viernes, 22 de julio de 2011

Veneceremos.

Eva Záitsev

Si un mérito se le puede reconocer al Gobierno bolivariano es el empeño que tiene por crear un sistema de humanización penitenciaria. Mucho antes de la crisis de El Rodeo I y II, se han venido trazando políticas y estrategias desde el Estado para tratar con dignidad a la población privada de libertad.

En el caso del Rodeo, se impuso la autoridad democrática del gobierno a la violencia de las mafias carcelarias. El tratamiento ofrecido por el Estado fue tan respetuoso que casi desdibujó el prontuario de los pranes.

Según una nota publicada por el diario Últimas Noticias, sentado ante dos fiscales del Ministerio Público, Yoifre Francisco Ruiz Estanga (Yoifre), reveló que Yorvis Valentin López Cortez (Oriente) huyó junto a otros 79 presos de El Rodeo II la noche antes de que el Gobierno Nacional lograra la rendición de la mafia que mantuvo secuestrados a más de 800 presos durante 28 días.

Oriente se fugó con 3 R-15, una Kalashnikov, 3 mil balas 9 mm, entre otras armas, además de una porción de dinero cercana a BsF 1,7 millones.

“Yo sí maté a mucha gente allá dentro, pero no voy a decir ni a cuántos ni a quiénes”, afirmó Yoifre. Espelugnante, ¿verdad?. No obstante la actuación del gobierno ha sido impecable. A los pranes se les ha garantizado todos sus derechos, se les ha brindado atención médica y, aunque asesinos confesos se les denomina con el eufemismo “privados de libertad”.

El trato humanitario no puede estar condicionado a la ideología. Y mucho menos cuando el trato digno ha de ser negado a aquellos que han militado toda su vida en el amor al prójimo, en la defensa de la vida, en la construcción del socialismo. Por eso resulta doloroso -por decir lo menos- el trato que el camarada Julián Conrado recibe por parte de el mismo gobierno que resolvió la crisis de El Rodeo.

Julián Conrado, cantor revolucionario que con el derecho que le asiste su conciencia ha cifrado su vida a la defensa del bolivarianismo desde las filas de las FARC EP.

Julián Conrado es un hombre bueno, un campesino que lucha por el bienestar de todos, incluso el de sus propios adversarios, a los que termina denominando por simpatía “amigos”.

Julián Conrado no es un asesino.

Julián está enfermo. No es un terrorista capturado con C4 en La Florida como Peña Esclusa. No es un juez corrupto que ayudó a huir a un banquero como María Lourdes Afiuni. No es un policía asesino que masacró al pueblo como Lázaro Forero y a diferencia de los mencionados, no ha recibido trato justo, ni consideraciones por su enfermedad.

Julián es un hijo de Bolívar. Encarcelado. Desaparecido.

Julián es otro bolivariano que no tiene opción: necesita vencer, necesita vivir viviendo.

Venceremos.
Fuente: Eva Záitsev
http://www.patriagrande.com.ve/temas/opinion/amando-venceremos/
 

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