MARIADELA LINARES
Los canallas no descansan.
El domingo sufrieron una derrota histórica y, lejos de tener la hidalguía y la humildad de reconocerlo, y admitir de una vez que el chavismo es la primera fuerza política del país, no han hecho otra cosa que intentar convencernos de que, en realidad, no es que perdieron, sino que la gente prefirió salir de compras. Fueron arrasados en estados donde tenían supremacía y sólo en uno, Amazonas, conservan mayoría en la asamblea legislativa. En los otros dos, tendrán que gobernar con diputados rojos. Dos de sus tres gobernadores salieron del chavismo. Y el único que ganó lo hizo con sólo 4 puntos de diferencia. ¿A qué viene tanta arrogancia?
En la enfermedad del Presidente han encontrado bastante carroña para regodearse en su miseria. El sector más enfermo de la oposición huele el dolor ajeno y lo disfruta. Ansía la sangre del contrario con avidez, sin conmiseración alguna. Hasta los mismos médicos, y ellos con más saña porque usan sus conocimientos para ponerlos al servicio del morbo, han saltado todas las barreras éticas y se pronuncian con regocijo. Algunos tienen seudónimos y escriben en las páginas del terrorismo cibernético. Pero la gente sabe quiénes son.
Nunca habíamos leído y escuchado tantas y tan variadas expresiones de esa furia histérica en boca de imberbes, de profesores con quienes alguna vez compartimos aulas, de periodistas que se dicen perseguidos políticos y disfrutan de un “exilio” itinerante, que se ejerce por raticos, y se revuelcan en un pantano de resentimiento.
En su ignorancia prepotente, no se percatan de que, si se llegaran a desbordar las emociones, no quedará piedra sobre piedra en este país. Hasta ahora, ha sido Chávez quien ha garantizado la convivencia, sin que se cruce la frontera de la violencia. La dirigencia opositora tiene en sus manos la enorme responsabilidad de garantizar que la sangre no llegue al río. La minoría de siempre, la que nunca se ha resignado a perder el control del poder, está acechando, con la guadaña presta para las próximas puñaladas. No subestimen al chavismo que hasta ahora ha exhibido votos, pero no ha enseñado las garras. No lo provoquen.
Mlinar2004@yahoo.es
En la enfermedad del Presidente han encontrado bastante carroña para regodearse en su miseria. El sector más enfermo de la oposición huele el dolor ajeno y lo disfruta. Ansía la sangre del contrario con avidez, sin conmiseración alguna. Hasta los mismos médicos, y ellos con más saña porque usan sus conocimientos para ponerlos al servicio del morbo, han saltado todas las barreras éticas y se pronuncian con regocijo. Algunos tienen seudónimos y escriben en las páginas del terrorismo cibernético. Pero la gente sabe quiénes son.
Nunca habíamos leído y escuchado tantas y tan variadas expresiones de esa furia histérica en boca de imberbes, de profesores con quienes alguna vez compartimos aulas, de periodistas que se dicen perseguidos políticos y disfrutan de un “exilio” itinerante, que se ejerce por raticos, y se revuelcan en un pantano de resentimiento.
En su ignorancia prepotente, no se percatan de que, si se llegaran a desbordar las emociones, no quedará piedra sobre piedra en este país. Hasta ahora, ha sido Chávez quien ha garantizado la convivencia, sin que se cruce la frontera de la violencia. La dirigencia opositora tiene en sus manos la enorme responsabilidad de garantizar que la sangre no llegue al río. La minoría de siempre, la que nunca se ha resignado a perder el control del poder, está acechando, con la guadaña presta para las próximas puñaladas. No subestimen al chavismo que hasta ahora ha exhibido votos, pero no ha enseñado las garras. No lo provoquen.
Mlinar2004@yahoo.es
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