Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
(Texto)
Con
el sicad, la burguesía podrá comprar los dólares que quiera sin ningún
control. ¡Qué sea el mercado el que regule!, gritan alborozados
pretendientes y pretendidos. ¡Aprobado!, dice el gobierno.
Sin
entrar en profundidades, podemos decir que el sicad es una operación
que favorece al capitalismo, a la lógica del capital. Conociendo el
prontuario de la burguesía, seguro se llevarán los dólares que se le
pongan al alcance de su voracidad. Y seguro quedarán con hambre.
Ahora bien, no
importa el monto que mueva el sicad, lo resaltante es que la política
de satisfacer las demandas de la burguesía nos lleva al consabido
mercado, es un reconocimiento de la Revolución al alma del capitalismo.
Y este concepto de mercado marcará a la sociedad. La burguesía puede
alegar que si el mercado funcionó para acabar con el dólar paralelo, por
qué entonces no dejarlo actuar para curar el desabastecimiento, o para
que controle los precios, ahorrémosle fatigas a Tarazón y que el mercado
haga su trabajo. O más directo, ¿por qué el Estado no se limita al
orden público y el resto se lo deja al mercado, es decir, a la
burguesía?
Es así, los
pasos en la economía no son inocentes, la manera de resolver los
problemas económicos no son inofensivos, al contrario, marcan un
sentido, y éste del sicad, que es sinónimo descarado de mercado
capitalista, es camino franco hacia la reafirmación del capitalismo
rentista. Se puede derrotar al dólar paralelo, quizá, pero lo
que sí es seguro es la elevación de la conciencia egoísta, raspacupo,
facilista, individualista, y la disminución de la conciencia socialista,
el sentido de pertenencia a la sociedad. Por esta vía, los triunfos
serán del capitalismo, es decir, avances en la entrega del sueño
socialista, del mandato de Chávez.
Los
problemas de hoy no son las guarimbas, no es la inasistencia de los
burgueses a las mesas de diálogos, ni siquiera que los gringos nos
amenacen. Esos no son los problemas centrales hoy. El problema principal
es la falta de rumbo cierto hacia el Socialismo, la falta de medidas
socialistas, la pérdida de fe en el Socialismo para resolver los
problemas de la sociedad.
Vamos,
reconozcámoslo o no, hacia el afianzamiento del capitalismo, ya las
concesiones en el campo económico, el sicad, las zonas económicas
especiales, son señales claras de ese rumbo de restauración. Ese
afianzamiento del capitalismo reclamará, ya está reclamando, un
reacomodo político, necesita una forma política que se adecúe a la nueva
forma económica que va surgiendo. En conclusión, y para ser lapidarios:
con todo esto que hace el gobierno, con sus medidas económicas, con su
separación de las masas, está cavando su propia sepultura. O este
gobierno rectifica, o será él y sólo él culpable de su propia
destrucción.
Ya el pacto político que acompaña la restauración económica asoma su pestilencia en las llamadas mesas de paz y en las injerencias internacionales. Recordemos el grupo de "amigos" que nos envió lula, o la comisión de la oea de gaviria. Allí se cocina el nuevo pacto de punto fijo, la nueva alianza capitalista, el bloque antisocialismo.
Volvamos a la pregunta inicial: ¿cuántos dólares son necesarios para hacer una Revolución? No sabemos, pero siempre serán menos que los necesarios para saciar a la burguesía. De lo que sí estamos seguros es que se necesitan toneladas de conciencia revolucionaria, de sentido del deber social.
¡Socialismo o barbarie! ¡Viva Chávez!
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