Mariadela Linares.
En este país se perdieron los grises, los matices. Una minoría
extremista, que si la contáramos sería francamente insignificante, tiene
acosados unos cuantos municipios que no representan la totalidad de la
población de sus estados y mucho menos al país entero. Pero es así.
Estamos seguros de que la mayoría de la oposición, aunque se mantiene
callada, está harta de sus desmanes. Pero no se atreven a decirlo por
temor a que los etiqueten.
Este plan desestabilizador, que no tiene que ver con protestas legítimas
sobre problemas puntuales, sino que persigue el fin único de tumbar al
Gobierno, posee obvias características de haber sido organizado y
dirigido desde el exterior. No han dejado por fuera ningún detalle,
desde la propaganda mediática internacional, criminal y masiva, hasta la
introducción de elementos de “combate” nunca vistos en manifestaciones
comunes y corrientes.
No dudamos de que a los muchachos que ponen a la vanguardia los muevan
sentimientos de amor a su país. A ellos los criaron bajo la convicción
de que el chavismo estaba destruyendo su patria. Han sido manipulados
desde pequeños. Lo lamentamos por los padres que cometieron semejante
desatino de involucrar mentes frescas en su alienación.
Pero la retaguardia es la realmente peligrosa. El movimiento subversivo
del fascismo, que amenaza a comerciantes para que no abran las puertas,
que incita a marcar las casas de quienes los adversan, que circulan por
tuiter los nombres, fotos y direcciones de militantes chavistas en
distintas ciudades; panfletos que incitan a la cacería y que están
siendo repartidos a todo lo ancho de la geografía nacional. Eso es lo
que verdaderamente tiene que preocuparnos y movilizar a los organismos
de seguridad. Es la campaña de amedrentamiento más peligrosa, porque
mientras unos tiran piedras y ponen barricadas para distraer y llamar la
atención, estos actúan en la clandestinidad, bajo el cobarde anonimato,
con órdenes que les llegan de fuera pero con un peligroso contingente
de paracos (léase bien, paramilitares colombianos) dispuestos a servir
de verdugos. La parte más tenebrosa de esta guerra circula por las redes
y se ejecuta en persona. Es a ellos a quienes el Estado tiene que
perseguir primero.
Los otros se desgastarán solos.
Mlinar2004@yahoo.es
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