sábado, 4 de febrero de 2012

Guerreros delicados.

  



Paris era cobarde y por eso aprendió a disparar flechas con suma puntería. Así batallaba sin riesgo tras los muros de Ilión, la que otros llaman Troya. Fue así como atinó a flechar el talón de Aquiles, el de los pies ligeros, como lo llamaba Homero, a quien se atribuye el más grande poema épico de este lado de la Galaxia, La Ilíada, o sea. No deja de ser problemático ser cobarde en la guerra, por más que sea. Hay que hacerse con la habilidad pusilánime de Paris.
O con bombarderos exactos, preferiblemente no tripulados, no sea cosa que los derriben, ahora que los iraníes saben apoderarse del control remoto de esos corotos. En el Líbano, Gaza y Libia, para no hablar de otros bombardeos recientes, no pudieron ocupar el territorio demolido. Les fue bien en Libia, hasta donde eso se pueda llamar «bien». Pero en el Líbano y en Gaza Israel perdió de un modo tanto más vergonzoso por cuanto libaneses y palestinos la derrotaron sin disparar un tiro. Tuvieron mucha dignidad, eso sí, el arma más difícil de rendir también de este lado de la Galaxia.
El viernes 20 de enero un soldado del Ejercito Afgano disparó sobre soldados franceses, mató a cuatro e hirió a dos docenas. El presidente francés Nicolas Sarkozy anunció el retiro anticipado de sus heroicas tropas. Puedes interpretar que arrugaron, es decir, que huyeron valientemente. Por cuatro soldados. Advierto que un solo muerto es demasiado, pero lejos estamos de los más de 163.000 muertos en 1916 en la Primera Guerra Mundial en Verdún. Interesante porque el canciller francés Alain Juppé se tomó el trabajo de ir el martes 31 al Consejo de Seguridad, con otros cancilleres pendencieros, para presionar la aplicación del método libio en Siria, como le mandan a hacer a Obama, el Nobel de la Paz. Debe dar gusto mandar y que te obedezcan servilmente como Obama. Pero divago.
Los imperios de otrora se la jugaban. Colón arriesgó todo por un proyecto que entonces no lucía demasiado claro. Contaba Machito que la reina Isabel empeñó sus alhajas porque Colón le hizo la historia. Y así. Los gringos se la jugaron más o menos ahí, no tanto como los españoles, pero pusieron sus muertos por más que sea. Claro, ponen más bombas que muertos, que ponen europeos, japoneses y quien sea.
Ahora no. La Casa Blanca censura los ataúdes de los soldados que regresan muertos. ¿Será que las novísimas doctrinas militares imperiales promueven guerreros delicados? Los romanos no eran así.
Una de las causas de la derrota en el Vietnam fueron las noticias sangrientas que se veían en el noticiero de la noche. Por eso la OTAN no quiere arriesgar soldados en tierra, sobre todo si son rubios.
Es contagioso: los financistas de hogaño tampoco arriesgan. Especulan sobre seguro, sin dar empleo, y, si las cosas les salen mal, recurren a los Estados para que expriman más a sus pobres y así recuperar su biyuyo mal invertido. Si los mercados fueran racionales, como dice el caletre neoliberal, pedirían la intervención de los Estados para regularlos.
No olvidemos que el plan libio fue ensayado, y fracasó, el 11 de abril de 2002 en Venezuela. ¿Lo repetirán el 7 de octubre de 2012? Sí. Y volverán a fracasar.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com

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