viernes, 29 de enero de 2010

Sin adiós para Joel Atilio Cazal.


Freddy Fernández

La norma dice que debemos escribir lo más relevante en la primera línea del primer párrafo, pero no tiene sentido respetar esa norma cuando hablamos del camarada paraguayo Joel Atilio Cazal, a quien le ha sobrado fuerza y entusiasmo para ser un luchador planetario.

Joven militante comunista en Paraguay, obligado al exilio por la dictadura de Stroessner, continuó su lucha revolucionaria en Uruguay donde fue detenido y torturado hasta el borde de la muerte y luego tratado por médicos militares que suturaron su cuerpo de mala gana y con pésima praxis.

Con todo, Joel se escapó del Hospital Militar y logró introducirse en la Embajada de Venezuela en Montevideo y conquistar el asilo político en 1975.

En Caracas, reunió a su familia. Blanca llegó con Raúl, Arturo y Rocío. Después nació Mariana.

En Caracas, durante 1979, también nació Ko'Eyu Latinoamericano, la revista cultural y política que dirigió Joel por más de treinta años y que ha permitido el debate revolucionario y el conocimiento de la literatura y el arte vinculado a la lucha de los pueblos.

Seguro que, como Julius Fucik, Joel no aceptaría que el dolor se vinculara a su nombre, pues también ha luchado con la bandera de la alegría como estandarte.

Hoy se durmió. Me cuentan que en la habitación estaba su esposa y compañera Blanca, junto a Raúl.

Muchas veces lo saludé con una frase que le escuché a Miguel Otero Silva, pronunciada en tributo a Gustavo Machado.

Con mi mano sobre el pecho y esperando ser digno de este tributo, la repito para ti Joel: General, reciba la venia emocionada de uno de sus soldados.

Hasta la victoria siempre

Venceremos

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