Luis Britto García
1
Un fantasma recorre el mundo: la indignación. Anuncia una enorme oleada revolucionaria que podría liberar por igual países hegemónicos y periféricos. Los primeros están en bancarrota por la crisis, enfrascados en incosteables aventuras armamentistas, enfrentados al agotamiento de los recursos que dilapidan. Los segundos padecen la escasez de alimentos, la devastación de la naturaleza, la explotación neocolonial.
2
Pero la acumulación de condiciones objetivas sólo se convierte en revolución cuando la suma de cambios cuantitativos dispara la transformación cualitativa ¿Cómo se dio ese salto históricamente? En la Revolución Inglesa de 1645 y la Francesa de 1789 y la Bolchevique de 1917, a la bancarrota del Estado precipitada por aventuras guerreristas siguieron sublevaciones populares detonadas por la extrema penuria. Observemos hoy a los poderes hegemónicos y sus aliados. Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Japón, España, Portugal, Grecia, Italia, Islandia colapsan bajo el peso de deudas públicas cercanas o superiores al 100% de su PIB anual. Tales cargas no acarrean la debacle instantánea porque, a diferencia de las del Tercer Mundo, pagan cómodos intereses como los de Estados Unidos, del 1,5% anual. Pero sus gobiernos han optado por mantener la amnistía tributaria para ricos y banqueros estafadores, descargar el peso del déficit y de los rescates financieros sobre las condiciones de vida de los trabajadores y a veces arruinarse en incosteables agresiones imperiales.
3
Tales políticas, idénticas a las que detonaron las revoluciones históricas, desencadenan fatalmente la resistencia social. El pueblo de Islandia se negó de plano a pagar la deuda de los banqueros, hecho prácticamente revolucionario. Grecia, Francia, España, Italia e Inglaterra están conmocionadas por protestas masivas. En Israel entre julio y agosto multitudes de 300.000 ciudadanos protestan contra el costo de la vida y obligan a Netanyahu a detener un alza de los precios del petróleo y a incrementar la importación de alimentos (BBCMundo: 27-8-2011). El primer ministro inglés Cameron descalifica a los manifestantes de Londres tildándolos de saqueadores. Pero la Revolución Francesa tomó carácter de tal con las jacqueries, saqueos campesinos que obligaron a la nobleza a renunciar a sus privilegios y preludiaron los alzamientos parisinos. También el bipartidismo descalificó como pillajes las sublevaciones populares de Mérida en 1987 y el Caracazo en 1989, que a la postre torcieron el rumbo del país. Immanuel Wallerstein declara para ALAI el 15-8-2011:“Yo veo guerras civiles en múltiples países del Norte, sobre todo en Estados Unidos donde la situación es mucho peor que en Europa occidental, aunque allá también hay posibilidades de guerra porque hay un límite hasta el cual la gente ordinaria acepta la degradación de sus posibilidades”.
4
¿Se equilibra esta rebelión en los centros hegemónicos con la sumisión colonial del Tercer Mundo? La mayoría de los países de América Latina y el Caribe han elegido gobiernos de izquierda o centro izquierda. En México crecen la violencia y la militarización: el 8-8-2011 The New York Times reitera que agentes del Pentágono, la CIA, la DEA y otras agencias operan no sólo desde el centro de inteligencia ubicado en Reforma 225 sino desde una base militar en tierra mexicana. En Honduras aumenta la protesta contra el régimen surgido del golpe de Estado contra Zelaya. En el mil veces invadido Haití los ciudadanos insurgen contra tropas de la Minustah que arrojan heces a los ríos. En Chile el gobierno neoliberal enfrenta la rebelión de medio millón de manifestantes contra la privatización total de la educación. Y el mundo islámico es un hervidero. Pero de la indignación a la Revolución, hay mucho trecho. La tarea es acortarlo.
PD: Adiós a Freddy Balzán, gran compatriota, comunicador y revolucionario.
