Hernán Mena Cifuentes.
El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, ha dado muestra una vez más de su avanzada visión de estratega militar y político al descifrar el código de un nuevo y macabro proyecto, diseñado por Estados Unidos (EEUU) y que en forma de “una triangulación fatal se gesta entre Colombia, Honduras y la ocupada Haití. Tres versiones de la nueva estrategia de intervención yanqui en suelo nuestro americano”.
En la más reciente de “Las líneas de Chávez”, espacio de opinión que publica semanalmente, el líder de la Revolución Bolivariana hace un breve, pero profundo análisis, de la situación político-social por la que atraviesan esos tres países, seleccionados por las “mentes tenebrosas” que detentan el poder verdadero en Washington como “puntas de lanza” de un proceso intervencionista y bélico, cuyo objetivo principal es frenar y destruir los procesos revolucionarios de la región.
El escrito lo inicia evocando el 52º aniversario de los sucesos del 23 de enero de 1958, fecha que culminó con el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez, gesta traicionada por los políticos que se adueñaron del poder conquistado ese día por el pueblo, señalando el Comandante que “nada ocurrió en Venezuela, a no ser el simple cambio de unos hombres por otros al frente de los destinos públicos. Nada se hizo por erradicar los privilegios ni las injusticias”.
“Quienes ocuparon el poder, con excepciones honrosas, claro está, nada hicieron para liberarnos de las coyundas imperialistas, de la dominación feudal, de la opresión oligárquica. Por el contrario, sirvieron como instrumento de aquellos intereses que gravitan en forma negativa sobre el cuerpo desfalleciente de la patria”, refiere el texto.
Más adelante, al abordar el tema de la conjura que desde Honduras, Colombia y Haití adelanta EEUU contra los procesos revolucionarios que han cambiado el mapa político, económico y social de América Latina y el Caribe, Chávez pasa revista a los acontecimientos registrados en esas tres naciones, donde la traición de gobernantes pitiyanquis se combinó con la furia de la naturaleza para dar paso al intervencionismo a través de la “triangulación fatal que allí se gesta”.
Aun cuando no aborda en profundidad el caso de Honduras, asolada el año pasado por un golpe de Estado y un ilegítimo proceso electoral, engendros político-sociales financiados por EEUU y ejecutados por la oligarquía criolla como parte del macabro plan, cuyo objetivo es destruir la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (Alba), con el fin de retrotraer a la región a épocas superadas; el Comandante lo menciona como uno de los puntos clave de la nueva conspiración que adelanta el imperio.
Fue en Honduras donde comenzó a desbordarse el proyecto intervencionista contra los procesos revolucionarios a mediados del 2009, casi simultáneamente con el anuncio de la instalación de las bases militares yanquis en Colombia y más tarde, este año, tras el terremoto, la ocupación militar de Haití bajo el pretexto de una ayuda humanitaria, denunciada también por Chávez como “otra agresión contra nuestra América, contra la soberanía del Caribe, contra el Alba y, sobre todo, contra el pueblo haitiano”.
En Honduras la prepotencia y brutal fuerza del imperio se impuso sobre normas y principios elementales del Derecho y la voz de la razón de los pueblos del mundo que unánimemente, a través de sus instituciones y organismos más representativos, rechazaron y repudiaron la asonada de la madrugada del 28 de junio de 2009 que derrocó a Manuel Zelaya Rosales, legítimo presidente, quien con apoyo del Alba adelantaba un proceso de reformas político-sociales a favor del pueblo.
La tímida posición asumida por la Organización de Estados Americanos (OEA), que soportó con humillación los insultos, ofensas y desmanes de Roberto Micheletti, el traidor que con un grupo de “gorilas escapados de la jaula” dio el golpe, permitió también que la asonada se consolidara, abriendo espacios de diálogo entre víctima y victimario y, pese a la digna e insistente posición de los representantes de Caracas y Managua, en vez de actuar ajustada a la carta del organismo, claudicó cobardemente ante el enemigo.
La OEA permitió además que Washington asumiera un liderazgo que no le correspondía en el conflicto, al presentar por intermedio de la secretaria de Estado yanqui, Hillary Clinton, al “Caballo de Troya” que fue Oscar Arias, el presidente costarricense con su “Acuerdo de San José”, diseñado y escrito a la medida de los planes e intereses de EEUU, objeto de las más duras críticas por parte de Fidel Castro y de Chávez, conscientes de que se trataba de una “trampa”.
Así fue cerrándose el cerco de la conspiración contra el mandatario y la democracia hondureña hasta que, finalmente con nuevas intervenciones de los agentes del imperio, se tendió una nueva celada al no cumplirse el compromiso de restituir en la primera magistratura a Zelaya, dando paso a las espurias elecciones del 29 de noviembre que llevaron a la presidencia a Porfirio Lobo Sosa, la nueva ficha del imperio que sustituye a “Goriletti”.
Mientras se espera de un momento a otro la salida del país del legítimo presidente de los hondureños, EEUU realiza una desesperada campaña presionando a varios gobiernos del mundo para que reconozcan a Lobo Sosa, cuya presidencia presenta un inequívoco “vicio de origen” por tratarse de una prolongación del régimen de facto nacido el 28 de junio de 2009, repudiado y rechazado desde el principio por la comunidad internacional.
