sábado, 23 de enero de 2010

Maliciosas y escandalosas reflexiones sobre el 23 de Enero.


Caracas, 22 Ene. ABN.- Un chamo de siete años, que no había oído hablar de política antes del 23 de enero de 1958 por temor a que anduviera por ahí insultando al presidente y hablando de su entreguismo total a los gringos, recuerda como aquel día todos gritaban, saltaban sobre los carros, 'meniaban' la bandera y teñían las paredes de rojo con la frase 'Todo el poder para la Junta Patriótica'.

Ese mismo muchachito vio desde La Vega cómo 'los aviones vampiros pasaban bien bajitos mirando pa'bajo' y escuchó como algunos asustados decían que 'era un peligro que los negros de los cerros hubieran agarrado las armas'.

Más tarde, el mismo día, también vería por televisión a la Junta Patriótica escoltada por unos militares 'con las manos en los bolsillos' y una macabra sonrisa, habría que agregar, que le entregó el poder a 'otra junta de viejos que no habían luchado nada' y a los militares del dictador Marcos Pérez Jiménez.

Años después, ya viejo, ese chamo del 58 llamado Alí Gómez García, en su libro Falsas, maliciosas y escandalosas reflexiones de un ñángara, se pregunta 'cómo coño se les olvidó a nuestros ancestros que el Poder pertenecía legalmente a Fabricio Ojeda y a los patriotas, o sea, al pueblo'.

Gómez García nació en la barriada de La Vega, en Caracas. Allí fue luchador comunal y defensor de los trabajadores y los campesinos junto con el ex sacerdote Francisco Wuitack. Fue constantemente perseguido por los organismos represores de la dictadura.

Alicate, como también era conocido, fue militante del Partido de la Revolución Venezolana (PRV). Durante 1968 se incorporó a la lucha Armada en las Unidades Tácticas de Combate de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional PRV-FALN, informa la página web Cantaclaro del Zulia.

Gómez García también se integró como soldado internacionalista en el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua (FSLN) en 1978, continúa el portal.

Tras el triunfo de la Revolución Sandinista, pasa a formar parte de la nueva Policía Sandinista y en 1980 es incorporado a la Dirección de Seguridad de Estado donde ejerce diferentes funciones. El 8 de mayo 1985 cae en Ciudad Sandino, en Nicaragua, en el cumplimiento de su deber.

García Gómez también fue autor del libro Francisco Miranda, peregrino de la libertad.

A continuación se transcribe parte del capítulo I del libro testimonial Falsas, maliciosas y escandalosas reflexiones de un ñángara, merecedor del Premio Casa de las Américas en 1985:

'...El 1º de enero de 1958, anduvo un avión vampiro revolotiando y ametralleando el Palacio Presidencial, aprovechando los naturales de Tierra Firme para darnos cuenta que los choferes de lo vámpiros se habían alzado contra el gobierno, así como los de los tanques, que del cuartel Urdaneta se fuerona tomar la neblinosa ciudad de los Teques, pero que las tropas de Pérez Jiménez los neutralizaron, por querer hacer todo, ellos solos.

A su vez, el día 9 se alzaron los de los barcos, luego de leer los manifiestos que la Junta Patriótica Revolucionaria les hizo llegar a través de unos alcatraces y pájaros pelícanos. El procedimiento consistió en agarrar las aves marinas y llenarles la bolsa del pico con papeles de propaganda subversiva y echarlos a volar desde el Ávila, en dirección de las Antillas, conociéndose de antemano que todos los seres vivos, cuando emprenden un viaje largo, les da soñoliencia y ganas de bostezar. Esta Junta fue la que dirigió todos los bochinches contra el dictador, agitando el ánimo del público con hojas y pasquines. Esta peligrosa sociedad la inventó el propio Simón Antonio y sus amigos en 1809, y es lo único que ha funcionado para erradicar a las dictaduras, bien sea la española y la de Pérez Jiménez.

Por otro lado, la chusma empezó a hacer de las suyas al ver las grandes contradicciones entre el mismo gobierno, pero siempre daba miedo cuando venían los tanques, porque por fuera no se sabía si procedían en nombre de la democracia o de la tiranía, y era como bien extraño eso de militares de academia apoyando a ls negros y a Fabricio Ojeda, el que se hizo cargo de la Junta Patriótica ya que hacía rato que Simón Antonio se había muerto a través de una tuberculosis que la CIA le recetó.

