Daniela Estrada entrevista a SONIA MONTAÑO, directora de género de la Cepal
(IPS) - "Las mujeres ayudan a reducir la pobreza y mejoran los ingresos familiares, pero lo hacen a un precio demasiado alto, porque sus jornadas totales de trabajo superan en todos los países a las de los hombres", sintetizó Sonia Montaño, directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal.
Montaño adelantó a IPS algunos temas que se abordarán en la XI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, a realizarse entre el 13 y el 16 de julio en Brasilia.
La precedente reunión intergubernamental convocada por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) tuvo lugar en Quito en 2007. A la capital brasileña concurrirán entre 800 y un millar de mujeres, tanto funcionarias de gobiernos como representantes de la sociedad civil, explicó la socióloga boliviana.
IPS: ¿Cuál es el objetivo de la conferencia?
Sonia Montaño: Revisar los avances que se han llevado a cabo en la región en materia de igualdad de género. En esta reunión, los gobiernos rendirán cuenta sobre los compromisos que asumieron, en particular los del Consenso de Quito, el acuerdo político adoptado hace tres años.
En Brasilia no se realizará una evaluación panorámica de la situación de la mujer sino que el lente a través del cual se mirará será el de los avances en el empoderamiento económico de las mujeres.
IPS: ¿Qué mostrará la lupa puesta sobre este punto?
SM: Los gobiernos justamente decidieron este tema porque la evaluación no es muy positiva. Hay otros ámbitos donde hay más progresos, como educación y violencia.
En los últimos 15 años la tendencia general fue de mayor participación de las mujeres en el mercado de trabajo, un avance importante. Ellas salen a trabajar por dos razones: por necesidad y porque se han educado. Las mujeres están más educadas que antes y eso también es positivo.
Los problemas comienzan cuando vemos que en todos los países todavía la participación laboral remunerada femenina es menor a la masculina. Aunque hay varios obstáculos, el núcleo del problema es que todavía los países de la región no han resuelto el problema del cuidado.
Es decir, las mujeres de todos los grupos de edad, especialmente las jóvenes en edad reproductiva, no lograron ni los servicios del Estado ni la participación de los hombres, y perdieron redes familiares para poder cuidar a niños, enfermos y ancianos.
Las mujeres jóvenes suelen tener madres que también trabajan, entonces hay un vacío del cuidado. Las relaciones familiares se han fragilizado, hay más gente mayor y el Estado no ha hecho la inversión suficiente en materia de cuidado.
Esto ha hecho que las mujeres pierdan movilidad, que busquen empleos cercanos a sus casas, más precarios, más flexibles, porque las únicas que han estado compatibilizando el trabajo y la familia son ellas.
La segunda dificultad tiene que ver con que las mujeres todavía privilegian una formación cercana a lo que siempre han sabido hacer: cuidar. Son maestras, enfermeras, trabajadoras domésticas. Esto hace que se perpetúe la discriminación porque perciben un menor salario.
Las mujeres ayudan a reducir la pobreza y mejoran los ingresos familiares, pero lo hacen a un precio demasiado alto porque sus jornadas de trabajo total, es decir, pagadas y no pagadas, son en todos los países mayores que las de los hombres.
IPS: ¿La Cepal presentará algún estudio al respecto?
SM: Sí, el estudio que estamos preparando se titula "Qué Estado para qué igualdad", y la pregunta es justamente cuáles han sido las políticas laborales de la última década.
Pero lo que vemos es que en realidad no hubo políticas laborales propiamente dichas sino políticas de inversión. Los estados, en general, se dedicaron a atraer inversión extranjera, abriendo nichos de trabajo en las industrias manufactureras de exportación, como las temporeras en Chile y las maquilas en Centroamérica, pero debilitando los derechos de los y las trabajadoras.
En la maquila, las mujeres trabajan más de las ocho horas reglamentarias, sin contrato, en condiciones penosas, a destajo, bajo presión, y, en muchos casos, hay una enorme violación de sus derechos como personas, como la prohibición de embarazos.
IPS: En 2010 se cumplen 15 años de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, de Beijing, y 10 años del establecimiento de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio. ¿Cómo va el cumplimiento de los compromisos asumidos por la región en ambas citas?
SM: Lo que hemos visto en marzo en Nueva York, en (el 54 periodo de sesiones de) la Comisión Jurídica y Social de la Mujer es que América Latina, en comparación con otras regiones, lo ha hecho bien. Por varios motivos.
En los últimos siete u ocho años hubo una importante reducción de la pobreza, hubo democracia y crecimiento económico. En este contexto, más favorable que en los 80 y 90, la región logró cumplir las metas educativas y avanzó en participación laboral.
Pero se quedó corta en temas sumamente serios, como la mortalidad materna, que yo diría es de las heridas que tiene nuestra región. Los países que estaban bien antes de Beijing, como Uruguay, Chile y Cuba, siguen bien. Pero los que estaban mal, si bien mejoraron un poco, siguen teniendo tasas de mortalidad materna que no se justifican.
No es posible que en un mundo donde puedes ir a la luna mueras en el parto.
