domingo, 8 de junio de 2014

Con el diablo adentro.

MARIADELA LINARES.

Tanto en la oposición como en el chavismo estamos viendo un torneo de egos alborotados
A Nicolás Maduro no solo le corresponde gobernar, haciendo frente a la más cruenta campaña internacional, mediática, económica y política que haya vivido país alguno en las últimas décadas, sino que también tiene que cargar con el peso de las implacables críticas internas, prestas a corroer por cada lado flaco que le encuentren.

Tanto en la oposición como en el chavismo estamos viendo un torneo de egos alborotados, buscando protagonismo. Es una situación que se sostiene solo por quién sabe qué carácter pacifista que tenemos. Si en otra parte sucediera algo similar, hace rato que la sangre habría llegado al río.

De la conspiración opositora no vamos a ocuparnos hoy. Sobran las expresiones y sus resultados. Lo otro resaltante viene de adentro. Maduro no estaba preparado para asumir las riendas del país. Ni él ni nadie. En marzo del año pasado aquí sucedió una hecatombe, un imprevisto, una circunstancia sobrevenida. ¿Quién tenía tiempo para fajarse a estudiar cómo se dirige un país, cómo se sostiene una revolución rodeada de enemigos?

Desde el primer día de su mandato hasta el presente, Maduro no ha tenido un segundo de respiro; ni un instante para pensar cómo se encara el duelo a la vez que se gobierna. Pero a la hora de criticar somos todos implacables; los adversarios y los propios. Los de enfrente echándole un camión de porquería a cualquier intento por superar escollos. Y los de adentro, devenidos muchos en estadistas, ideólogos, economistas, sobrados analistas y sesudos cuestionadores de lo que antes no criticaban. Ninguno de los que hoy alimentan el jolgorio opositor por los crudos escritos de Aporrea se ha puesto en el zapato de Maduro, en el coraje que se necesita para sentarse donde está, en el valor que se requiere para echarse encima semejante carga. Los ultrosos que creen que en este siglo puede desarrollarse un socialismo de puertas cerradas y control estatal absoluto no se percatan de que el mismo Chávez le buscó la vuelta a esa complejidad y terminó por aceptar que el nuestro es un proyecto autóctono y en construcción. A todos nos golpean los errores y la ineficiencia; estamos hartos de ellos. Pero ojo con la ayudita que le estamos prestando al adversario.

Mlinar2004@yahoo.es

No hay comentarios: