sábado, 4 de agosto de 2007

Bush quiere incendiar aún más el Medio Oriente para llevar la guerra a Irán

Por: Hernán Mena Cifuentes

Caracas, 03 Ago. ABN- En otro más de los diabólicos planes surgidos de su enfermiza mente y cuando solo faltan 17 meses para que finalice su mandato, George W. Bush, «El Nerón del siglo XXI», ha decidido entregar 60 mil millones de dólares en armas a varios gobiernos del Medio Oriente, acción llamada a provocar un incendio mas pavoroso aún que el que asoló hace dos mil años a Roma, siniestro ordenado según algunos historiadores por el primer Nerón. Viendo acercarse el fin de su gobierno, durante el cual ha desatado dos guerras inmorales, primero en Afganistán y luego en Irak, donde sus tropas hoy sufren la humillación de la derrota, Bush, cual bestia herida que en su agonía lanza los últimos zarpazos para arrastrar a la muerte junto con ella a su enemigo, pretende propagar las llamas que encendió en esas dos naciones, a su vecinos de Saudi Arabia, Egipto y otros países, pensando que en cualquier momento se enfrentarán a Siria e Irán. Es una maquiavélica maniobra que, secundada por Israel, su punta de lanza en la región, pretende involucrar al resto del mundo árabe, proveyendo de sofisticadas armas a dichas naciones, al tiempo que hipócritamente se dispone a participar en una reunión internacional con la supuesta intención de promover la paz que destruyó hace mas de medio siglo con la creación de Israel en tierra palestina, donde desde entonces, los ocupantes cometen uno de los genocidios mas grandes de la historia. El monto de 'la ayuda' militar asciende a 63 mil millones de dólares a repartir: 30 mil a Israel, 20 mil a Arabia Saudi y 13 mil a Egipto, y eventualmente otros miles más entre otros países a Bahrain, Kuwait, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, dinero que saldrá de los bolsillos de los contribuyentes estadounidenses que, hastiados de sufragar el genocidio que se comete en Palestina, Irak y Afganistán, se han rebelado contra ese crimen de lesa humanidad y seguramente lo harán contra la nueva aventura bélica del Imperio. En realidad, se trata del postrer esfuerzo que hace Washington con miras a revertir su fracaso en el Medio Oriente, muy semejante al del jugador compulsivo que, en su intento por recuperar el dinero que ha perdido, apuesta el poco que le queda en una jugada arriesgada y peligrosa, sin importarle para nada las consecuencias que para él y su familia, en este caso el país, tendría el perder la última partida. Sería un desastre total para la superpotencia, actualmente en vía hacia una recesión económica atribuida especialmente a los cuantiosos gastos militares del gobierno que superan los 600 mil millones de dólares, solamente en sus aventuras de Irak y Afganistán, además de lo que invierte en el mantenimiento de centenares de bases desplegadas alrededor del planeta con el fin de preservar su hegemónico poder e intimidar a los pueblos que hoy buscan liberarse de su yugo. La nueva ofensiva imperial en el Medio Oriente se inscribe en el contexto de los planes que los 'think tankers', autores del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (Project for a New American Century o PNAC, por sus siglas en inglés) diseñaron para la región con el fin de adueñarse de sus recursos energéticos, y convertirla en plataforma geoestratégica a fin de dominar al mundo, los cuales derribados como un castillo de arena por el deslave provocado de la resistencia popular en Irak, Afganistán, Palestina y el Líbano. Sin embargo, y en contra de la oposición de la opinión pública mundial que incluye a las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, de los analistas y estrategas políticos y militares y de su propio pueblo que rechaza y repudia el lanzamiento de una nueva guerra, Washington prosigue con sus planes bélicos dirigidos a destruir a la revolución islamica iraní, argumentando sin prueba alguna, que el pacífico programa nuclear de Teherán está orientado a la obtención de bombas atómicas. El propio director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Mohamed El-Baradei, calificó indirectamente de dementes a Bush y al resto sus colaboradores, cuando recientemente advirtió sobre 'los nuevos locos que abogan por una acción militar para detener el programa nuclear de Irán', diciendo que no quiere ver otra guerra como la de Irak. Me despierto cada mañana -agregó- y veo que 100 civiles iraquíes inocentes están muriendo'. A pesar de todo, Bush prosigue con el proyecto global y original, expuesto hace un año por la secretaria de Estado yanqui Condoleezza Rice, 'la muchacha negra descendiente de esclavos africanos que obedece a la voz de su amo Bush', eficiente ejecutiva petrolera pero improvisada y fracasada diplomática, cuando, con aire triunfalista y la prepotencia del mismo Bush Jr. afirmó: 'Estamos asistiendo al doloroso parto que dará a luz al nuevo Medio Oriente' y, mientras lo decía, Beirut ardía bajo el impacto de las bombas sionistas. Lo dijo, mientras miles de hombres, mujeres y niños en Líbano y Palestina morían destrozados por los misiles y las andanadas de los tanques israelíes, sin tomar en cuenta que días más tarde habrían que retirarse derrotados y humillados por la guerrilla de Hezbolá, cuya valentía y heroísmo puso fin al mito de la invencibilidad del ejército sionista, acción que hizo abortar aquel engendro de barbarie y de conquista que anunció Rice como un acto civilizador. Ahora Bush quiere extenderlo a Irán, suministrando a gobiernos que ilusamente considera sus aliados, las más poderosas y sofisticadas armas, entre estas misiles aire-aire y las ultramodernas bombas guiadas por satélite, y para agregarle mayor importancia y jerarquía al plan, ha enviado nuevamente a la región a Condoleezza acompañada del secretario de Defensa, Robert Gates. Pero resulta, que la propuesta está minada, como barco que 'hace agua', expuesta a fracasar como las anteriores aventuras del Imperio en el Medio Oriente, ya que los países a recibir esa ayuda militar saben que ésta no es ni remotamente desinteresada, pues conocen perfectamente el maquiavélico fin que Washington persigue es invadirlos, para apoderarse de su petróleo, una vez que en el supuesto de una guerra, lleguen a triunfar sobre Irán y Siria. Ingenua pretensión la del Nerón del siglo XXI, pues una guerra contra Irán y Siria, sería imposible de ganar, ni por su propio ejército, desmoralizado e insuficiente para vencer a los combatientes en Irak y Afganistán, ni por ninguna otra coalición como la integrada por sus vasallos, soldados europeos de la OTAN y de algunos países centroamericanos enviados allí por gobiernos títeres, además de miles de mercenarios latinoamericanos, jóvenes que por un puñado de dólares que allí han muerto. Porque Irán, donde rige un gobierno islámico revolucionario y pacífico, que jamás ha iniciado una guerra contra sus vecinos, que enfrenta conspiraciones internas y externas por parte de Washington desde que en 1979 derrocó al tirano Sha Reza Pahlavi, tiene suficiente capacidad de resistencia contra cualquier agresión. En nada se parece al Irak que invadió EEUU al encontrar a un país debilitado militar y económicamente en medio de una crisis humanitaria que causó la muerte por hambre a millones de niños y que hoy, tras más de cuatro años de guerra ha provocado cerca de un millón de muertes. De allí el temor de Bush y sus estrategas militares, a invadir al país persa contando únicamente con sus tropas y las de sus aliados europeos, por lo que ha diseñado el perverso plan de involucrar a los países del Golfo en un eventual conflicto bélico contra Irán y Siria a sabiendas de que, en caso de que este ocurra, no será precisamente un paseo turístico o una excusión de boy scouts, sino un infierno, cuyas llamas arderán mucho más que las que hoy envuelven a sus tropas en Irak y Afganistán. Y es que Irán, con una superficie cuatro veces más grande que la de Irak, posee grandes montañas como Afganistán, terreno óptimo para desplegar una guerra asimétrica aún más exitosa que la que hoy libran los combatientes iraquíes en medio del desierto. Tiene un ejército de aire, mar y tierra de un millón de efectivos que incluye al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica así como el 'Ejército Islámico', milicia popular integrada por 20 millones de hombres y mujeres y un cuerpo de élite de 15 mil hombres, el 'Kode', que tiene por misión organizar ataques en la retaguardia enemiga. Tan monumental contingente humano, debidamente entrenado, está apoyado por el más moderno y sofisticado armamento que incluye, aparatos, equipos y sistemas como aviones, buques y misiles tierra-aire, capaces de detectar a las más veloces aeronaves aun antes de que lleguen a territorio iraquí. Pero, aún mas