para después abordarlos en su
justa dimensión y superarlos para el bien del pueblo. La situación es
compleja, existen factores externos de mucho peso, se han cometido
errores. Pero de lo que estoy convencido y siempre lucharé por ello es
que estamos en capacidad de resolverlos. Ello solo es posible en el
campo Bolivariano, con el Pueblo, con el legado de Chávez.
No desviarnos ni un tantico del legado
del Comandante Chávez. Cuidarnos de nuestros enemigos históricos, de las
transnacionales que quieren nuestras riquezas, nos acechan. Intentan
aprovecharse de nuestros problemas, proponen un pacto con el diablo. Las
transnacionales no nos salvarán, por el contrario, nos empujarán al
país al abismo. Quieren nuestro petróleo, ¡hay que defenderlo!
El otro espejo del mundo es el Consejo
de Seguridad. Allí los reflejos son terribles, injustos, sangrientos.
Tuvimos la oportunidad de levantar nuestra voz contra la guerra, la
injerencia extranjera, las intervenciones y ocupaciones militares.
Contra el poder, la violencia y agresividad de tres de sus miembros
permanentes: Estados Unidos, Reino Unido y Francia, quienes buscan
imponer sus agendas políticas y sus intereses.
Lo terrible de todo esto, es que existe
un guión preestablecido: la identificación de un objetivo, sea por su
petróleo, sus reservas económicas, por razones geopolíticas o
ideológicas. A partir de allí, de manera perfectamente articulada, los
grandes medios de comunicación, las grandes cadenas, inician una campaña
mediática, difamatoria y devastadora contra esos países y sus líderes.
Los vinculan a negocios de todo tipo, los acusan de corruptos,
totalitarios, de violar las leyes, los derechos humanos, hasta que
finalmente, alguno de estos “P3”, así llamados, introduce el tema como
agenda del Consejo de Seguridad.
Desde ese momento todo el sistema de
injerencia se activa, los medios arrecian su campaña, escrita y
noticiosa; comienza un manejo y manipulación del tema a nivel global
para preparar el terreno de la agresión; comienzan a generarse informes,
con fuentes dudosas o “secretas” de información; declaraciones de
voceros políticamente motivados, incluso de las Naciones Unidas;
informes de las “ONG” y finalmente, resoluciones del Consejo de
Seguridad en las que invocan la aplicación del Capítulo VII, es decir,
de la fuerza.
El país “objetivo” queda tutoreado por
el Consejo de Seguridad, no se levantarán las sanciones hasta que los
“P3” quieran, no se levantará la vigilancia hasta que ellos lo decidan o
se inicie una intervención militar. Existe un doble discurso, mientras
son muy activos contra sus “objetivos”, guardan silencio criminal en
situaciones como la ocupación de Palestina por Israel, la ocupación del
Sahara Occidental por parte de Marruecos o la guerra y crisis
humanitaria en Yemen. A veces, alguno de estos países, decide actuar
fuera del Consejo de Seguridad y perpetran invasiones e intervenciones
sin que nadie pueda hacer nada al respecto. Son los poderosos.
Ejemplos de este accionar hay muchos,
solo basta recordar Iraq, con más de un millón de muertos y un país
descuajado y destrozado; Libia, un país fracturado, sin instituciones,
en manos de extremistas; Siria, más de 300 mil muertes por la guerra y
violencia desatada por grupos extremistas financiados y aupados como
“oposición moderada” por los mismos “P3” que, desde el Consejo de
Seguridad, abogan por el respeto a los derechos humanos, mientras piden
abiertamente el derrocamiento del gobierno sirio.
Todos estos países son azotados además
por el fenómeno del terrorismo, por el horror de estos grupos brutales
que tienen todo tipo de armas pesadas y vehículos, gran capacidad
militar por cuyo origen nadie responde cuando preguntamos una y otra vez
en el Consejo de Seguridad.
Pero no solo son estos casos, existen
muchos más, sobre todo en África. Cerca del 70% de los Comités de
Sanciones, son dirigidos por las antiguas potencias colonizadoras contra
los hermanos africanos. No saldrán de allí, hasta que estos miembros
permanentes quieran, es decir, para siempre. Es un mecanismo de
dominación.
Estos países quedan destrozados, sin
posibilidades de desarrollo, de paz o estabilidad. A los perpetradores
de la agresión o intervención no les interesa, solo hacen muros y
restricciones de paso en el Mediterráneo, América o Europa, para que no
lleguen a sus territorios los millones de refugiados y migrantes, que
huyen de los países azotados por la violencia, de los cuales miles
mueren en el largo camino de la desesperanza.
Al momento de escribir estas líneas, los
Estados Unidos, de manera ilegal y unilateral, bombardean una base
aérea en Siria; al mismo tiempo los medios de comunicación insisten en
su campaña contra el país, mostrando imágenes de la violencia opositora
en las calles de Caracas y a los más connotados líderes de la misma
clamando por la intervención extranjera en el país.
No quiero que nuestro país jamás esté
reflejado en este espejo. Ningún venezolano sensato querría este destino
para su Pueblo, para su Patria. Por eso advierto de los peligros de la
injerencia extranjera. Es irresponsable promover que se vulnere nuestra
soberanía y nuestra integridad territorial, solo para imponer una agenda
personal, económica o grupal de poder.
Confiamos en nuestras Fuerzas Armadas
Bolivarianas, profundamente patriotas, Chavistas y capacitadas para
defender nuestra soberanía. Confiamos en nuestras instituciones del
Estado y en nuestro Pueblo consciente y revolucionario, para que jamás
la planta insolente del extranjero pueda vulnerar a nuestra Patria y
someter a nuestro Pueblo. Daremos la batalla, en cualquier escenario,
para que nuestro país nunca se vea reflejado en el espejo de la guerra y
la intervención extranjera. ¡Venceremos!
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