La campaña ha surtido cierto efecto, ya que, como siempre sucede en estos casos, gobiernos lacayos de Colombia, Perú y Panamá anunciaron que reanudarán las relaciones con Honduras, mientras que otros, en un acto de inconsecuencia con los más elementales principios del Derecho y la moral, han dicho que harán lo mismo, sin tomar en cuenta que con ello contribuyen a que en cualquier momento su traición les conduzca a una situación similar a la sufrida por Honduras.
Por eso es que este miércoles los mandatarios de Perú, Panamá, Guatemala, República Dominicana y Taiwán, únicos jefes de Estado que, junto con el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, asistirán al espurio acto de toma de posesión de Lobo, lucirán como leprosos de épocas pasadas, marginados y aislados del mundo que los rechaza y repudia por su cobarde acto de traición y deserción, señalados por el índice acusador de los pueblos como modernos Judas, huérfanos de moral y ética.
Allí, muy cerca de ellos, estarán Arturo Valenzuela, secretario de Estado adjunto de EEUU para Asuntos del Hemisferio Occidental; Ian Kelly, portavoz del Departamento de Estado yanqui; y Dan Restrepo, director de Asuntos Hemisféricos del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, para agradecerles en nombre del imperio por su vergonzoso gesto de sumisión que constituirá su presencia en tan ilegítimo como ilegal evento.
La ceremonia promete ser para la inmensa mayoría del pueblo hondureño y del resto del mundo, en vez de una manifestación de júbilo, una ceremonia luctuosa, por el duelo que significa ese “entierro” de la democracia en la patria de Lempira y Morazán que marcará un enorme contraste con el multitudinario, jubiloso y vistoso acto que fue la asunción del democrático y popular Manuel Zelaya Rosales hace cuatro años.
Sólo los auténticos garantes de la ley y dignidad del ser humano, con Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua y Paraguay al frente, se niegan a ser cómplices de tanta ignominia, y orgullosos, dispuestos a mantener su posición de condena, han reiterado la firme y decidida decisión asumida tras aquel aciago día en que el Imperio y sus secuaces asestaron tan artero golpe a la democracia, liberando los fantasmas de una pesadilla que se creía superada tras el despertar de las democracias en la región.
Primero fue la Revolución cubana liderada por Fidel, hace 51 años; luego, hace 11 años, llegó la Revolución Bolivariana, bajo el liderazgo de Chávez, a la que siguieron los procesos libertarios dirigidos por Lula, Kirchner, Morales, Vázquez, Ortega y Correa, quienes impulsaron el proceso integracionista concebido por Bolívar y que hoy avanza por la región a través de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y del Alba, algo intolerable para Washington.
De allí que la reacción de ese imperio en agonía que es el yanqui haya sido la de planificar una gigantesca conspiración orientada a destruir al Alba, y el golpe asestado en Honduras no ha sido más que la ruptura de su eslabón más débil al que habrán de seguir nuevos intentos desestabilizadores en la región, como el organizado a través del Plan Colombia desde las bases militares que Álvaro Uribe Vélez entregó a EEUU junto con la soberanía de su patria.
Este proyecto de invasión inicial a Venezuela, Ecuador y Bolivia, naciones miembros del Alba, pero que incluye igualmente a la vasta y rica Amazonía de la que ellos forman parte al igual que Brasil, Colombia, Perú y Guyana, amenaza también al resto de los países de América del Sur, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile; ya que, según documentos publicados por la USAF sobre el uso de las bases militares en Colombia, el plan de conquista incluye a toda la región.
En el área del Caribe, donde Cuba es el baluarte de dignidad y libertad pese a los constantes, pero fallidos ataques del Imperio por destruir a la revolución, EEUU en el marco de ese proyecto reactivó a la IV Flota de la US Navy, poderoso dispositivo militar marino que incluye los más moderno buques de guerra de superficie, entre ellos un portaaviones nuclear y una flotilla de sumergibles atómicos que amenazan la integridad y soberanía de todas las naciones de la zona.
El devastador terremoto que este mes asoló a Haití ha favorecido la ampliación y consolidación del plan desestabilizador y de conquista que Washington ha diseñado para el Caribe, ya que, con el pretexto de ayudar al pueblo haitiano, EEUU ha enviado más de 16 mil soldados que, con el apoyo de una gran flota de aviones, helicópteros y barcos, hoy ocupan militarmente al país, como lo pudo comprobar y denunciar el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, luego de su visita a la nación caribeña.
Pero si Honduras, Colombia y Haití se presentan como “cabecera de playa” o “punta de lanza” de una eventual invasión, a las naciones de América Latina y el Caribe opuestas a sus planes de conquista y dominación, sus regímenes cómplices tampoco escaparían a la desmedida ambición de conquista de su amo, porque, como bien dice el sabio y viejo refrán, “mal paga el Diablo a quien bien le sirve”, ellos también están llamados a caer en sus garras, una vez que el Imperio no los necesite.
