sábado, 6 de marzo de 2010

¿Son naturales algunos cataclismos o son provocados por arma climática creada por EEUU?


Hernán Mena Cifuentes

La sucesión de sismos, inundaciones, deslaves, olas de frío, nevadas, maremotos, sequías y tsunamis que en los últimos 50 días han matado a cientos de miles de personas y destruido una inmensa infraestructura urbana, vial y de servicios en el planeta hace surgir una vez más la interrogante de que ¿se trata de fenómenos naturales o de un crimen provocado por HAARP, arma climática creada por el hombre?.

A raíz de la denuncia hecha hace varios años por un diario de Alaska sobre la existencia en un remoto paraje de ese territorio estadounidense de un laboratorio donde se realizan experimentos orientados a modificar temporalmente la ionosfera, surgió la hipótesis avalada por un grupo de expertos y científicos que aseguraron que algunos de esos cataclismos podrían ser causados por la manipulación de las fuerzas de la naturaleza.

La tesis ha sido calificada como “absurda y aventurada” por sectores vinculados con el gobierno estadounidense, aún cuando la USAF (Fuerza Aérea de Estados Unidos), coincidiendo con la información publicada en el Anchorage Daily News, admitió que en su base ubicada en Gokona se realizan experimentos del proyecto High-frecuency Active Aureal Research Program (HAARP, por sus siglas en inglés), Programa de Investigación de la Aurora Activa de Alta Frecuencia.

Desde entonces se ha venido discutiendo ampliamente sobre el proyecto que muchos consideran está orientado a desarrollar la más brutal e inhumana forma de eliminar la vida humana mediante el uso del “arma climática” que en cuestión de instantes puede asesinar a cientos de miles o millones de habitantes de pueblos y ciudades, lo cual hace aparecer como un “juego de niños” la acción de las armas convencionales y nucleares conocidas hasta ahora.

Las autoridades estadounidenses rechazan esa afirmación, asegurando que se trata de “un programa científico y militar de investigación sobre la ionosfera financiado por la Fuerza Aérea, la Marina, la Defense Advanced Research Projects Agency y la Universidad de Alaska; con el fin de potenciar los avances tecnológicos que permitan mejorar su capacidad para favorecer las radiocomunicaciones y los sistemas de vigilancia”.

“El principal dispositivo de la Estación HAARP, que comenzó a funcionar en 1993 es el Ionospheric Research Instrument, Instrumento Investigador de la Ionosfera (IRI, por sus siglas en inglés), un potente radiotransmisor de alta frecuencia que se emplea para modificar las propiedades de la ionosfera en una zona limitada de la misma”, según se desprende de la información ofrecida por Wikipedia, “la enciclopedia libre”.

La explicación no ha satisfecho a muchos, entre ellos al Parlamento Europeo y a la Duma rusa, instituciones que han denunciado el polémico proyecto en sendos documentos, tras considerar la supuesta amenaza que representa para el medio ambiente y para la seguridad de ambos estados y del resto del mundo ante la posibilidad de que el mismo sea usado como armamento.

En resolución emitida el 28 de enero de 1999 sobre Medio Ambiente y Política Exterior los diputados europeos denunciaron que “la estación HAARP manipulaba el medio ambiente con fines militares y solicitaba que, puesto que planteaba un problema de envergadura mundial (apartado 24), fuese objeto de una evaluación por parte de STOA”, organismo de control científico y económico del Parlamento, en lo que se refiere a sus repercusiones sobre el medio ambiente local y mundial, así como sobre la salud pública en general.

Por su parte, los comités de defensa y asuntos internacionales de la Duma (Parlamento ruso) emitieron en agosto de 2002 un comunicado de prensa sobre HAARP, denunciando que “Estados Unidos (EEUU) está creando nuevas armas integrales de carácter geofísico que pueden influir en la troposfera con ondas de radio de alta frecuencia”.

“La importancia de este salto cualitativo es comparable a la transición de las armas blancas a las armas de fuego, o de las armas convencionales a las armas nucleares. Este nuevo tipo de armas difiere de las armas de cualquier otro tipo conocido, en el que la troposfera y sus componentes se convierten en objetos sobre los cuales se puede influir”, refiere el texto.

Ambos documentos, por la gravedad de la denuncia y respetabilidad de las instituciones que los emitieron, merecen ser tomados en cuenta y analizados a través de una exhaustiva investigación por parte de gobiernos y organismos internacionales competentes, pero hasta ahora el problema únicamente ha sido objeto de la atención y preocupación de individualidades científicas y profesionales del periodismo.

