miércoles, 23 de abril de 2014

Severas consecuencias para las niñas con el matrimonio infantil.


Anayeli García Martínez y Angélica Jocelyn Soto Espinosa

Cimacnoticias Las uniones de menores de edad acarrean diversos efectos negativos para ellas, como por ejemplo graves daños a su salud debido a los embarazos prematuros.
Muerte materna, infantil y neonatal, hipertensión, anemia, parto prematuro y secuelas severas en su salud, son algunas de las consecuencias de los embarazos en niñas menores de 15 años, muchas de las cuales se vieron obligadas o fueron forzadas a unirse en matrimonio.
Juan Martín Pérez, director de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim), explica que la combinación matrimonio-embarazo tiene como resultado altas probabilidades de mortalidad materna, toda vez que la salud de las niñas corre más riesgos durante el embarazo y el parto.

De acuerdo con datos de la Redim basados en estadísticas del Inegi, para 2012 un total de 10 mil 924 niñas de entre 10 y 14 años de edad registraron un hijo; de ellas, 201 tenían sólo 10 años aunque no se precisa si estaban casadas o vivían con sus parejas.
La Redim afirma que los matrimonios están vinculados de manera estrecha con los embarazos prematuros, una situación que impacta el proyecto de vida de las niñas, afecta su crecimiento y además las obliga a convertirse en madres con todas las responsabilidades que ello implica.

EMBARAZO TEMPRANO

En 2013 la Dirección General de Servicios de Documentación, Información y Análisis de la Cámara de Diputados hizo un estudio sobre el embarazo en adolescentes, y encontró que la salud de las niñas y jóvenes corre mayores riesgos porque en general no llevan un control prenatal y pueden tener complicaciones médicas.

Al respecto, el director de la Redim acota que otra consecuencia es la muerte infantil o neonatal, ya que las niñas físicamente no están preparadas para desarrollar un feto e indicó que a los efectos en la salud se suma el estigma social al ser rechazadas por su círculo familiar.

Según el reporte del órgano legislativo, estas niñas corren el riesgo de padecer hipertensión, anemia, parto prematuro y lo más preocupante es que las mujeres menores de 15 años de edad tienen 60 por ciento mayor probabilidad de morir que una mujer de 20 años o más. Además existen más posibilidades de que se les practiquen partos por cesárea o de que sus bebés tengan bajo peso.

Es por ello que especialistas en derechos de la infancia afirman que las uniones a edades tempranas acarrean un cúmulo de consecuencias negativas para las niñas y adolescentes, entre las que se encuentran también la deserción escolar, la precaria inserción laboral y la reproducción de la pobreza.

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, el 51.9 por ciento de las adolescentes de 12 a 19 años de edad alguna vez presentó un embarazo, y 10.7 por ciento estaban en gestación al momento de la entrevista.

Nashieli Ramírez, coordinadora de Ririki Intervención Social, abunda que las uniones matrimoniales son más comunes en las comunidades indígenas o rurales, sin embargo observa que la maternidad temprana es un fenómeno que también se da en contextos urbanos y no necesariamente implica un matrimonio.

CÍRCULO DE MISERIA

El informe “El panorama de la educación 2013”, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), reveló que México ocupó el primer lugar en deserción escolar entre niñas y niños de 15 y 18 años, un tema relevante porque para este mecanismo la educación determina cómo se vivirá en la edad adulta y un nivel de ingresos más alto.

Los expertos señalan que las niñas que se casan o viven en pareja tienen menos probabilidades de continuar sus estudios, porque deben cumplir con roles domésticos o ser madres. Al respecto, datos de la Redim basados en fuentes oficiales indican que 9 de cada 10 niñas que son madres dejan de asistir a la escuela.

En Chiapas, por ejemplo, una entidad donde 32.2 por ciento de su población vive en pobreza extrema y 26 por ciento es indígena, según el Inegi, y donde además es común la práctica de matrimonios de niñas, la deserción escolar es mayor y ellas tienen un nivel promedio de escolaridad que no rebasa el primer año de secundaria, indica Jennifer Haza Gutiérrez, directora de la Fundación chiapaneca Melel Xojobal.

El informe “Pobreza y derechos sociales de niñas, niños y adolescentes 2008-2010”, del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), indica que junto con Chiapas, el Estado de México, Guerrero, Michoacán y Veracruz son las entidades con mayor pobreza para la niñez.

La doctora en Antropología por la UNAM Jahel López Guerrero, explica que el matrimonio infantil disminuye las posibilidades de que la niñez tome decisiones sobre su futuro, y además no le permite desarrollar otros aspectos de su vida, toda vez que se les “preparó” únicamente para unirse de manera temprana.

En este tenor, la académica observa que esta situación –cuando es originada por estructuras económicas y culturales de algunas comunidades– arrastra una herencia de pobreza que las nuevas generaciones no pueden romper, porque no permite a la infancia buscar otra alternativa de desarrollo.

Reflexiona que el problema más grave es que en particular las niñas son vistas como objeto de intercambio, no como personas con derechos, aspiraciones y posibilidades de un proyecto de vida que no esté ligado solamente con la vida matrimonial o la maternidad.

Ante este panorama, en la próxima y última entrega de esta serie de reportajes con motivo del 30 de abril Día del Niño, defensores de los derechos de la infancia explicarán cuáles son algunas de las estrategias que debe implementar el Estado mexicano para evitar las uniones en niñas, y con ello evitar las consecuencias para su desarrollo y el de la sociedad.

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