Maryclen Stelling
Ante los problemas de salud que aquejan al presidente y las posibilidades de incorporación a sus funciones en el corto plazo, se han generado en el país dos escenarios polarizados: una Venezuela con Chávez vs un país sin Chávez.
Desde el amor incondicional del “bolivarianismo”, se apuesta a un panorama “con Chávez”, que presume su sanación e incorporación a la vida política, ya sea en carácter de presidente para su tercer mandato, ya sea en calidad de líder del proceso revolucionario.
En un contexto oposicionista de intolerancia y odio, surge un segundo teatro político que juega a un país “sin Chávez”. Suerte de “indiferencia predadora” de ciertos sectores de la oposición que apuestan principalmente a la ausencia física de Chávez o, en su defecto, a la inhabilitación e imposibilidad de asumir la presidencia. Apunta este segundo escenario al consecuente debilitamiento, desmembramiento y desintegración del “movimiento “bolivariano”.
Visión simplista que se complejiza a partir de dos hechos. En primer lugar, los resultados del 16/D niegan cualquier hipótesis de debilitamiento del chavismo. Por el contrario, demuestran un avance casi absoluto del “país chavista” frente a una oposición obligada a recular políticamente y replegarse en tres gobernaciones.
En segundo término, la enfermedad de Hugo Chávez ha despertado en sus seguidores tal devoción y fidelidad humana que lo ha trasladado al mundo de los “seres sobrenaturales”, al reino de lo sagrado que inspira sentimientos de sobrecogimiento, reverencia veneración, respeto e incluso miedo. “Lo profano puede convertirse, de por si, en sagrado” y aquello que pertenece al reino de lo sagrado puede pasar al mundo de lo profano. Lo sagrado puede manifestarse en piedras, árboles o en personajes, generando, desde cierta racionalidad, malestar ante tales formas de manifestación de lo sagrado. El fenómeno de sacralización que estaría ocurriendo a raíz de la enfermedad de Chávez no requiere justificación porque procede desde el ámbito de la dominación carismática.
Curiosamente lo sagrado implica tanto lo que se desea y se adora, como aquello que se aborrece o se teme. En ese sentido, el Chávez odiado por sectores de la oposición comparte con el Chávez amado y venerado por sus seguidores el reino de lo sagrado.
maryclens@yahoo.com
Desde el amor incondicional del “bolivarianismo”, se apuesta a un panorama “con Chávez”, que presume su sanación e incorporación a la vida política, ya sea en carácter de presidente para su tercer mandato, ya sea en calidad de líder del proceso revolucionario.
En un contexto oposicionista de intolerancia y odio, surge un segundo teatro político que juega a un país “sin Chávez”. Suerte de “indiferencia predadora” de ciertos sectores de la oposición que apuestan principalmente a la ausencia física de Chávez o, en su defecto, a la inhabilitación e imposibilidad de asumir la presidencia. Apunta este segundo escenario al consecuente debilitamiento, desmembramiento y desintegración del “movimiento “bolivariano”.
Visión simplista que se complejiza a partir de dos hechos. En primer lugar, los resultados del 16/D niegan cualquier hipótesis de debilitamiento del chavismo. Por el contrario, demuestran un avance casi absoluto del “país chavista” frente a una oposición obligada a recular políticamente y replegarse en tres gobernaciones.
En segundo término, la enfermedad de Hugo Chávez ha despertado en sus seguidores tal devoción y fidelidad humana que lo ha trasladado al mundo de los “seres sobrenaturales”, al reino de lo sagrado que inspira sentimientos de sobrecogimiento, reverencia veneración, respeto e incluso miedo. “Lo profano puede convertirse, de por si, en sagrado” y aquello que pertenece al reino de lo sagrado puede pasar al mundo de lo profano. Lo sagrado puede manifestarse en piedras, árboles o en personajes, generando, desde cierta racionalidad, malestar ante tales formas de manifestación de lo sagrado. El fenómeno de sacralización que estaría ocurriendo a raíz de la enfermedad de Chávez no requiere justificación porque procede desde el ámbito de la dominación carismática.
Curiosamente lo sagrado implica tanto lo que se desea y se adora, como aquello que se aborrece o se teme. En ese sentido, el Chávez odiado por sectores de la oposición comparte con el Chávez amado y venerado por sus seguidores el reino de lo sagrado.
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