Andrea Coa
En el primer escrito del 2010, espero contribuir fructíferamente a la lucha ideológica interna del movimiento revolucionario bolivariano, con este primer artículo acerca de la lealtad.
Qué es y qué no es lealtad.
La lealtad es la capacidad de actuar de acuerdo con principios de respeto y fidelidad a los principales valores espirituales de la humanidad, los cuales son:
La preservación de la especie humana en un ecosistema saludable, en armonía con todas las fuerzas de la Naturaleza. Este es el principio rector, del cual se derivan todos los otros. Cabe decir que no tiene ninguna validez cualquier tipo de fidelidad que se oponga, perturbe o perjudique el valor supremo de la lealtad a la Madre Naturaleza: llámela Dios, Pacha Mama, o como usted quiera.
La lucha por establecer en el planeta Tierra una forma de organización social, que esté acorde con el principio de la fidelidad a la Madre Naturaleza, de la cual somos un exudado consciente, que se ha dejado dirigir por sus peores elementos, atentando contra sí misma al creer que se puede dominar a la naturaleza, como si un átomo de agua pudiera controlar al océano. Llame a ese sistema social como quiera, yo prefiero llamarlo Socialismo. Cualquier fidelidad a cualquier forma de organización social que se aparte de los principios de respeto total a la Naturaleza, no es válida. De ese principio superior se derivan los que siguen.
Las relaciones en un mundo regido por la lucha de clases con intereses opuestos, cuyos ideales son antagónicos, son dominadas por la confrontación, la cual ha impregnado todos los estratos de la sociedad en todos los países, que está bajo el control ideológico de la manera de pensar, luchar y conducirse de la clase dominante, que son la oligarquía y sus sirvientes: Aquellos que buscan aprovecharse de los demás para beneficiarse, sin importarles el destino de los demás seres humanos. Es la ideología de las células cancerosas, que acumulan nutrientes y se desarrollan de forma desproporcionada, destruyendo al organismo que los hospeda. La mentalidad dominante ejerce una presión osmótica sobre todos los seres pensantes, conformando un patrón de pensamiento que está en todas partes, influenciando las ideas y los sentimientos de toda la humanidad. Por eso es tan común la traición, el engaño, la tracalería y todas las formas de desarmonía ideológica.
Un ejemplo claro de esa desarmonía está en la propaganda de una conocida mayonesa, en la cual la gallina baila alegremente cantando el eslogan de aquellos que destrozan su descendencia, los huevos de donde habrían nacido pollos, para obtener ganancias materiales. Así, muchas personas que no tienen medios de producción se creen oligarcas cuando, en realidad, en tanto necesiten trabajar para otro, para vivir o mantener un nivel de vida, son, aunque no les guste, proletarias y proletarios.
Las revolucionarias y los revolucionarios de todos los tiempos han estado dispuestos incluso a morir si fuese necesario, con tal de cambiar el sistema social. Eso se debe a que esas personas han tomado conciencia de que la actual sociedad de explotación no solamente nos saca la chicha a todos para beneficiar a una minoría absoluta, sino que son un riesgo para toda la especie porque están depredando el planeta donde nos sustentamos, de la misma manera que un cuerpo que padece de metastasis lleva a su hospedador a un estado tal, que puede perecer. Es un error creer que podemos terminar con el mundo, que es un ser inteligente y superior; es el mundo el que puede acabar con la humanidad para no perecer, como un cuerpo elimina una colonia de parásitos.
Sucede en importancia a la lealtad a la Tierra y al Socialismo, la fidelidad a nuestros congéneres que están en situación de desventaja social y económica: las oprimidas y los oprimidos del mundo. Estas personas debemos estar organizadas de manera que podamos confrontar con posibilidades ciertas de victoria, a las fuerzas de la oscuridad, representadas por el capitalismo mundial. Así que nuestra organización debe también ser mundial, y debemos hacernos fuertes en todos los países, desarrollando nuestras potencialidades, para poder vencer a las fuerzas opresoras. Y en esa organización debemos erradicar la mentalidad burguesa. Pensar como los opresores nos llevaría a actuar de acuerdo con los intereses de ellos. Todo egoísmo es burgués, toda solidaridad es revolucionaria. A la oligarquía no le importa si la gente sufre o ríe, en cambio a las revolucionarias y los revolucionarios sí, así que ayudamos a nuestros hermanos y somos solidarios con su sufrimiento, el cual procuramos ayudar a aliviar en lo posible.
La lealtad a los que nos ayudan, es parte de la solidaridad revolucionaria. Pero cuando esa lealtad nos obliga a actuar contra los intereses supremos de la humanidad, contra la lucha revolucionaria por trascender el capitalismo y/o contra otros seres humanos inocentes, entonces no es lealtad sino complicidad. Y cuando nos vemos en la situación de tener que mirar y callar, o participar en esos actos inhumanos, porque de lo contrario nos quedaríamos sin un empleo que nos proporcione lo necesario para mantenernos nosotros y nuestra familia, estamos en presencia del BOZAL DE AREPA.
En este sentido, es necesario que, para la organización revolucionaria, priven los principios ecológicos por sobre los explotacionistas, los humanistas por sobre los egoístas, los principios solidarios por sobre la crueldad, para poder avanzar en la construcción del Socialismo, la sociedad que puede salvar a la humanidad.
andrea.coa@gmail.com
En el primer escrito del 2010, espero contribuir fructíferamente a la lucha ideológica interna del movimiento revolucionario bolivariano, con este primer artículo acerca de la lealtad.