Son ellos los que han escrito libros y reportajes sobre HAARP, en los que destacan que muchos de los cataclismos que en los últimos años vienen asolando a nuestro planeta no serían fenómenos naturales, sino provocados por la mano criminal de un Estado que estaría manipulando el clima a favor de mezquinos intereses políticos y económicos, en perjuicio de los más de 6 mil millones de habitantes del planeta.

De acuerdo con sus investigaciones, algunos de los desastres que se vienen registrando en el mundo últimamente no serían atribuibles únicamente al cambio climático o efecto invernadero que sufre la tierra por culpa del alto consumo de combustibles fósiles, de la tala y quema de bosques y de otras negativas manifestaciones del destructivo consumismo propio de los países del mundo industrializado.

En una serie de trabajos, adelantados por eminentes hombres y mujeres de ciencia y por destacados profesionales de la comunicación social, se ha llegado a la conclusión de que HAARP sería responsable del desencadenamiento de poderosos fenómenos climáticos artificiales que en las últimas décadas han dejado una estela de muerte y destrucción en Asia, África, América, Europa y Oceanía.

Entre los pioneros de la denuncia en contra de HAARP, figuran el científico Nick Begich y la periodista Jeanne Mase, autores del libro Angels don´t play this Harp (Los Ángeles no tocan esta arpa), obra en la cual plantean la hipótesis de “que, en caso de ponerse en marcha dicho plan, podría tener peores consecuencias para nuestro planeta que las pruebas nucleares”.

Por su parte, la doctora Rosalie Bertier, coincidiendo con Begich y Mase, denunció que HAARP “forma parte de un sistema integrado de armamentos que tiene consecuencias ecológicamente potencialmente devastadoras,” declaración a la que siguieron otras similares hechas por otros académicos de renombre.

Michel Chossudovsky, destacado economista, catedrático de la Universidad de Ottawa y analista político internacional, fue más allá en su denuncia, al escribir en la edición electrónica de la revista The Ecologist que “HAARP es un arma de destrucción masiva, capaz de desestabilizar los sistemas agrícolas y ecológicos en todo el globo”.

“Aunque pocas veces se habla sobre el tema en el debate sobre el cambio climático global, ahora se sabe que se puede modificar el clima del mundo con una nueva generación de armas electromagnéticas avanzadas”, destaca el profesor.

Chossudovsky hace referencia en su artículo al documento elaborado por la Fuerza Aérea de Estados Unidos en junio de 1996, titulado “USAF 25, Informe Final”, el cual, aunque no menciona el nombre de HAARP, señala que “la manipulación del clima ofrece al combatiente en la guerra una amplia gama de opciones para derrotar o coercer al adversario. Sus capacidades se extienden a la provocación de inundaciones, huracanes, sequías y terremotos”.

Destaca el académico que el informe señala que la manipulación climática “podría tener implicaciones ofensivas y defensivas, incluso podría ser utilizada con propósitos de disuasión. La habilidad de generar precipitaciones, nieblas, tormentas, modificar el espacio exterior o la producción de climas artificiales constituye parte de un conjunto de tecnologías que pueden incrementar el conocimiento tecnológico, la riqueza y el poder de EEUU o degradar el de sus adversarios”.

En base a lo sugerido por Chossudovsky, no sería aventurado por lo tanto sospechar que las grandes sequías que afectan a Corea, los frecuentes terremotos que han asolado a Irán, los tifones en Mianmar, los huracanes que han devastado a Cuba y Nicaragua, las inundaciones, deslaves y sequías en Bolivia y Venezuela habrían sido causadas por un arma climática como HAARP, dirigida contra esas naciones, algunas de las cuales, conforman, según Washington, “El Eje del Mal”.

Por otra parte, el académico difiere de la opinión sustentada por la Organización Meteorológica Mundial ( WMO, por sus siglas en inglés) al señalar que “en un estudio sin mayor examen, la WMO le echa la culpa al calentamiento global.”

”Estos eventos récords (altas y bajas temperaturas, sequías y tormentas tropicales) se han venido incrementando gradualmente en los últimos 100 años conforme aumentan los promedios comprobados de temperaturas, pero si bien el calentamiento global es indudablemente un importante factor, no puede, sin embargo, dar cuenta totalmente de semejante patrón extremo e inusual de comportamiento del clima”; indica el catedrático.

Coincidiendo con lo expresado por el reporte de la USAF sobre la capacidad de ese tipo de ingenios para provocar fenómenos climáticos artificiales, en Venezuela se registró en diciembre de 1999 una de las tragedias más grandes de su historia, evento que levantó las primeras sospechas sobre la presunta acción de HAARP, dirigida a “degradar” a un país con un gobierno adversario de Washington.

