Natalia Salvo Casaus
TribunaFeminista No hay nada
más parecido a una persona machista de derechas que una persona machista
de izquierdas. El machismo es machismo, anide en la ideología que lo
haga. Es importante que dejemos los eufemismos y reconozcamos
abiertamente que dentro de la izquierda hay fuertes reacciones
machistas. Resulta fundamental asumir esta realidad para atajarla.
Cierto es que la izquierda, tanto la política como la sindical o la
social, han tenido una sensibilidad especial a las demandas del
movimiento feminista, pero no es menos cierto que la realidad es que
dentro de estas organizaciones lo que hubo, y hay, son movimientos
feministas internos de mujeres, y también algunos hombres, que van
abriendo camino a la igualdad y al feminismo, no sin reticencias. Fruto
de esas presiones que nacen en los senos internos de las organizaciones
de izquierdas hemos alcanzado marcos legislativos y normativos y, al
menos, condenas públicas del machismo y de la violencia que genera.
No obstante, tampoco podemos rehuir la realidad de que existe
connivencia de una parte del movimiento feminista con el machismo de
izquierdas en tanto en cuanto no se condena con la misma vehemencia con
la que condenamos a los y las machistas de derechas. Si entendemos el
feminismo con el movimiento llamado a derribar el sistema de opresión
más perenne de los habidos, el patriarcado, éste no puede ser cómplice
ni por acción ni por omisión.
Si entendemos el feminismo con el movimiento llamado a derribar el
sistema de opresión más perenne de los habidos, el patriarcado, éste no
puede ser cómplice ni por acción ni por omisión.
Mujeres y hombres, con independencia de nuestra ideología, hemos nacido y
nos hemos desarrollado en sociedades patriarcales que nos imponen
visiones machistas de todos los ámbitos de la vida, y por todo ello es
fundamental fomentar procesos de deconstrucción personal y de trabajo de
las nuevas masculinidades y feminidades, sin obviar otras realidades,
fundamentalmente la LGTBIQ.
Por todo ello, debemos asumir que si queremos prevenir y erradicar el
machismo y la violencia que genera tenemos comenzar haciendo pedagogía
dentro de la propia izquierda, donde todavía no hay siquiera una postura
unánime en torno a la abolición de la prostitución, que es una de las
más dolorosas formas de violencia contra las mujeres.
Si no superamos el discurso que Ana de Miguel denominó “el mito de la
libre elección” y comenzamos a comprender que la prostitución no es un
problema laboral sino un problema de Derechos Humanos, de extorsión y
redes tratantes, y de feminización de la pobreza, no podremos avanzar
hacia una verdadera sociedad libre de violencia contra las mujeres. Si
la izquierda no supera de una vez por todas las posturas equidistantes
en torno a la compra-venta de mujeres, de sus cuerpos y sus vidas, no
construiremos JAMÁS sociedades libres de violencia contra las mujeres.
Hay trabajo por hacer dentro de las organizaciones de izquierdas, pero
el movimiento feminista también debe asumir que no puede ser cómplice
del machismo dentro de la izquierda. Que debe condenarlo como cuando se
da dentro de la derecha, inclusive más.
Lo escribieron Gioconda Belli, Patricia Vergara o Dulce Chacón con
las palabras más hermosas que pudieron. Incluso las que las
precedieron… María Cambrils, Alexandra Kollontai o Emma Goldman… Sin
feminismo no hay izquierda.
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