jueves, 21 de julio de 2011

Perdimos.

Reinaldo Iturriza López



Perdimos.

Y cualquier derrota es amarga. Provoca putear, patear, gritar y llorar. Yo soy de los que llora. Mi viejo me marcó desde muy pequeño: uno le va a los suyos hasta la muerte. Y hoy morimos. Pero con los botines puestos.

No soy de los que putea árbitros, palos, condiciones de terreno, ventajismos de ningún tipo. Los equipos grandes se sobreponen a todas las adversidades. Así ha sido y así será. Y hoy Venezuela jugó como los grandes.

No soy de los que menosprecia al contrario, por más rivalidad que se interponga. Paraguay es un gran equipo. Pero por eso mismo, nadie puede quitarnos lo bailao: arrinconamos a una selección en teoría superior, al menos durante una hora - quizá un poco menos. La arrinconamos. La asfixiamos. La dejamos sin ideas. Los vencimos mentalmente, estratégicamente, numéricamente. Sólo nos faltó el bendito gol. Y sin goles no se gana en el fútbol. Paraguay tuvo que apostar al azar, y sólo así fue capaz de ganar. Con todo, gloria al vencedor.

No me sé el nombre de todos los jugadores de nuestra selección. Es posible que no me los sepa nunca. No sé cómo se llama el que falló el penal. Ni me importa. Estoy seguro de que Renny Vega hubiera querido pararlos todos. Estoy seguro de que ninguno hubiera querido fallar. Todos jugaron como verdaderos guerreros. Paraguay salió a jugarnos de tú a tú desde el inicio. Nos medía, vacilaba, y sólo de vez en cuando se lanzaba hacia arriba. Siempre nos trató con respeto. Nuestra selección se ganó el respeto de América. Una América del Sur que rebosa fútbol. Se lo ganó con carácter. Carajo, y esas victorias también cuentan.

Muchachos: sepan que Venezuela toda se paralizó, que salimos a las calles, que gritamos y aupamos sin cesar, que contuvimos el aliento, que estuvimos siempre con ustedes. Como estaremos siempre que se entreguen íntegros, como hoy, en el terreno.

Perdimos, sí, pero por la guerra que les dimos, ahora mismo yo celebro.

Salud.

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