martes, 8 de abril de 2014

Lunes sin Sambil.

Carola Chávez.




Los centros comerciales anuncian, así como para que nos dé un patatús y odiemos al gobierno, que van a cerrar todos los lunes porque no tienen, ¡pobrecitos!, cómo cubrir sus costos operativos. Esto como consecuencia de una serie de medidas que tomó el gobierno bolivariano en diciembre.
Una arbitrariedad hurribli que obliga a estos empresarios a cobrar a sus comerciantes inquilinos en moneda nacional -o sea, guácala- y, de un dictatorial plumazo comunista, reguló el precio del metro cuadrado y les arrebató el privilegio sagrado de imponer sopotocientas cláusulas concebidas para desplumar todo lo desplumable hasta la última pelusita.
¡Así no podemos! -Gritaron en grandes titulares de prensa pero nadie les paró. Entonces pensaron en otros recursos lastimeros que a nadie conmovieron, como la posibilidad de quiebra y el panorama de una Venezuela desmayamizada -Oh my god! Sin esos repetitivos mastodontes dónde rumiar la banalidad y el ocio haciéndolo más ocioso y banal.
Y como sabían que resistía, fueron a buscar otro elefante. Así fue como pasaron a la táctica del baño sin papel toilet. Colocaron en todos los pasillos grandes avisos impresos a todo color en papel plastificado, carísimo; donde explicaban que el dinero para comprar papel toilet lo había tenido que gastar en esos avisos porque el gobierno no los deja hacer lo que les da la gana. Los clientes malagradecidos, y creo que de cuestionable higiene personal, pasaron de largo a La Feria y compraron helados carísimos para merendar, porque hay que decirlo, el comerciante que ahora paga menos, sinvergüenzamente, sigue cobrando más.
Dolidos, obligados a vivir en bolívares, los dueños de los centros comerciales, a modo de tuerca que aprieta, optan por cerrar los lunes. Supongo que buscando la solidaridad de los comerciantes que ese día no venderán y que estarían entonces dispuestos a que les cobren lo que sea -si Luís-. Y más allá, buscando el descontento de miles de personas que los lunes, gracias a esta medida autozancadíllica, descubrirán que hay una vida llena de opciones fuera del mall, mientras que, como siempre, pagarán los platos rotos los trabajadores al final de la cadena de explotación que redondean su arepa a punta de propina o comisión.

No hay comentarios: