En la espesa vegetación de la cordillera central de Venezuela todo es silencio, la vida natural trascurre con aparente normalidad, el canto de las aves, pareja de guacamayos hacen de la suya con unas mazorcas viejas, las travesuras de manadas de monos, los centinelas echan vistazos sobre el cielo en un radio de acción de 180 grados, se hace metódico ojear con binoculares a razón de varios minutos los posibles caminos de penetración hacia el campamento. Todos los planes de ataque o evacuación están aceitados todos los días para ello se hacen los ejercicios permanente, no dejar nada al azar, ni a los imponderables. Es hora de almuerzo y se cumple la rotación de funciones.
A estos años quedan en esas montañas, recuerdos desde los más sublimes, parejas de revolucionarios y revolucionarios que contrajeron matrimonio, hubo partos, trabajo social de concienciación entre las y los campesinos, nuevas y nuevos revolucionarios que provenían de la Universidad Central de Venezuela, de alguna que otra empresa, gente de los barrios y camaradas que su vida pendían de un hilo por el terror policial y militar, subieron a la montaña, extenuantes caminatas que hacían vomitar a más de uno dado que los campamentos no eran y no deben ser en un lugar fijo, es un modo de vida precario que exige el más alto nivel de conciencia y compromiso, además hubo operativos fallidos y otros acertados para proveerse de provisiones que enviaban los comandos urbanos; también hay recuerdos tétricos inflingidos por los aparatos represivos policíacos – militar de entonces, muertes, torturados, asesinatos, ajusticiamientos con amputación de extremidades.
Razón tenía el Che cuando dijo que en una Revolución se triunfa o se muere si es verdadera.
Cuentan que un militar de alto rango de entonces no se sabe si por castigo o por méritos fue enviado para un exigente operativo de persecución y acoso a los guerrilleros, después de horas escalando y bajando montaña virgen con un pelotón yacía extenuado sentado sobre un tronco de un árbol viejo mientras ventilaba su cara sudorosa con su gorra y agotado por el exigente operativo se decía a si mismo y mirando a su alrededor esas escarpadas topografía, acompañando con la sacada de madre: -esos guerrilleros son alpinistas. Pues resulta que no más allá de catorce metros de distancia un guerrillero “parapeteado” en la vegetación lo tenía apuntado en la mira de su fúsil, el oficial desencantado y viendo que su función no tenía razón de ser dio la orden de retirada.
Desde las 5.30am ya entra en actividad las y los guerrilleros, ya a esa hora se filtran los rayos de sol por entre las copas de la alta vegetación, las guerrilleras y los guerrilleros recogen chinchorros y las hamacas, se ajustan las botas, estirarse y bostezar para desperezar los cuerpos es un ritual muy breve, se dan los buenos días entre los compañeros que están más cerca, se relevan los centinelas, un rápido aseo personal, las y los combatientes se ordenan en par de filas para recibir y dar información, el Comandante brinda informe político, luego cada quien se va a su función para tener operativa las armas y hay revisión de las provisiones puesto que desde hace quince días apenas consumen dos veces al día avena con agua de río, la azúcar que quedaba se agotó hace diez días y no había otros alimentos ni enlatados.
Si hoy hubiesen sido esos tiempos del pasado la columna guerrillera hubiera recibido la información primero por algún noticiero en un radiecito viejo de baterías y se hubieran susurrado entre ellas y ellos: - El Comandante Ramírez –refiriéndose a Soto Rojas- va a presidir la Asamblea Nacional y lo acompañarán 98 asambleístas revolucionarias y revolucionarios quienes junto al Comandante Chávez y con el pueblo trabajaran fuerte para construir el Socialismo Bolivariano de manera de honrar a Simón Bolívar, Rodríguez, Miranda, Sucre, Zamora.
A Soto Rojas le corresponde instalar y presidir la nueva Asamblea Nacional, es difícil que mencione en su discurso a todos las y los caídos en El Bachiller y a todos las y los asesinados por los gobiernos de AD y COPEI por orden del Imperio pero vaya este reconocimiento a las y los revolucionarios que dieron su vida por lo que tenemos hoy a lo mejor pasará por su mente el recuerdo cuando sembramos en el cementerio de San José de Guaribe en el 2004 a varios de sus combatientes cuya osamenta se logró rescatar de la espesa montaña y del olvido…No habrá retaliación pero si! Mucha dignidad!
Honor a los Mártires del Bachiller:
Eugenio Riera…Presente!
Agustino Russo…Presente!
Augusto – El Italiano…Presente!
Alberto Alvarado…Presente!
Ambrosio Viera…Presente!
Evencio Canelón – Siria…Presente!
Fernando Lugo - Eloy…Presente!
Freddy Enrique Díaz – Arturo…Presente!
Heriberto Cartagena – Malpica…Presente!
Higinio Rodríguez – Ángel…Presente!
Hugo Daniel Castillo…Presente!
Jeremías Barrios – Manduley…Presente!
Jesús Manuel Hernández…Presente!
José Mendoza Ovalles – El Chino…Presente!
José De Souza – Cheo…Presente!
José Luís Montero…Presente!
Juan Antonio García…Presente!
Juan R. Ortega – El Águila…Presente!
Juan Tovar…Presente!
Leonel Gómez – Rolando…Presente!
Trino Barrios – Comandante Sánchez…Presente!
Víctor Soto Rojas – Mendoza…Presente!
Zenovio Bermúdez…Presente!
José Alejandro Gálvez – Esteban…Presente!
Jesús Márquez Finol – Motilón…Presente!
Américo Silva…Presente!
José Manuel Saher – Chema…Presente!
(*) Profesor – Periodista
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