lunes, 24 de marzo de 2014

El tabú de ser feminista.


Silvia Arana

Aporrea En entrevistas a mujeres y notas escritas por mujeres, a propósito del Día Internacional de la Mujer, publicadas en el diario público y en diarios privados de ecuador, las autoras o entrevistadas afirman "no soy feminista" para empezar la conversación. Difusión/celebración de mujeres exitosas (individuos que triunfan) y silencio mediático frente al pujante movimiento por los derechos de la mujer que no recibe ninguna divulgación.
A raíz del día internacional de la mujer, los diarios ecuatorianos publicaron diversas entrevistas a mujeres y notas escritas por mujeres. Llama la atención que muchas de ellas comenzaran con la frase “No soy feminista”. No faltó quien incluyera la insólita negación de “No amo a todas las mujeres”.
“No soy feminista”, da la impresión de ser una frase de rigor para las numerosas personas consultadas esta semana (periodistas, escritoras, cineastas –todas ellas citadas a menudo por la prensa pública y privada). Pero lo más sorprendente es que, en su gran mayoría, no hayan considerado oportuno ni siquiera mencionar alguno de los tantos derechos negados a la mujer, sobretodo en un país y una región con una alta tasa de violencia contra la mujer.
Podrían haber mencionado, aunque más no sea brevemente, que la sociedad patriarcal tiene un efecto destructivo para ambos sexos. Pero no lo hicieron.

Podrían haber señalado que el aborto es un derecho humano, más aún, cuando el embarazo ha sido el producto de una violación -partiendo del derecho de todo ser humano a decidir sobre su cuerpo y su vida. Pero no lo hicieron.

Podrían haber dicho que los abortos clandestinos son una de las causas principales de muerte de mujeres jóvenes -enfatizando que el acceso libre y gratuito a la atención médica es un derecho humano. Pero no lo hicieron.

Varias de las mujeres convocadas por los medios ecuatorianos han considerado más oportuno enfatizar que, independientemente de que el autor sea hombre o mujer, “la escritura es escritura”, “el cine es cine”, “la pintura es pintura”. Con este argumento, eluden toda opinión crítica de la sociedad patriarcal, y se niegan a cualquier compromiso en la lucha pasando por alto las desigualdades socio-económicas de las mujeres trabajadoras de los sectores menos privilegiados.

En Una habitación propia, Virginia Woolf escribió: “Shakeaspere tuvo una hermana... la que murió siendo muy joven y no escribió por lo tanto ni una palabra... yo creo que esa poeta que nunca escribió una palabra, y que fue enterrada en un cruce de caminos, vive todavía. Ella vive en ustedes, en mí y en muchas otras mujeres que no están hoy presentes, porque están lavando los platos y cuidando de sus hijos. Está viva porque los grandes poetas no mueren; son presencias continuas; pero para que esa presencia sea real es necesario que le demos la oportunidad de caminar entre nosotros en carne y hueso”.

Las posturas de las profesionales o artistas que eligen enfocarse exclusivamente en los logros obtenidos en sus profesiones u oficios, reafirman la idea de que el neoliberalismo ha logrado una “involución” cultural: la primacía absoluta y excluyente de los intereses del individuo por sobre la comunidad. En este país hay un pujante movimiento social por los derechos de las mujeres que se ha movilizado en contra del femicidio y otras formas de violencia sexual, al igual que en reclamo de la legalización del aborto. Este movimiento, silenciado por los medios –públicos y privados- continúa ganando espacios alternativos, en la calle, en las escuelas y universidades, en la comunidad. En el día de la mujer, quedó expuesto con absoluta claridad tanto el silencio mediático frente al vital movimiento social por los derechos de la mujer, como la generosidad de espacio para difundir posturas individualistas como “ejemplo” de mujeres exitosas. Algo similar con lo sucedido en el día del trabajador, que de manera homogénea los medios llaman el “día del trabajo” –y así con un tono, entre natural y descarado, ¡incluyen una entrevista a un empresario!

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