Las derechas en América Latina apuestan al neoliberalismo
Por Diego Olivera / Barómetro Internacional
Nos parece importante entender la nueva realidad geopolítica en América Latina, inmersa en una nueva etapa de la historia. En nuestro artículo anterior hablamos de la integración como una realidad inherente a los cambios en la región, donde una nueva realidad permite una unidad en la diversidad, un fenómeno político que ha permitido aislar los conflictos entre nuestras naciones, obstaculizando los planes de EEUU de tratar de intervenir en los problemas internos de nuestras naciones. En esta nueva entrega intentaremos analizar la nueva realidad económica en esa diversidad política, donde organismos de integración económica como ALBA, MERCOSUR; Alianza del Pacifico, así como otras experiencias, cohabitan en la experiencia de América Latina, buscando una situación sin fronteras en sus intercambios comerciales. También es bueno señalar que hay allí naciones que asumieron los Tratados de Libre Comercio (TLC).
Pero pese a ese vínculo con EEUU, las distintas visiones han ido construyendo una nueva realidad, apostando a una salida alternativa al modelo capitalista neoliberal, pero es bueno que la mayoría de las naciones latinoamericanas, conciben una integración con los empresarios creando de esa manera modelos progresistas, pero que viven bajo las reglas del mercado. Estos conceptos de un modelo económico mixto entre las empresas del estado, empresas sociales o comunales con la empresa privada que apunta a una salida nacionalista, porque son capitales medianos, o empresas de media capacidad productiva, ante esta nueva realidad Latinoamericana, se oponen los capitales trasnacionales, como los empresarios importadores o exportadores de capital de sus propios países.
Esta nueva realidad económica crea importantes contradicciones en los países emergentes de América Latina, que tratan de crear una nueva realidad nacional y continental, para enfrentar las asimetrías que se generan en el MERCOSUR, entre países como Brasil con sus socios menores Uruguay y Paraguay, que muchas veces sufren el proteccionismo de este gigante del sur, quedando relegadas sus producciones, que no son adquiridas (como arroz, granos, soja) porque son competitivas con los productores brasileños. Antes esa realidad, se deben revisar los acuerdos y sus cumplimientos, para que de esa manera los países con menor desarrollo en la región puedan producir para un mercado real de intercambio, donde hayan precios justos y contratos que deben ser cumplidos por cada socio, ya sean de MERCOSUR, ALBA o Petrocaribe, entre otros. Se debe lograr un equilibrio macroeconómico en toda Latinoamérica, para de esa manera lograr la sustentabilidad del Continente.
Las derechas en América Latina apuestan al neoliberalismo
Pero la nueva realidad de nuestras naciones no está exenta de peligros, hoy existen enemigos de la integración latinoamericana, apuestas a desestabilizar las naciones vecinas. El reciente triunfo de Juan Manuel Santos como presidente, aplacó el esfuerzo del gobierno de Barak Obama de crear la desestabilización regional, con Álvaro Uribe como principal conspirador y con la posible elección de su acólito fascista Óscar Zuloaga, que sin ganar apostaba a un enfrentamiento con Venezuela, porque según ellos hay falta de derechos democráticos. Pero todos saben que este grupo, que apoya al paramilitarismo y recibe fondos de los carteles de la droga, es parte de una estrategia continental contra el desarrollo de las naciones emergentes.
La creación de la Alianza del Pacifico y los acuerdos TLC de EEUU, con México y Canadá, son un vivo ejemplo de una nefasta relación de asimetrías, ya que la economía mexicana ha sido desarticulada por la penetración de las grandes trasnacionales estadounidenses, que han buscado obra barata para sus empresas, como la Ford y la Chevrolet, que convirtieron con su inmigración a México a la Ciudad de Detroit en una urbe fantasma (recordamos los pueblos fantasmas del Oeste de EEUU) y provocaron una grave crisis humana para sus habitantes, como un nuevo efecto colateral del capitalismo salvaje.
Esta cultura de depredación ha sido parte de la historia, pero sí analizamos la presencia de las multinacionales, el por qué van a las naciones latinoamericanas, vemos que es por qué sus empresas están libres de impuestos, están exentas de cualquier erogación estatal. Por eso cuando analizamos declaraciones del presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien ha enfatizado en un reciente discurso que “el desarrollo industrial de su país ha crecido en un 30%”, lo que no informa es que su nación no recibe beneficios por eso, que el pago de mano de obra es de menos 1 dólar la hora, además esconde que, actualmente México produce en la distintas aéreas económicas, menos de la mitad que hace 20 años.
La necesidad de una economía sustentable para salir del subdesarrollo
Hemos tratado de analizar varios aspectos de la nueva realidad de nuestra América Latina, pero el gran desafío es como nuestra región debe convertirse en un modelo desarrollo sustentable, ya que la mayoría de nuestros países son monoproductores. No existe una diversidad en nuestros campos en la producción agrícola en nuestra región, pero además un nuevo efecto devastador agrede a los productores, que han tenido que dedicarse a las plantaciones transgénicas. Fomentadas por parte de nuestros estados, que han dado vía libre a empresas como Monsanto, empresa especializada en defoliantes, agrotóxicos y armas químicas, usadas en varias guerras en Asia.
Pero pese a decenas de denuncias, con miles de pruebas que demuestran los efectos devastadores sobre el medio ambiente, con consecuencias sobre la tierra agredida por sus productos, quedando miles de hectáreas destruidas y además generando nuevos desiertos. Sin embargo estos antecedentes han sido obviado por varias naciones, ya que existen acuerdos con Uruguay, Brasil, Paraguay, entre otros, que ha llevado a que miles de hectáreas, sean hoy de Soya transgénica, que no es de consumo humano, sino que es exportada a China, para criar cerdos, creando en estos animales graves problemas genéticos y daños a la salud de los consumidores.
Ante estas nuevas experiencias en América latina, se hace urgente la necesidad de crear una economía sustentable, porque nuestra dependencia de las normas del mercado y los acuerdos con las trasnacionales, nos alejan de crear y fortificar una salida alimentaria propia. Aceptamos transformarnos en países exportadores de capital e importadores de alimentos. Nuestros países fueron grandes productores de granos, café, carne, frutas, hortalizas, etc., hemos olvidado el carácter agrícola de los países andinos y hoy debemos comprar alimentos que antes producíamos. Hemos modificado nuestras economías por las exigencias de los países industrializados y sus normas internacionales.
Ante esta realidad divergente apelamos a relanzar nuestras economías, buscando nuevos mercados de integración, nuevas formas de comercio, buscando la unidad regional. Cada país debe elevar la producción agrícola, ampliar el desarrollo de nuestras reservas naturales y luchar por crear un verdadero mercado común. Debemos crear la unidad latinoamericana, porque los esfuerzos no pueden ser individuales, hay que crear mecanismos de intercambio, acuerdos justos para lograr una zona de desarrollo económico. Hoy nuestras naciones tienen la capacidad de lograr un desarrollo sustentable, los nuevos mandatarios del continente tienen que mirar hacia sus pueblos, a buscar una salida a la crisis, no apostar a modelos recesivos como los del FMI, BM o BID, apartarnos de los TLC buscando una nueva economía, que logre la unidad de nuestros mercados, sino corremos el riesgo de caer nuevamente en la décadas “perdidas” de los 80 y 90 del Siglo XX.
diegojolivera@gmail.com
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