LUIS BRITTO GARCÍA.
Sabemos bien que quien se baña en Viernes Santo se convierte en pescado. Viceversamente los peces que saltan a la playa en Domingo de Ramos se vuelven temporadistas. Empieza así la mutua devoración entre quienes se vuelven pescados por estar en pecado y quienes comen pescado por no caer en pecado. Eso explica el milagro de la multiplicación de los peces pero no el de la multiplicación de los precios.
Sabemos bien que quien se baña en Viernes Santo se convierte en pescado. Viceversamente los peces que saltan a la playa en Domingo de Ramos se vuelven temporadistas. Empieza así la mutua devoración entre quienes se vuelven pescados por estar en pecado y quienes comen pescado por no caer en pecado. Eso explica el milagro de la multiplicación de los peces pero no el de la multiplicación de los precios.
Diálogo. Matones, asesinos, sicarios, homicidas, secuestradores,
descuartizadores, incendiarios de universidades, quemadores de
preescolares, vándalos, narcos, paracos, colectores de vacuna,
saqueadores, cobradores de peaje, usureros, acaparadores, especuladores,
fugadores de capitales, delincuentes bancarios, calumniadores,
difamadores, fraudulentos, fariseos, repitientes, guarimberos,
golpistas, fascistas, terroristas acuden al diálogo exigiendo que se les
permita continuar sus actividades impunemente, amenazando con que si no
se les permite seguirán practicándolas. Demandan que la minoría
criminal mande sobre la mayoría inocente. Además solicitan el derecho a
eliminar a todos los que no se dediquen a lo mismo. No han sido, no son
ni serán transables estas exigencias.
Impares. Empezaron a desaparecer las parejas de las medias. Entonces comenzaron a perderse las piezas duplicadas de los zarcillos. No había forma de localizar un juego completo de yuntas. Después desapareció una de las sandalias de baño. Luego aconteció lo de los sacos a los cuales no se les encontraba el pantalón o lo de los pantalones que nunca se volvieron a juntar con el saco. Los enamorados andan ahora solos, sin saber qué les ha pasado, si todo es obra del destino o simplemente del desorden.
Danza de las ideas. Van las ideas y vienen haciendo lo que les da la gana. En vano intentaremos tentarlas con cebos o sobornos. Se aparecen cuando se les ocurre, sin que se las pueda retener el tiempo necesario para consignarlas en la lápida del papel o la pantalla. Por qué a veces las ideas danzan juntas, hacen dúos, bailan tríos o tríadas. Por qué. Por momentos hay de ellas parrandas. Después desertan dejando sólo la certeza de su ausencia. A veces irrumpe la idea extraña que se aparece sola sin ninguna otra que la justifique. Las ideas somos nosotros pero sobre ellas no tenemos el menor dominio. Adónde vamos nosotros cuando el olvido nos hiere. A lo mejor siguen siempre su danza, escondidas. Puede que sigan siendo nosotros, sin permiso, después del Después.
Dalí cansado de ser él mismo. Imaginemos a Dalí, niño histérico cuyos misterios no nos interesan, forjando a partir de su timidez la figura de un exhibicionista, mejor dibujante que pintor, mejor escritor que dibujante, mejor provocador que cualquier cosa, para extraer de la nada de vacías caracolas académicas un mito y dólares que lo abrigaran del frío de las traiciones.
Aquí está, ya viejo, reducido a temblorosas hebras el bigote, firmando o no firmando papeles de cesiones de derechos y de fraguados testamentos, despojándose o dejándose despojar, hasta que confiesa estar cansado de ser Dalí.
Quién lo salvará de ser Salvador. No, ya no quiere el tumulto premeditadamente forjado con tantos escándalos mientras su rostro se funde como un reloj blando y su última provocación aflige al mundo. A lo mejor empezamos a cansarnos de ser quien somos, seamos o no tan postizos como Avida Dollars. La vida nos hemos pasado forjando un infundio que llamamos Yo, sólo la ardiente necrofilia podrá despojarnos de ese residuo, quizá la plaga sea contagiosa y seres que constan de nada se paseen por áridas playas sutiles agobiadas de máscaras derretidas.
Impares. Empezaron a desaparecer las parejas de las medias. Entonces comenzaron a perderse las piezas duplicadas de los zarcillos. No había forma de localizar un juego completo de yuntas. Después desapareció una de las sandalias de baño. Luego aconteció lo de los sacos a los cuales no se les encontraba el pantalón o lo de los pantalones que nunca se volvieron a juntar con el saco. Los enamorados andan ahora solos, sin saber qué les ha pasado, si todo es obra del destino o simplemente del desorden.
Danza de las ideas. Van las ideas y vienen haciendo lo que les da la gana. En vano intentaremos tentarlas con cebos o sobornos. Se aparecen cuando se les ocurre, sin que se las pueda retener el tiempo necesario para consignarlas en la lápida del papel o la pantalla. Por qué a veces las ideas danzan juntas, hacen dúos, bailan tríos o tríadas. Por qué. Por momentos hay de ellas parrandas. Después desertan dejando sólo la certeza de su ausencia. A veces irrumpe la idea extraña que se aparece sola sin ninguna otra que la justifique. Las ideas somos nosotros pero sobre ellas no tenemos el menor dominio. Adónde vamos nosotros cuando el olvido nos hiere. A lo mejor siguen siempre su danza, escondidas. Puede que sigan siendo nosotros, sin permiso, después del Después.
Dalí cansado de ser él mismo. Imaginemos a Dalí, niño histérico cuyos misterios no nos interesan, forjando a partir de su timidez la figura de un exhibicionista, mejor dibujante que pintor, mejor escritor que dibujante, mejor provocador que cualquier cosa, para extraer de la nada de vacías caracolas académicas un mito y dólares que lo abrigaran del frío de las traiciones.
Aquí está, ya viejo, reducido a temblorosas hebras el bigote, firmando o no firmando papeles de cesiones de derechos y de fraguados testamentos, despojándose o dejándose despojar, hasta que confiesa estar cansado de ser Dalí.
Quién lo salvará de ser Salvador. No, ya no quiere el tumulto premeditadamente forjado con tantos escándalos mientras su rostro se funde como un reloj blando y su última provocación aflige al mundo. A lo mejor empezamos a cansarnos de ser quien somos, seamos o no tan postizos como Avida Dollars. La vida nos hemos pasado forjando un infundio que llamamos Yo, sólo la ardiente necrofilia podrá despojarnos de ese residuo, quizá la plaga sea contagiosa y seres que constan de nada se paseen por áridas playas sutiles agobiadas de máscaras derretidas.
Luis Britto García
luisbritto@cantv.net
luisbrittogarcia.blogspot.com
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