También se avanzó mucho en las leyes de violencia y en acceso al crédito, pero no tanto en participación política. El promedio regional sigue siendo 17 por ciento y necesitaríamos 50 años más para llegar al planteado 40 por ciento. A este ritmo no estamos avanzando lo suficiente.(
(IPS) - "Las mujeres ayudan a reducir la pobreza y mejoran los ingresos familiares, pero lo hacen a un precio demasiado alto, porque sus jornadas totales de trabajo superan en todos los países a las de los hombres", sintetizó Sonia Montaño, directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal.
Montaño adelantó a IPS algunos temas que se abordarán en la XI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, a realizarse entre el 13 y el 16 de julio en Brasilia.
La precedente reunión intergubernamental convocada por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) tuvo lugar en Quito en 2007. A la capital brasileña concurrirán entre 800 y un millar de mujeres, tanto funcionarias de gobiernos como representantes de la sociedad civil, explicó la socióloga boliviana.
IPS: ¿Cuál es el objetivo de la conferencia?
Sonia Montaño: Revisar los avances que se han llevado a cabo en la región en materia de igualdad de género. En esta reunión, los gobiernos rendirán cuenta sobre los compromisos que asumieron, en particular los del Consenso de Quito, el acuerdo político adoptado hace tres años.
En Brasilia no se realizará una evaluación panorámica de la situación de la mujer sino que el lente a través del cual se mirará será el de los avances en el empoderamiento económico de las mujeres.
IPS: ¿Qué mostrará la lupa puesta sobre este punto?
SM: Los gobiernos justamente decidieron este tema porque la evaluación no es muy positiva. Hay otros ámbitos donde hay más progresos, como educación y violencia.
En los últimos 15 años la tendencia general fue de mayor participación de las mujeres en el mercado de trabajo, un avance importante. Ellas salen a trabajar por dos razones: por necesidad y porque se han educado. Las mujeres están más educadas que antes y eso también es positivo.
Los problemas comienzan cuando vemos que en todos los países todavía la participación laboral remunerada femenina es menor a la masculina. Aunque hay varios obstáculos, el núcleo del problema es que todavía los países de la región no han resuelto el problema del cuidado.
Es decir, las mujeres de todos los grupos de edad, especialmente las jóvenes en edad reproductiva, no lograron ni los servicios del Estado ni la participación de los hombres, y perdieron redes familiares para poder cuidar a niños, enfermos y ancianos.
Las mujeres jóvenes suelen tener madres que también trabajan, entonces hay un vacío del cuidado. Las relaciones familiares se han fragilizado, hay más gente mayor y el Estado no ha hecho la inversión suficiente en materia de cuidado.
Esto ha hecho que las mujeres pierdan movilidad, que busquen empleos cercanos a sus casas, más precarios, más flexibles, porque las únicas que han estado compatibilizando el trabajo y la familia son ellas.
La segunda dificultad tiene que ver con que las mujeres todavía privilegian una formación cercana a lo que siempre han sabido hacer: cuidar. Son maestras, enfermeras, trabajadoras domésticas. Esto hace que se perpetúe la discriminación porque perciben un menor salario.
Las mujeres ayudan a reducir la pobreza y mejoran los ingresos familiares, pero lo hacen a un precio demasiado alto porque sus jornadas de trabajo total, es decir, pagadas y no pagadas, son en todos los países mayores que las de los hombres.
IPS: ¿La Cepal presentará algún estudio al respecto?
SM: Sí, el estudio que estamos preparando se titula "Qué Estado para qué igualdad", y la pregunta es justamente cuáles han sido las políticas laborales de la última década.
Pero lo que vemos es que en realidad no hubo políticas laborales propiamente dichas sino políticas de inversión. Los estados, en general, se dedicaron a atraer inversión extranjera, abriendo nichos de trabajo en las industrias manufactureras de exportación, como las temporeras en Chile y las maquilas en Centroamérica, pero debilitando los derechos de los y las trabajadoras.
En la maquila, las mujeres trabajan más de las ocho horas reglamentarias, sin contrato, en condiciones penosas, a destajo, bajo presión, y, en muchos casos, hay una enorme violación de sus derechos como personas, como la prohibición de embarazos.
IPS: En 2010 se cumplen 15 años de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, de Beijing, y 10 años del establecimiento de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio. ¿Cómo va el cumplimiento de los compromisos asumidos por la región en ambas citas?
SM: Lo que hemos visto en marzo en Nueva York, en (el 54 periodo de sesiones de) la Comisión Jurídica y Social de la Mujer es que América Latina, en comparación con otras regiones, lo ha hecho bien. Por varios motivos.
En los últimos siete u ocho años hubo una importante reducción de la pobreza, hubo democracia y crecimiento económico. En este contexto, más favorable que en los 80 y 90, la región logró cumplir las metas educativas y avanzó en participación laboral.
Pero se quedó corta en temas sumamente serios, como la mortalidad materna, que yo diría es de las heridas que tiene nuestra región. Los países que estaban bien antes de Beijing, como Uruguay, Chile y Cuba, siguen bien. Pero los que estaban mal, si bien mejoraron un poco, siguen teniendo tasas de mortalidad materna que no se justifican.
No es posible que en un mundo donde puedes ir a la luna mueras en el parto.
También se avanzó mucho en las leyes de violencia y en acceso al crédito, pero no tanto en participación política. El promedio regional sigue siendo 17 por ciento y necesitaríamos 50 años más para llegar al planteado 40 por ciento. A este ritmo no estamos avanzando lo suficiente.(
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