Luisana Colomine.
Cuando los vendedores de chucherías y otras baratijas nos decían así en
Cúcuta, justo en la Plaza Santander frente al Banco de Colombia,
simplemente callábamos para no caer en provocaciones. Había que
contenerse porque lo contrario sería contradictorio con el periodismo de
paz que a toda costa impulsamos y defendemos en la Universidad
Bolivariana de Venezuela, especialmente delante de estudiantes de
Comunicación Social, ya próximos a obtener su título de licenciados y
licenciadas. Hay que dar el ejemplo ¿no?
“Ni siquiera tienen para comprarle comida a las palomas, ¡¡¡Maduro los
tiene arruinados!!!”, gritaban sin disimulo. Las palomas de esa Plaza
están tan gordas que ni siquiera vuelan pues las pobres forman parte del
negocio…La verdad es que no teníamos ni para comprarles comida. Yo
cambié Bs 100 y me dieron 2.700 pesos. Me compré tres bolsitas de agua a
500 pesos cada una y un pan de bono y un dulce llamado “solterita”.
¡Listo!. Todo carísimo en Cúcuta. Muchas tiendas de ropa fina pero ni un
solo cliente en ellas.
Los cupos CADIVI
Los cupos Cadivi son casi tan famosos como nuestras misses o el
petróleo. Por todas partes ves cartelitos y de lejos las letrotas:
CADIVI. Los “raspa cupos” nos perseguían por cuadras: “venga conmigo
hasta la tienda que sólo por llevarla me gano el almuercito, sin ningún
compromiso para usted”, me rogaba una señora que mostraba con orgullo su
cartel: “se compran cupos de Cadivi”. Otro “comprador” de cupos hasta
se dejó fotografiar. Me dijo que se ganaba una comisión de 10 mil pesos y
que hasta me daría las facturas que seguro me pediría Cadivi para su
“control”… Cambiar bolívares por dólares es el otro negocio en Colombia y
una forma más de burlar el control de cambios aunque es un poco lento
el proceso. Pero lo principal es que entren bolívares pues éstos
regresan a Venezuela rápidamente para poder adquirir la gasolina y los
productos subsidiados. Es un ir y venir. Se nos va la Patria por allí.
¡Y cómo duele!.
Fue un viaje de interacción comunitaria, en el marco de la Unidad
Curricular Periodismo en Situación de Conflicto, Preventivo y de
Frontera, con el objetivo de que los estudiante pudiesen ver, sentir y
vivir la frontera más dinámica y más viva de América Latina.
Un hervidero de gente, motos (muchas motos, cientos de motos); gandolas
cargadas de alimentos y víveres (hay producción), camiones y carros de
todos los tamaños, alimentan el calor sofocante y húmedo de la carretera
que serpentea desde San Cristóbal hasta San Antonio del Táchira. El
tránsito lento, pesado, te hace caer en un sopor como el de aquel Macondo que describía el Gabo en Cien Años de Soledad.
Nos dicen que tanto tráfico es por el “bachaqueo”: “aquí todo el mundo
bachaquea y por eso hay que bajar temprano, para evitar estas colas”. Lo
primero que vemos vía a San Antonio es aceite de motor y en la misma
tienda se consigue harina de maíz. El dueño nos deja pasar hasta el baño
(luego de 16 horas de carretera queremos llegar a alguna parte). Con la
mirada escaneamos el sitio y hay mucha mercancía de todo tipo pero a mí
me interesa el aceite de motor, sin embargo no lo compro.
La Guardia Nacional Bolivariana tiene presencia en la añeja alcabala de
Peracal. Desde el autobús de la Bolivariana vemos a los guardias
registrando maletas, abriendo y cerrando puertas, bajando a conductores y
pasajeros. Pero son muchos carros y pocos efectivos. De Cúcuta a San
Antonio la cola es peor y el sol de la mañana calienta sin piedad.