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http://laplantainsolente.blogspot.
http://luisbritto.wordpress.com
Un fantasma recorre el mundo: la indignación. Anuncia una enorme oleada revolucionaria que podría liberar por igual países hegemónicos y periféricos. Los primeros están en bancarrota por la crisis, enfrascados en incosteables aventuras armamentistas, enfrentados al agotamiento de los recursos que dilapidan. Los segundos padecen la escasez de alimentos, la devastación de la naturaleza, la explotación neocolonial.
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Pero la acumulación de condiciones objetivas sólo se convierte en revolución cuando la suma de cambios cuantitativos dispara la transformación cualitativa ¿Cómo se dio ese salto históricamente? En la Revolución Inglesa de 1645 y la Francesa de 1789 y la Bolchevique de 1917, a la bancarrota del Estado precipitada por aventuras guerreristas siguieron sublevaciones populares detonadas por la extrema penuria. Observemos hoy a los poderes hegemónicos y sus aliados. Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Japón, España, Portugal, Grecia, Italia, Islandia colapsan bajo el peso de deudas públicas cercanas o superiores al 100% de su PIB anual. Tales cargas no acarrean la debacle instantánea porque, a diferencia de las del Tercer Mundo, pagan cómodos intereses como los de Estados Unidos, del 1,5% anual. Pero sus gobiernos han optado por mantener la amnistía tributaria para ricos y banqueros estafadores, descargar el peso del déficit y de los rescates financieros sobre las condiciones de vida de los trabajadores y a veces arruinarse en incosteables agresiones imperiales.
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Tales políticas, idénticas a las que detonaron las revoluciones históricas, desencadenan fatalmente la resistencia social. El pueblo de Islandia se negó de plano a pagar la deuda de los banqueros, hecho prácticamente revolucionario. Grecia, Francia, España, Italia e Inglaterra están conmocionadas por protestas masivas. En Israel entre julio y agosto multitudes de 300.000 ciudadanos protestan contra el costo de la vida y obligan a Netanyahu a detener un alza de los precios del petróleo y a incrementar la importación de alimentos (BBCMundo: 27-8-2011). El primer ministro inglés Cameron descalifica a los manifestantes de Londres tildándolos de saqueadores. Pero la Revolución Francesa tomó carácter de tal con las jacqueries, saqueos campesinos que obligaron a la nobleza a renunciar a sus privilegios y preludiaron los alzamientos parisinos. También el bipartidismo descalificó como pillajes las sublevaciones populares de Mérida en 1987 y el Caracazo en 1989, que a la postre torcieron el rumbo del país. Immanuel Wallerstein declara para ALAI el 15-8-2011:“Yo veo guerras civiles en múltiples países del Norte, sobre todo en Estados Unidos donde la situación es mucho peor que en Europa occidental, aunque allá también hay posibilidades de guerra porque hay un límite hasta el cual la gente ordinaria acepta la degradación de sus posibilidades”.
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¿Se equilibra esta rebelión en los centros hegemónicos con la sumisión colonial del Tercer Mundo? La mayoría de los países de América Latina y el Caribe han elegido gobiernos de izquierda o centro izquierda. En México crecen la violencia y la militarización: el 8-8-2011 The New York Times reitera que agentes del Pentágono, la CIA, la DEA y otras agencias operan no sólo desde el centro de inteligencia ubicado en Reforma 225 sino desde una base militar en tierra mexicana. En Honduras aumenta la protesta contra el régimen surgido del golpe de Estado contra Zelaya. En el mil veces invadido Haití los ciudadanos insurgen contra tropas de la Minustah que arrojan heces a los ríos. En Chile el gobierno neoliberal enfrenta la rebelión de medio millón de manifestantes contra la privatización total de la educación. Y el mundo islámico es un hervidero. Pero de la indignación a la Revolución, hay mucho trecho. La tarea es acortarlo.
PD: Adiós a Freddy Balzán, gran compatriota, comunicador y revolucionario.
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