sábado, 20 de agosto de 2011

España, aparta de mí este Papa.

Roberto Hernández Montoya



 Dos varones paradigmáticos confluyen en España: el Papa y el Rey. Monarcas, excelsos, esplendentes, faroleros. Hay gente más poderosa, cierto. Obama no, porque ese no manda ni en su casa. Cameron tampoco. Los que mandan de verdad se vislumbran apenas tras los hilos que decretan que tal o cual país debe ser destruido. Esos invisibles son parte de lo que Jean-Paul Sartre llamó lo «práctico-inerte», es decir, aquello que se hace sin necesidad de pensamiento.C'est la vie, dicen aquellos franceses que son resignados.
   Pero centellean, la policía atropella en su nombre por aquellas calles. Tan poderosos son que tienen a un gentío indignado. Nadie protesta contra la debilidad, nadie humilla la humildad. Mientras más gente los proteste es porque más poder tienen. Ni modo que se proteste contra la sumisión.
    ¿Cómo se define a ese hombre paradigmático? Fácil: aparte de varón, es maduro, blanco, europeo o gringo. Hay concesiones ultramarinas, como nuestros oligarcas, siempre subalternos, que cuidan el oro al Imperio, por ejemplo. Algunos no son oligarcas sino como Julio Montoya, porque no conozco a nadie Montoya que sea oligarca.
  A la mujer se la tolera porque engendra paradigmáticos y porque les cachifea. La que se amotina merece desde una paliza hasta la muerte. ¿Y María Corina? Táctica, como Sarah Palin. Y, sí, un proceso lento de diversificación de la unidad paradigmática. Muy lento. Mira las directivas de las grandes empresas y hallarás pocas mujeres. No las dejan dar misa.
  ¿A qué fue el Papa a España? A marcar territorio. A puerta cerrada seguramente hablaría de negocios, de poder, pues sabe de eso: fue hitleriano, inquisidor, protector de una banda delictiva llamada Legión de Cristo. Y también hará ideología para una población ya adoctrinada. No creo que gane muchos adeptos que se bauticen después de grandes. Ciertamente España necesitaba una visita papal que reafirmase el dominio ideológico. Pero no está logrando mucho porque los indignados ahora ya no solo se encrespan por el capitalismo y sus viscosidades, ahora también rabian por la pontificia y carísima visita mientras ellos andan pelando.
  No sé si el capitalismo se va a acabar pronto, pero sí sé que no le está yendo muy bien, empezando por Venezuela.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com


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