sábado, 10 de julio de 2010

Las metas del milenio y la autonomía de la mujer venezolana.


*Antonia Muñoz.

Sin duda que en Venezuela hay avances en cuanto a la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer en las últimas décadas. Por citar sólo un ejemplo, nos permitimos recordar que paulatinamente las mujeres comenzaron a estudiar carreras como ingeniería mecánica o petrolera que antes parecían reservadas a los varones. Hoy por hoy sabemos que no es así. Así mismo, el salto cuantitativo y cualitativo durante la Revolución Bolivariana es muy notorio. En primer lugar, la mayor protección y reconocimiento del papel de la mujer en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), en el capítulo V De los derechos Sociales desde el artículo 75 al 97; muy especialmente el artículo 88: “El Estado garantizará la igualdad y equidad de hombres y mujeres en el ejercicio del derecho al trabajo. El Estado reconocerá el trabajo del hogar como actividad económica que crea valor agregado y produce riqueza y bienestar social. Las amas de casa tienen derecho a la seguridad social”. La próxima Asamblea Nacional tiene, entre tantas tareas, legislar para que la letra del artículo 88 se concrete totalmente.

A lo establecido en la Constitución, se agrega el firme apoyo que a la mujer venezolana le ha brindado el Presidente de la República Hugo Chávez Frías, quien se ha declarado abiertamente feminista. Aunque no podemos afirmar que en todas las actividades o instituciones públicas o privadas del país participan o están dirigidas en condiciones de igualdad o están constituidas por similar número de mujeres que de hombres, tampoco se pueden negar los avances en este sentido. Desde el punto de vista cualitativo y a manera de ejemplo es resaltante que la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia, el Ministerio Público (Fiscalía), el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la Defensoría del Pueblo estén presididas por mujeres.

El 08 de marzo de 2001, el Presidente de la República crea el Banco de la Mujer (BANMUJER), organismo crediticio que le ha dado un significativo apoyo a los pequeños proyectos de diversas naturalezas presentados por mujeres, en forma individual o agrupadas en las diferentes formas de organización comunitaria; proyectos que han contribuido a mejorar la economía de miles de hogares venezolanos, la mayoría de ellos con una mujer como cabeza de familia. Alguien afirmó que la pobreza muchas veces tiene cara de mujer, expresión que no debe sorprendernos ya que en Venezuela existe un gran matriarcado, lo cual tiene mucho impacto socio- económico en los hogares y por ende en la sociedad; problema que la revolución tiene que continuar enfrentando. Ciertamente tenemos el compromiso político de profundizar el combate del cáncer social que constituye una cantidad de niños y niñas sin padres que se responsabilicen por su educación y formación, mucho menos por darles el amor que toda criatura tiene derecho a recibir de sus padres.

El 23 de marzo de 2006 la revolución crea la misión Madres del Barrio, dirigida a las madres más pobres entre las pobres, madres sin ningún tipo de actividad laboral que genere ingresos para el hogar. Esta misión también fue concebida para favorecer a las mujeres con discapacidad. La Misión se fundamenta en aquel adagio cargado de sabiduría china que recomienda “enseñar a pescar y no regalar el pescado”, para formar ciudadanos y ciudadanas no dependientes. En la Misión Madres del Barrio, se enseña a pescar para lograr las mujeres independientes que necesitan las familias y el país. Sin embargo, mientras las mujeres beneficiarias aprenden a pescar, se les regala el pescado. Bien vale la pena invertir dinero del petróleo, que es de todos y todas, en capacitar para el trabajo y otorgar créditos para que nuestras mujeres en pobreza general y extrema puedan iniciar una actividad productiva que les permita ayudar aún más en la manutención de su familia. Por eso las beneficiarias de la Misión reciben un estipendio equivalente a tres cuarta (3/4) parte de un salario mínimo por aproximadamente un año, mientras se capacitan en algún oficio y posteriormente comienzan a generar recursos, teniendo como base la actividad aprendida.

Algunos critican la Misión, sin embargo, es difícil motivar a una madre para que se capacite en un oficio cualquiera, mientras, prácticamente se muere de hambre junto con sus hijos, que a lo mejor comen completo porque estudian en una Escuela Bolivariana o sólo reciben un almuerzo balanceado, gracias al Programa de Alimentación Escolar (PAE). También puede darse el caso que la única comida del día sea un almuerzo caliente en una Casa de Alimentación preparado también por mujeres pobres, que reciben los almuerzos para su grupo familiar, como estímulo por el trabajo voluntario de prepararle comida al prójimo más desvalido, hermanos y hermanas que no ganan ni siquiera para comprar los alimentos subsidiados que vende el Gobierno Nacional a través de MERCAL Y PDVAL.

Por otra parte, sólo están eximidas de trabajar las mujeres que tienen una discapacidad mental o motora que le impida realizar cualquier tipo de actividad o las adultas “muy” mayores. Y le agrego lo de muy mayores, porque he conocido personas de 50 años y hasta de menor edad que “se declaran ancianas” y hasta plantean jubilaciones prematuras. Lo que si le puedo garantizar, es que dejar de trabajar o de realizar alguna actividad productiva y gratificante, es la mejor manera de envejecer prematuramente física y mentalmente. Estar inactiva es como darle la bienvenida a la muerte antes de que llegue. Particularmente esta servidora cree que toda persona hábil física y mentalmente para trabajar debe hacerlo. No conozco de ninguna civilización o sociedad que sin trabajar haya florecido. Si alguien conoce de alguna excepción que socialice la información. Tampoco podemos olvidar que la CRBV en su artículo 87 establece que: Toda persona tiene derecho al trabajo y el deber de trabajar…

En relación a lo anterior, a los cristianos y cristianas pudiera serle de utilidad recordar la Segunda Carta del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses. 3: 6-12. El deber de trabajar: Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros/ Porque vosotros mismos sabéis de que manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros,/ ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravoso a ninguno de vosotros; /no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis/ Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma, / Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno./ a los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo; que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.

*Dirigente Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

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