El punto y la raya
Ya en San Antonio el próximo paso es pasar el Puente Internacional Simón
Bolívar. Hasta bonita es la ruta hacia Cúcuta, uno se imagina a Simón
Bolívar cruzando por allí. Chávez se reunió en ese mismo sitio con Juan
Manuel Santos, su “nuevo mejor amigo”. El hermoso paisaje esconde la
tragedia de un pueblo que se rebusca como sea para sobrevivir…Un trajín
que no cesa. La frontera es una ilusión, una línea en el mapa; un punto y
una raya que el calor humano desdibuja. Recuerdo aquella canción que
entonaba Soledad Bravo cuando era de izquierda y come candela: “Entre tu pueblo y mi pueblo hay un punto y una raya, la
raya dice no hay paso el punto vía cerrada”. Pero sí hay paso, y no hay
vía cerrada entre San Antonio y Cúcuta, todo lo contrario…
Dame más gasolina
Ya desde
la entrada se ven las llamadas “pimpinas” que se llenan con la gasolina
que les sobra a los autos y motos. Las motos son los vehículos por
excelencia para sacar nuestra gasolina hacia Colombia. Entonces los
guardias revisan el tanque y si lo ven lleno le sacan una cantidad que
vierten en esos envases. En ese proceso se usa una manguera, método
bastante rudimentario que retrasa muchísimo el tránsito. Pero (y esto lo
digo con toda responsabilidad) pudimos ver que los motorizados llevan
billetes de Bs 50 enroscados en los dedos que aprisionan el manubrio. A
veces, en un abrir y cerrar de ojos, un guardia toma el billete y finge
sacarle gasolina a la moto. El motorizado pasa para el otro lado del
puente donde le esperan más pimpinas. Del lado colombiano no hay ni un
policía. Una vez en Villa del Rosario, en el sitio llamado “La Parada”,
le sacan la gasolina a la moto y le pagan a su conductor Bs 70 por
litro. La moto hace ese viaje una docena de veces en el día. Saquen la
cuenta…Pero los tachirenses reconocen que el método del chip de la
gasolina ha frenado con creces el contrabando. Por eso es que la
oposición pide a gritos que eliminen esa medida.
El bolívar no es nada “fuerte”
Comenzamos a ver los negocios de “La Parada”. Una cosa es que te lo
cuenten y otra muy distinta que lo veas. Una cosa es explicar una teoría
de la comunicación en láminas de Power Point y otra es que esa realidad
te salte en la cara…Todo lo que hace mucho no vemos en nuestros
mercados está allí: harina de maíz. Margarina, aceite, pañales, jabón
para fregar, para lavar ropa, detergentes, champú, desodorantes, leche
en polvo, leche de Mercal, arroz Mercal, café, café, café…Más
café…Nuestro bolívar no vale nada: un peso colombiano vale Bs. 0,0029.
Así que todo lo divides entre 29 para hacer la conversión. Un paquete de
café cuesta hasta 3 mil pesos, es decir casi Bs. 200. La leche Mercal
que en Venezuela es a Bs 10, allá la venden en 2.500 pesos. El asunto es
que esos productos los compran regulados en Venezuela y en Cúcuta los
venden al triple de su costo. También esos víveres que salen de nuestro
país, regresan pero al mercado informal y el venezolano los compra
carísimos porque no se consiguen en los supermercados. Vimos muchas
mujeres manejando motos. Son bachaqueras que llevan la mercancía pegada
al cuerpo y por las trochas meten el contrabando hasta Cúcuta y más
allá…Los estudiantes pudieron hablar con una chica que full de
desodorantes. “Véndeme uno, pues”, le dijo un estudiante. “No puedo
porque ya están contados y comprados”, respondió ella tranquilamente.
Antes, pero mucho antes, era al revés. El venezolano hasta hacía mercado
en Cúcuta y entonces la guardia decomisaba el café. Por eso digo que
ahora el gran negocio para Colombia es…Venezuela.
Y vuelvo a
pensar en la canción aquella de Soledad, esa que habla de mapas, puntos y
rayas… “Porque esas cosas no existen si no que fueron creadas para que
mi alma y la tuya estén siempre separadas…”
Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.
luisana.colomine@gmail.com @LuisanaC16
luisana.colomine@gmail.com @LuisanaC16
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