fuerte que su poderío militar, es la formación ideológica, (religioso-doctrinaria) de esos millones de hombres y mujeres, dotados de la voluntad y dignidad indispensables para la defensa de una revolución única en la historia de la humanidad, por los elevados principios que la inspiran y que hoy la mueven en defensa de la libertad, independencia y soberanía del país. Además, el nuevo plan Bush está condenado a muerte, porque los gobernantes a los que les ofrece esas armas, no quieren ver sumidos a sus pueblos en guerras fraticidas, hastiados como están, de la muerte y destrucción que han causado en la región desde la creación del Estado sionista de Israel, y solo quieren mantener la paz que reina en sus países, preocupados por mantener su neutralidad y el desarrollo económico y social de sus naciones. Enmarcado en ese espíritu pacifista, la Liga Árabe propuso el pasado domingo la celebración de una Conferencia internacional a fin de relanzar el proceso de paz Árabe-israelí, oferta que no ha sido vista con muy buenos ojos por Washington, pues, como parte de sus planes de conquista, lo que busca es mantener sumida en guerra al Medio Oriente, por lo que de inmediato envió a Rice y Gates a la región, aparentando sumarse a la iniciativa Pan-Árabe, cuando lo que pretende es sabotearla. De no otra manera, no se comprende, cómo, mientras afirma contribuir a la búsqueda de la paz en la región, simultáneamente lanza ese plan armamentista y desestabilizador para mantener las llamas de la guerra en la región y extenderla a otras partes como Siria e Irán, con lo cual ha puesto al descubierto las verdaderas intenciones del proyecto. Otra de las razones por las que se vislumbra la muerte anunciada del maligno plan, es que el pueblo árabe está unido por lazos histórico-religiosos y culturales imposibles de romper con acciones tan banales como la engañosa oferta de paz y la obscena ayuda militar hechas por el Imperio, pues tienen sus raíces en el pasado más remoto, en tierras donde florecieron culturas ancestrales como Babilonia, donde hace más de 5 mil años surgió la civilización, mucho antes de que la barbarie del Imperio iniciara su marcha de conquistas. Esta unidad del mundo árabe y el deseo de sus gobernantes de no enfrentarse, más bien apoyarse entre ellos, fue admitida por el propio embajador de EEUU ante las Naciones Unidas y ex embajador de ese país en Irak, Zalmay Khalizad, quien al comentar ante la prensa el anuncio de la venta de armas, acusó directamente a Arabia Saudi y otros estados del Golfo de 'minar los esfuerzos para acabar con la violencia en Irak', lo cual evidencia, la falta de apoyo de esa nación a una acción militar contra la nación persa. 'No existe la menor duda', expresó el diplomático estadounidense, profundo conocedor del pueblo árabe durante entrevista concedida el pasado domingo a CNN, que 'Arabia Saudi y un número de otras naciones de la región no están haciendo lo que pueden para ayudarnos en Irak'. De igual manera, los representantes demócratas Anthony Weiner y Jerrold Nadler acusaron a Arabia Saudi de 'terrorismo y de actuar contra los intereses de EEUU', indicando 'la necesidad de enviar un claro mensaje' al gobierno del principal abastecedor del energético al Imperio de que 'su tácita aprobación del terrorismo no puede quedar impune', manifestando, para finalizar, que introducirían ante el Congreso una legislación orientada a bloquear la negociación sobre la venta del armamento a esa nación. Todo lo anterior no hace mas que comprobar lo débil de las bases de ese plan maquiavélicamente diseñado para desestabilizar una de las regiones más críticas del planeta, a fin de enfrentar a pueblos hermanos unidos por la historia, la cultura y la religión en una sangrienta guerra cuyas consecuencias para el mundo, en caso de llegar a desatarse, serían catastróficas. Sin embargo, tan demencial proyecto, último intento del 'Nerón del siglo XXI', cuyo mandato terminará dentro de pocos meses, está condenada al fracaso, porque se trata del capítulo final del 'Nuevo Amanecer del Medio Oriente', una Caja de Pandora que intentó abrir inútilmente Condoleezza Rice al anunciar 'un doloroso parto' que no pudo darse, pues la monstruosa criatura de conquista y dominación que iba a concebir, murió al nacer, como morirá también en este siglo el Imperio que la engendró.

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