El pasado miércoles 21 de julio el Presidente norteamericano Barack Obama promulgó la Ley de reforma financiera aprobada por el Congreso de su país. El discurso oficial la presenta como un instrumento que les permitirá evitar una nueva crisis económica y financiera de la magnitud vivida en los últimos tres años. Se estima que es la reforma financiera más importante realizada desde la gran depresión de los años treinta del siglo pasado. La ley tiene como epicentro profundizar en la capacidad reguladora del estado introduciendo medidas inéditas de protección para los consumidores, restricciones a los dueños de los bancos para comercializar inversiones riesgosas en función de su capital, así como en materia de inversiones hipotecarias, reservas de capital y pagos a sus ejecutivos.
La reforma financiera norteamericana les permitirá crear, por primera vez, una oficina independiente adscrita a la Reserva Federal, que tendrá la potestad de supervisar servicios y productos financieros como hipotecas, tarjetas de créditos, préstamos a corto plazo y derivados con subyacentes. Esta Oficina de Protección Financiera del Consumidor se encargará de resguardarle de prácticas crediticias embaucadoras y tarifas ocultas en créditos hipotecarios y tarjetas de crédito. La derecha republicana se opuso tenazmente a esta idea que tardará un año en implementarse.
Igualmente debe resaltarse, de una parte, la creación de un consejo financiero encargado de monitorear y supervisar cualquier tipo de amenaza contra el sistema financiero con potestad de cerrar instituciones del área; de la otra, la prohibición de que el Gobierno Federal rescate a bancos que enfrenten grandes pérdidas debido a prácticas engañosas con los derivados financieros. Esto último caracterizó la actuación del Gobierno de Bush y el de Obama al aprobar los respectivos paquetes de rescate de 2009 y 2010.
Se hacen evidente dos hechos y una gran interrogante. Uno se refiere al intento de profundizar la regulación financiera por parte del estado. Sólo una crisis devastadora como la vivida por el capitalismo recientemente pudo permitir que se abriera una rendija en aquella economía literalmente “tomada” por la más grotesca de las especulaciones financieras que generaron burbujas incontrolables y colocaron el acento de la acumulación de capital en las finanzas y no en la economía real. Hecho que viniendo desde la década de los ochenta del siglo XX se explicaba en el dominio del pensamiento neoliberal y el ocaso del keynesianismo. La crisis es tan pronunciada que hace obligante al orden capitalista permitir una intervención “salvadora” estatal.
La otra circunstancia es que se registra una reforma financiera en los Estados Unidos en dirección contraria al pensamiento económico dominante en Europa, particularmente en lo relativo a la manera de enfrentar la crisis fiscal por alto endeudamiento y la recesión en varios de esos países. Vale decir que el recetario Europeo se ha aproximado al Fondo Monetario Internacional, FMI, en los programas de ajuste económico, y más en la no intervención estatal en los temas de regulación financiera. Siendo uno, el capitalismo desarrollado tiene dos enfoques para salir de la recesión y estabilizarse.
La interrogante que suscita estos acontecimientos es si la reforma financiera aprobada en Estados Unidos les permitirá aislar o proteger a su economía de nuevas crisis originadas en burbujas financieras especulativas.
Posiblemente atenúe tal posibilidad en el corto plazo ya que ciertamente desde la economía real la crisis vivida fue ruinosa y aún no esta totalmente resuelta, incluso no es descartable una segunda recesión en 2011, no tanto por su propio desenvolvimiento económico, si por el de Europa. Quince millones de desempleados en EEUU y diecisiete millones en Europa avizoran un largo camino a la recuperación. En el mediano y largo plazo las crisis del sistema capitalista, siéndole inherentes, seguirán apareciendo cíclicamente, recurrentemente.
Y quizás lo mas interesante para la ciencia económica es verificar en estos y en los futuros hechos económicos y sociales del capitalismo norteamericano, eventuales cambios en el peso de la acumulación de capital que dirima la continuación de la hegemónica especulación financiera o la supremacía de la producción para el sobre consumo y el derroche capitalista. En cualquier caso no cambiará la cualidad de ser un orden social que toma el esfuerzo o el producto del trabajo humano para convertirlo en máxima ganancia, ello sigue siendo el objetivo superior de la concentración y centralización del capital en el capitalismo.
*Dirigente Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
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