Lo más chévere comenzó el 21 cuando Fabricio llama a la Huelga General Insurrecional, que todo el mundo se dió cuenta porque los choféres de los taxis eran más confiables que los de los aviones, comenzaron a tocar sus bocinas y cornetas, y el bajo clero a hacer lo mismo con sus campanas de sus iglesias, y los evangélicos a gritar aleluyas, porque las de ellos no tienen.

Cuando tumbaron al general yo tenía siete años, y de la política no le habían hablado más antes a los chamos, no fuera uno a andar diciendo que el Presidente es un coñoemadre y le da las nalgas a los gringos, contimás el petrélio y el yerro, y que mi tío Alejandro no andaba de viaje, sino que estaba preso en Guasina, en los propios pantanos del Delta del Orinoco, tipo papillón.

Los polizontes no se atrevían ni a subir a los cerros, y los pocos jalabolas que lo hacían, fallecían por medio de flechas, piedra, perdigón o agua hirviendo. Era igual que cuando la Guerra de Independia y la Federal que la gente cantaba ' Las tropas de Zamora, al toque del clarín, derrotan las brigadas del godo malandrín'. Que si la chusma hubiera tenido por lo menos una ametralladora antiaérea no hubiera dejado ir al avión del dictador hacia Santo Domingo, donde su carnal Chapa Trujillo, y también hubiera servido para ponerla terrestre y terminar de higienizar al país.

El propio 23 todo el mundo se levanto temprano por su gusto, porque no había necesidad de ir al trabajo ni a la escuela, por lo de la Huelga. Lo que había era unos gritando contentos sus palabras enardecidas y consignas contra la tiranía, montaos arriba de los carros y meniando pa' todos lados las banderas que Miranda había traído de contrabando en 1806. Y además cantaban a su antojo el Glorialbravopueblo y el que hacía temblar a los oligarcas. Había gente que se dedicó, con muchas compostura, a colgar a los espías del gobierno y a pintar las paredes con unos letreros rojos que decían que 'Todo el poder a la Junta Patriótica' y hacían, pues, lo mismo que cuando el 19 de abril de 1810, que los caraqueños exportaron al capitán general español, y de ahí les ha venido quedando la mala costumbre y su pagos crónicos apegos por la libertá.

Y a todos los presos la chusma los dejó escapar saliendo también otros que llamaban los adecos con sus panas los ladrones.

Todo el mundo sacó las palmas benditas como cuando Chuito entró con su burra a Jerusalén, y las meniaba junto con las banderas y retratos de Simón Antonio, y los aviones vampiros pasaban bien bajitos mirando pa'bajo y los chamos les decíamos adiós con la mano. Había gente que estaba asustada que se conocía porque no meniaban las palmas y decían que era un peligro que los negros de los cerros hubieran agarrado armas, y que los aborígenes hubieran desenguaracado unos chopos viejos y sarrosos que nos los ocupaban desde las guerras de Zamora. Pero nosotros no nos preocupábamos por eso, porque la chusma era amiga de mi papá junto con los borrachitos del bar Grillo Negro y unos mecánicos del taller de al lado de la casa que se cogían a las sirvientas.

Y en la televisión salió la Junta Patriótica, que era la que había dirigido toda la Revolución. La gente creyó que los señores esos estaban presos porque salieron con unos militares que como tenían las manos en los bolsillos se decía que ahí era que tenían las fucas y los estaban encañonando escondíos para que no saliera eso por la tele, y la chusma no le terminara de pegar fuego al país.

Pero resultó que no, que los de la Junta Patriótica fueron muy bolsas porque le entregaron los poderes que le habían costado tanto, a otra junta de viejos que no habían luchado nada, y de los militares del antiguo régimen, y que por lo mismo mandaron a desarmar a los negros y a meter a los ladrones otra vez pa' la cárcel, dejando a los adecos en la calle, entre ellos mi tío Alejandro.

Entonces la chusma de La Vega se aplacó junto con otros que eran de la plebe que vivían por la Charneca y el Guarataro porque miraron eso de que los jefes de ellos se abrazaban por la tele con Eugenio Mendoza, Rafael Caldera y otras gente de riales que le iban a dar a los pobres, pero que después no le dieron un coño; y los altos militares esos que la gente decía que eran buenos, y otros malos, que estaban agazapados haciéndose los pendejos.

