Reinaldo Iturriza López.
Esto no es un análisis. Es un llamado de atención, a quien pueda interesar.
Es mucho el daño que el triunfalismo le hace a la revolución bolivariana: la autocomplacencia, expresada en la difusión por doquier de las trescientas veintisiete encuestas que dan como ganador a Chávez, de una vez y sin haber peleado; el autoengaño, que ilustra cierta "interpretación", según el cual el chavismo superaría por más de cuatro millones de votos a la oposición el próximo 7 de octubre; la miopía que nos hace tener ojos sólo para las miserias de la oposición, reina y señora de los medios privados, cuando tendríamos que dedicarle la mayor parte de los espacios de nuestros medios a darle voz a quienes no la tienen.
Luego van y se estrellan de frente contra la realidad y cunde el derrotismo: se quedan sin habla, sin iniciativa, sin propuestas, sin discurso; o bien hacen como si nada está pasando, porque aquí no ha votado nadie; o hacen malabarismos matemáticos, comparando, por ejemplo, los resultados de las presidenciales de 2006 con los de las primarias; o bien denuncian "fraude".
Porque es así: el triunfalismo de ayer es el derrotismo de hoy, y el triunfalismo de hoy anuncia la derrota de mañana.
De manera que no se trata de cantar "fraude", como se acostumbró a hacerlo lo más vil del antichavismo durante años, sino de acabar de una vez por todas con el fraude interpretativo que pretenden imponernos triunfalistas y derrotistas.
Ya basta.
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