“¡Aló, Dra. llegó Chávez!” -¡Vaya manera de convertir un lunes en domingo!. Mi presi ahí en la tele. Mi cara de alegría alucinada hacía juego con la de Ernesto Villegas al otro lado de la pantalla. Claro que Ernesto llevaba rato despierto y sabía que no estaba soñando. Yo, para creerlo, me restregaba los ojos llenos de lágrimas, esta vez de felicidad. -Sí ya sé, soy una llorona…- Mi presi, otra vez, ¡volvió volvió volvió!
Esa mañana mi café me supo a alegría. La cita, como siempre, en el Balcón del Pueblo. Yo en Margarita en mi ventana con vistas al Balcón, y mi corazón volando hacia Caracas…
Otro 13 de abril pero en julio, un 4 de julio que aguó el Independence Day de algunos de esos que celebran fiestas patrias que no son suyas, y piden dólares en la Embajada. El pueblo otra vez en la calle mientras los canales de siempre, como siempre, miraban a otro lado, insistiendo en la necedad de creer que lo que no sale en la tele no existe, pretendiendo tapar el sol con mediáticos voceros de oposición atragantados de rabia y sorpresa. Otra vez el pueblo que ellos se niegan a ver los estaba desbordando. ¿Qué hacer? Pues, ser desalmados, como siempre.
Claro que la lluvia de veneno que lanzaron no nos salpicaría. El odio sólo daña a quien lo alimenta. Odian, por eso no entienden nada. Desde el odio no se puede comprender algo tan simple como que entre nosotros y mi presi hay una relación de amor correspondido. Desde el odio el amor quema, Maricori, así que mejor le llamamos adulación, Leopoldo, bozal de arepa, Henrique, mejor insultamos, Henry. Desde el odio todo es sucio, degradado, prostituido.
Celebramos el inicio del retorno de mi presi intensamente y, convertidos todos en madre amorosa pero decidida, lo mandamos a dormir. Mañana será otro día…
Cinco de julio, Bicentenario, sigue la fiesta popular. Desde el odio no se celebra a la Patria, se recurre a la estupidez de acusar al gobierno de politizar y militarizar la conmemoración de la Independencia -¡Válgame Dios!- como si la gesta libertadora no hubiese sido un hecho político y militar, como si Bolívar, Miranda y nuestros próceres en verdad pasaron a la historia por ser buenos bailarines de tap… Y pensar que la gente pensante y decente de este país les cree…
Delirantes de odio necesitan creer, a pesar de que ayer les juraron que mi presi agonizaba y hoy dicen que la “supuesta” enfermedad es otra maniobra política del innombrable -pobrecitos- porque creen que no nombrarlo lo ha a hacer desaparecer, como el niño malcriado que cierra los ojos y cree que nadie lo ve.
Y con sus ojos cerrados nos piden que abramos nuestros ojos ya abiertos, que veamos, como ellos, la negación de la realidad. Desde el odio nunca van a entender nada y menos que amor con amor se paga.
tongorocho@gmail.com
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