Cuando recogieron los rifles, que los cambiaba el gobierno por kolitas dumbo y pan con mortadela, asigún el calibre, las banderas se destiñeron y las palmas se secaron, la gente quedó como triste, así como antes. Pero se volvió a poner alegre cuando vino el Richard Nixon ese, que no pudo irle a poner flores ni profanar la tumba de Simón Antonio, porque la plebe y los pobres se tiraron a las calles a caerle a piedras y a insultarlo, que si no se meten los guardias lo hubieran guindado de las cholas y culeado a las hijas.

Los gringos se arrecharon con nosotros y mandaron una cantidad de guardias de los de ellos en barcos, y estuvieron dando sus vuelticas por el Caribe tipo Capitán Garfio y sus bucaneros. Entonces le mandaron a decir Castro León que era el nuevo ministro de la Defensa, que se alzara y tumbara a la jun ta pendeja esa que ni con sus mañas y rutinas de gabinete podían someter a la chusma. Que a los negros había que darles duro.

Eso fue lo que hizo, y fué más peor porque se formaron las grandes turbamultas y bochinchones, que de haber habido dirigentes más astutos o preclaros eso se hubiera profundizado, y a lo mejor Venezuela hubiera sido el primer paías democrático de América y no Cuba, y Fidel no estuviera padeciendo tanto por petrólio, porque nosotros tenemos por coñazo y se lo hubiéramos cambiado por bastantes discos de salsa y guaguancó.

Porque se estaba hablando de mediados del 1958, siendo que a Batista lo echaron en el 59 no valiéndoles que el día 1º de enero los santorales cristianos celebran el día de Sanfulgencio.

Ya los gringos se convencieron de que jamás en Tierra Firme podían implantar una dictadura como las de antes, bien fuere la de Toño Páez, Juan Gómez o el General Jiménez, que para ello tendrían que recoger todas las estatuas de Simón y poner las de quién sabe quién coño, llamar a los riales de otra forma y no bolívares y arrancarles todas las páginas de en medio a los libros de historia de 5º grado, que por lo demás hasta ahí es que llehan los pobres cuando pueden estudiar. Tendrían que demostrar que a Chuito lo crucificaron los rusos y no los judíos taimados usureros y compinches de los gringos en sus negocios y la hora de joder a los arabitos.

De todas maneras, y como los yanquis, sabiendo que en aquel tiempo los pobres éramos unos incautos, y otros brutos, mandaron a hacerle creer a los papás de uno que era necesario hacer unas elecciones para decidir cívicamente a quién le iba a pertenecer la silla y los demás corotos presidenciales, y uno ya viejo se pregunta, cómo coño se les olvidó a nuestros ancestros, que el Poder le pertenecía legalmente a Fabricio Ojeda y a los patriotas o sea al pueblo, pues.Lo que puede haber pasado es que mientras los de la CIA y el Departamento de Estado de los yanquis se desvelaban inventando sus fórmulas de cómo seguirnos jodiendo, por lo menos yo me acuerdo que mi papá se acostaba tarde jugando dominó y echándose sus polarcitas con Chachito Hernández, Pedrizá y Pedro Mora.

Y hasta a los comunistas les hicieron creer que las elecciones de ahora'pa lante, eran las parteras de la Historia, y salieron a estar apoyando a Wuorfang Larrazabal cómo candidato, antiguo jefe de la marina militar, y cómo perdió después los jodieron y quedaron escuchando Radio Habana escondíos.

Pero no es bueno adelantarse, hay que recordar que había que portarse cívicamente y meter en los cajoncitos que puso la junta balurda, bastantes tarjetas amarillas, o las rojas del gallo, de forma secreta y detrás de una cortina de baño, para que los adecos y los copeyanos socialcristianos no se dieran cuenta y aplicaran su vengatismo, por ejemplo con mi tío Chachito, que metió las dos rojas del comunismo de un sólo carajazo, y nos regaló las blancas, las verdes y las amarillas para que jugáramos.

Ahí fue que ganaron los adecos, o sea Rómulo Betancour. Por tramposería, que los gringos tienen capacidá de hacer eso y más, o por la cantidad de gente bruta que no se había dado cuenta que Pérez Jiménez solamente se había dedicado a matar a todos los adecos buenos, así como Ruiz Pineda y Antonio Pinto Salinas, y que los que querían mandar eran unos que habían venido muy forondos y ufanos de Costa Rica y Nuevayor, como por ejemplo Rómulo, que el 23 de enero ha debido haber estado en brazos de su marido, y se vino apareciendo como quince días después.

Y a la gente incauta también le dió lástima los adecos que habían estado presos, que eran de los pendejos como mi tío Alejandro que después se arrepintieron'.

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