Ciento 23 días después de aquel primer llamado de alerta sobre la peligrosidad de HAARP hecho por el Parlamento Europeo, se registró una sucesión de lluvias torrenciales de varias semanas de duración que provocaron grandes deslaves que bajaron desde lo alto de vertiente norte del Waraira Repano (Ávila) sobre el litoral guaireño, desatando el 15 de diciembre de 1999 una espiral de muerte y destrucción que cobró la vida de decenas de miles de personas.

Refuerza esa sospecha el hecho de que cinco días después del pronunciamiento de los diputados europeos, en su discurso de toma de posesión de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, el 2 de febrero de 1999, Hugo Chávez Frías hizo un dramático llamado convocando a los latinoamericanos y caribeños a “plantearnos una confederación de naciones de esta parte del mundo”.

¿Temía EEUU que con el llamado del Comandante, tal como hoy está ocurriendo, se hiciera realidad el sueño de unidad de Bolívar, y como lo hizo hace 184 años cuando conspiró para hacer fracasar el Congreso Anfictiónico de Panamá, por ello intentó repetir una acción similar, esta vez usando del arma del HAARP contra Venezuela'.

Lo cierto es que Chávez, gracias a su visión de estadista, político y militar, intuyó que algo grave estaba sucediendo y que algo peor podría estar por suceder, más allá de un desastre “natural”, por lo que no fue un capricho su decisión de rechazar la “ayuda” que, a bordo de flota de buques con miles de marines, incluido un Cuerpo de Ingenieros y maquinarias, estaba enviando EEUU con el supuesto propósito de participar en las labores de reconstrucción de Vargas.

La flota yanqui tuvo que devolverse a mitad de la travesía ante la tajante negativa del comandante de permitir su desembarque, decisión que causó profundo disgusto y malestar en Washington, generando a partir de entonces una abierta enemistad hacia el proceso revolucionario que se iniciaba y en particular contra su líder y presidente del país. Otras naciones, siguiendo el ejemplo dado por Chávez, han rechazado la ayuda del Imperio en similares situaciones.

A nadie escapa por otra parte el hecho de que los cataclismos ha venido aumentando en el mundo en los últimos años, siendo el más devastador el ocurrido el 26 de diciembre de 2004 frente a las costas de Sumatra, el cual generó un tsunami que se extendió por el océano Índico matando a más de 275 mil personas en Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia, llegando a alcanzar su poder destructivo a la costa oriental de África.

En 2009, más de siete terremotos de gran intensidad ocurrieron en Italia, Nueva Zelanda, Japón, Bután, Islas de Samoa y Sumatra, y cuando apenas comienza el año 2010, ya se contabilizan dos grandes terremotos, el primero ocurrido el 12 de enero en Haití, el cual dejó un saldo de más de 200 mil víctimas mortales, más de un millón de damnificados.

Y cuando el mundo aún no se recuperaba del dolor y destrucción dejado por el sismo de Haití, Chile fue asolado por un gran terremoto de magnitud 8.3 en la escala Ritcher, cataclismo que causó la muerte de 800 personas, generando un tsumani en la costa firme que se extendió por el Pacífico hasta alcanzar el archipiélago chileno de Juan Fernández, matando allí a varios de sus pobladores.

Tragedias como esas, cada vez más frecuentes y más devastadoras, han hecho surgir con mayor fuerza y razón que antes la interrogante: ¿Son naturales o provocados por la mano criminal de un imperio que se niega a morir y en un esfuerzo por sobrevivir al final inexorable que le espera estaría desatando la guerra climatológica utilizando a HAARP, la más letal de las armas conocidas hasta ahora que hace aparecer como juguete de niños las armas convencionales y nucleares hasta ahora conocidas'.

La verdad saldrá a relucir tarde o temprano y, de resultar ciertas las sospechas de quienes han denunciado el desarrollo de HAARP y sus diabólicos propósitos, arma creada para exterminar a pueblos enteros, provocando sequías, inundaciones, deslaves, nevadas, terremotos, maremotos y tsunamis; el mundo podrá sentar finalmente en el banquillo de los acusados y condenar a ese imperio en decadencia, cuyo fin inexorable nada ni nadie podrá impedir.

1 comentario:

pedro dijo...

Olvida Vd. un posible responsable incipiente de esos "cambios" , mucho mas documentado cientificamente y con pruebas ,que los que se citan en el blog:

http://starviewer.wordpress.com/2009/06/17/nasa-esa-y-cambio-climatico-posiciones-encontradas-ultimos-datos/