Qué es y qué no es lealtad.
La lealtad es la capacidad de actuar de acuerdo con principios de respeto y fidelidad a los principales valores espirituales de la humanidad, los cuales son:
La preservación de la especie humana en un ecosistema saludable, en armonía con todas las fuerzas de la Naturaleza. Este es el principio rector, del cual se derivan todos los otros. Cabe decir que no tiene ninguna validez cualquier tipo de fidelidad que se oponga, perturbe o perjudique el valor supremo de la lealtad a la Madre Naturaleza: llámela Dios, Pacha Mama, o como usted quiera.
La lucha por establecer en el planeta Tierra una forma de organización social, que esté acorde con el principio de la fidelidad a la Madre Naturaleza, de la cual somos un exudado consciente, que se ha dejado dirigir por sus peores elementos, atentando contra sí misma al creer que se puede dominar a la naturaleza, como si un átomo de agua pudiera controlar al océano. Llame a ese sistema social como quiera, yo prefiero llamarlo Socialismo. Cualquier fidelidad a cualquier forma de organización social que se aparte de los principios de respeto total a la Naturaleza, no es válida. De ese principio superior se derivan los que siguen.
Las relaciones en un mundo regido por la lucha de clases con intereses opuestos, cuyos ideales son antagónicos, son dominadas por la confrontación, la cual ha impregnado todos los estratos de la sociedad en todos los países, que está bajo el control ideológico de la manera de pensar, luchar y conducirse de la clase dominante, que son la oligarquía y sus sirvientes: Aquellos que buscan aprovecharse de los demás para beneficiarse, sin importarles el destino de los demás seres humanos. Es la ideología de las células cancerosas, que acumulan nutrientes y se desarrollan de forma desproporcionada, destruyendo al organismo que los hospeda. La mentalidad dominante ejerce una presión osmótica sobre todos los seres pensantes, conformando un patrón de pensamiento que está en todas partes, influenciando las ideas y los sentimientos de toda la humanidad. Por eso es tan común la traición, el engaño, la tracalería y todas las formas de desarmonía ideológica.
Un ejemplo claro de esa desarmonía está en la propaganda de una conocida mayonesa, en la cual la gallina baila alegremente cantando el eslogan de aquellos que destrozan su descendencia, los huevos de donde habrían nacido pollos, para obtener ganancias materiales. Así, muchas personas que no tienen medios de producción se creen oligarcas cuando, en realidad, en tanto necesiten trabajar para otro, para vivir o mantener un nivel de vida, son, aunque no les guste, proletarias y proletarios.
Las revolucionarias y los revolucionarios de todos los tiempos han estado dispuestos incluso a morir si fuese necesario, con tal de cambiar el sistema social. Eso se debe a que esas personas han tomado conciencia de que la actual sociedad de explotación no solamente nos saca la chicha a todos para beneficiar a una minoría absoluta, sino que son un riesgo para toda la especie porque están depredando el planeta donde nos sustentamos, de la misma manera que un cuerpo que padece de metastasis lleva a su hospedador a un estado tal, que puede perecer. Es un error creer que podemos terminar con el mundo, que es un ser inteligente y superior; es el mundo el que puede acabar con la humanidad para no perecer, como un cuerpo elimina una colonia de parásitos.
Sucede en importancia a la lealtad a la Tierra y al Socialismo, la fidelidad a nuestros congéneres que están en situación de desventaja social y económica: las oprimidas y los oprimidos del mundo. Estas personas debemos estar organizadas de manera que podamos confrontar con posibilidades ciertas de victoria, a las fuerzas de la oscuridad, representadas por el capitalismo mundial. Así que nuestra organización debe también ser mundial, y debemos hacernos fuertes en todos los países, desarrollando nuestras potencialidades, para poder vencer a las fuerzas opresoras. Y en esa organización debemos erradicar la mentalidad burguesa. Pensar como los opresores nos llevaría a actuar de acuerdo con los intereses de ellos. Todo egoísmo es burgués, toda solidaridad es revolucionaria. A la oligarquía no le importa si la gente sufre o ríe, en cambio a las revolucionarias y los revolucionarios sí, así que ayudamos a nuestros hermanos y somos solidarios con su sufrimiento, el cual procuramos ayudar a aliviar en lo posible.
La lealtad a los que nos ayudan, es parte de la solidaridad revolucionaria. Pero cuando esa lealtad nos obliga a actuar contra los intereses supremos de la humanidad, contra la lucha revolucionaria por trascender el capitalismo y/o contra otros seres humanos inocentes, entonces no es lealtad sino complicidad. Y cuando nos vemos en la situación de tener que mirar y callar, o participar en esos actos inhumanos, porque de lo contrario nos quedaríamos sin un empleo que nos proporcione lo necesario para mantenernos nosotros y nuestra familia, estamos en presencia del BOZAL DE AREPA.
En este sentido, es necesario que, para la organización revolucionaria, priven los principios ecológicos por sobre los explotacionistas, los humanistas por sobre los egoístas, los principios solidarios por sobre la crueldad, para poder avanzar en la construcción del Socialismo, la sociedad que puede salvar a la humanidad.
andrea.coa@gmail.com
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