MARIADELA LINARES.
No basta rezar. Hacen falta muchas cosas para conseguir la paz. Lo cantó Alí, y hoy Domingo de Resurrección es más que oportuno recordar que solo con golpes de pecho y oraciones no hay milagros posibles. Dios necesita de un buen empujón y un gran propósito de enmienda para hacer el milagro de que nos entendamos.
No basta rezar. Hacen falta muchas cosas para conseguir la paz. Lo cantó Alí, y hoy Domingo de Resurrección es más que oportuno recordar que solo con golpes de pecho y oraciones no hay milagros posibles. Dios necesita de un buen empujón y un gran propósito de enmienda para hacer el milagro de que nos entendamos.
La verdad es que del maremoto que sacude los cimientos de esta
democracia, solo hemos visto la superficie. Suficiente saber que, a
pesar de los juramentos y las declaraciones que aseguran apoyar procesos
de diálogo, no avalar salidas violentas ni inconstitucionales, se
esconden detrás conspiraciones golpistas que mantienen presos a unos
cuantos generales y bajo investigación a una decena de oficiales. ¿Cómo
se le llama a eso? No nos atrevemos a asegurar quiénes de los dirigentes
opositores forman parte de la conjura. Pero, si damos crédito a
conversaciones filtradas de las redes antisociales, pues algunos de los
que se santiguan a cada rato tienen la conciencia bien oscura.
El
domingo pasado dijimos, y lo sostenemos, que en aras de contribuir al
fortalecimiento de esta paz parapeteada que vivimos, nos abstendríamos
de utilizar calificativos ofensivos. En realidad, no nos hacen falta.
Los hechos avalan por sí mismos la “calidad” de lo que afirmamos. Aquí
se pide amnistía general, como si estuviésemos hablando de presos
políticos encarcelados por emitir sus opiniones. Se olvida que ellos
están acusados de propiciar las cuarenta y tantas muertes que la rabia
opositora y la respuesta policial han ocasionado. No creemos que en este
país haya presos por tirar piedras. Los hay por homicidio, por intentos
de eso, por agresiones y por perturbaciones a la paz ciudadana.
¿Cuántos de los detenidos son en realidad estudiantes? ¿Y cuántos de los
muertos lo eran? Es bueno saberlo, porque se ha pretendido darle un
carácter de protesta pacífica y juvenil a una tramoya cuyo fin es salir
del gobierno de Nicolás Maduro. Y su muerte y la de muchos chavistas,
miles, centenares de miles. Eso no es muy cristiano que se diga.
Los
dirigentes universitarios no quieren reunirse con el Presidente de la
República. Bien; es su derecho. Pero al menos tengan el coraje y la
honestidad de pararse frente a esas cámaras de la prensa internacional y
decir cuál es realmente su objetivo. Si no lo hacen, la historia no los
absolverá.
Mlinar2004@yahoo.es
Mariadela Linares
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