Carola Chávez
Hablar de derechos resulta a veces como lanzar palabras al viento. Es que los derechos son abstracciones, posibles, sí, románticas, ideales pero intangibles… Hasta que éstos se hacen efectivos.
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No es lo mismo decir ”Todos tenemos derecho a la salud” que colocar un módulo de salud al alcance de todos. Que las mamás tengan un pediatra para las fiebres de sus hijos, que los papás tengan quien les controle la tensión, que la abuelas asistan a su terapia de rehabilitación dos veces por semana, que haya mamografías, radiografías, tomografías, exámenes diagnósticos cada vez que se requieran, eso sí, conservando intacto el derecho a no ser desplumados a cambio.
Pagar por un derecho… Parece mentira que todo sea una mercancía, que hasta la vida misma tenga un precio, pero parece una mentira mayor que haya gente que asuma esto como el inevitable orden de la cosas, gente convencida de que la ley de oferta y demanda es un principio natural, parte de la teoría darwiniana de la evolución de la especies.
Pero es que el ejercicio de los derechos es algo peligroso y por eso debe ser limitado. Nadie aquí puede imaginar una elecciones en las que las mujeres no puedan votar. El derecho al voto es nuestro, es irrevocable. Nadie, con dos dedos de frente, sería capaz de negarlo. Lo que quiero decir, y perdonen tantas vueltas, es que una vez que conquistado un derecho nos apropiamos de él, lo hacemos parte irrenunciable de nuestras vidas. Una vez conscientes de nuestro derecho a tener derechos los exigimos.
Y es esa la mayor conquista de la Revolución Bolivariana, esa es su victoria irreversible. La inclusión de los marginados no es pura retórica. Son millones de personas ejerciendo sus derechos básicos, apropiándose de ellos, haciéndolos indelebles. Los que no tenían ni esperanza, y que hoy no pueden imaginar la vida sin tres comidas al día, un colegio para sus hijos, un doctor a la vuelta de la esquina… Derechos que dejaron de ser palabras abstractas para convertirse en realidad efectiva. Repito: derechos que una vez asumidos, ejercidos, se han vuelto indelebles. Mayor dolor de cabeza para quienes siempre los negaron.
Las misiones bolivarianas hacen efectivo el ejercicio de nuestros derechos, y es por la oposición las ataca con saña. Es que les da pavor, porque el pleno acceso de la gente a sus derechos es la negación misma del capitalismo, la negación de su “Mejor Venezuela”, de su inconfesable as bajo la manga.
Impera el disimulo, es así como vemos a representantes de la Mesa de la Unidad Democrática manoseando conceptos que atentan contra su propia esencia, fingiendo simpatía por políticas que les asquean. Nos siguen creyendo gafos y creen que les vamos a creer…
No se dan cuenta de que además de derechos, también tenemos memoria.
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