Por eso el llamado hecho por Chávez debe ser escuchado y acogido como advertencia cierta e invitación a la unidad y al fortalecimiento de todos los mecanismos de defensa con que cuentan los gobiernos progresistas de la región, ya que sus pueblos se enfrentan este año 2010 como el momento más grave de su historia por el intento del imperio y sus cómplices de frenar el avance de su proceso integracionista.
El Comandante advierte en otro de los párrafos de sus “Líneas” escritas el domingo, refiriéndose al terrible sismo que sacudió a Haití el 12 de enero y los eventos que le han sucedido, que “no existe ningún fatalismo histórico que condene a perpetuidad al valiente y tenaz pueblo haitiano”.
'No existe tal maldición, salvo en la mente enferma del archiconocido predicador Pat Robertson. Su reflexión cavernaria, pueril y rebosante de ignorancia no es más que otro eslabón en la estrategia de 'poder inteligente' (smart power) a través del cual el imperio está realizando la más infame de sus invasiones militares”, dijo.
Basta recordar que fue Robertson, el asesor espiritual de George W. Bush, otro demente como él, quien en una macabra expresión de la cultura de la muerte, sugirió la aplicación del “asesinato selectivo” contra Chávez, cobarde modalidad del crimen que EEUU y el Estado sionista de Israel utilizan para eliminar a los líderes que luchan contra la intervención, invasión y ocupación de sus pueblos.
El archimillonario telepredicador le recomendó a Bush el magnicidio, porque, según explicó, “sería más económico asesinarlo que lanzar una guerra contra Venezuela como la lanzada años antes contra Irak”, emulando así a otros acérrimos e irracionales enemigos del mandatario, como el ex presidente Carlos Andrés Pérez, quien en julio de 2004 dijo desde su exilio en Miami que “la vía violenta permitiría sacarlo. Es la única vía. Chávez debe morir como un perro”.
Pero, como le manifestó el Quijote a Sancho: “Si ladran, es señal de que avanzamos”, el proceso revolucionario avanza por América Latina y el Caribe, a pesar de los planes del Imperio y sus secuaces para destruirlo que han levantado una triangulación fatal gestada en Honduras, Colombia y Haití. No podrán hacerlo, porque Chávez, desde su óptica de visionario, ha puesto al descubierto la conjura y ha alertado sobre esta nueva amenaza a través de sus mas recientes “Líneas”.
“A los patriotas y las patriotas de nuestra América no nos queda otra vía que recurrir a la estrategia perfecta: Contraataque popular a todo lo largo del frente de batalla”, expresó.
Más adelante, comentó:“El 22 de enero, allá en las alturas de Bolivia, con un Evo Morales iniciando un nuevo periodo de Gobierno Socialista y con un pueblo desbordando aquellos espacios, donde nuestro Padre Bolívar sintió 'el amor más desenfrenado de libertad', iniciamos la contraofensiva internacional de este año 2010, Bicentenario del inicio de esta revolución de Independencia”.
Y así como El Libertador le confesó en imaginario diálogo al gran Pablo Neruda, diciéndolo:“Despierto cada cien años/ cuando despierta el pueblo”, hoy ha vuelto de nuevo para combatir al lado de sus líderes y pueblos contra el Imperio y sus lacayos, guiándolos con su espíritu y su espada que “camina por América Latina” hacia ese mundo posible por el que luchan con decisión y valentía para hacer realidad esa utopía.
El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, ha dado muestra una vez más de su avanzada visión de estratega militar y político al descifrar el código de un nuevo y macabro proyecto, diseñado por Estados Unidos (EEUU) y que en forma de “una triangulación fatal se gesta entre Colombia, Honduras y la ocupada Haití. Tres versiones de la nueva estrategia de intervención yanqui en suelo nuestro americano”.
En la más reciente de “Las líneas de Chávez”, espacio de opinión que publica semanalmente, el líder de la Revolución Bolivariana hace un breve, pero profundo análisis, de la situación político-social por la que atraviesan esos tres países, seleccionados por las “mentes tenebrosas” que detentan el poder verdadero en Washington como “puntas de lanza” de un proceso intervencionista y bélico, cuyo objetivo principal es frenar y destruir los procesos revolucionarios de la región.
El escrito lo inicia evocando el 52º aniversario de los sucesos del 23 de enero de 1958, fecha que culminó con el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez, gesta traicionada por los políticos que se adueñaron del poder conquistado ese día por el pueblo, señalando el Comandante que “nada ocurrió en Venezuela, a no ser el simple cambio de unos hombres por otros al frente de los destinos públicos. Nada se hizo por erradicar los privilegios ni las injusticias”.
“Quienes ocuparon el poder, con excepciones honrosas, claro está, nada hicieron para liberarnos de las coyundas imperialistas, de la dominación feudal, de la opresión oligárquica. Por el contrario, sirvieron como instrumento de aquellos intereses que gravitan en forma negativa sobre el cuerpo desfalleciente de la patria”, refiere el texto.
Más adelante, al abordar el tema de la conjura que desde Honduras, Colombia y Haití adelanta EEUU contra los procesos revolucionarios que han cambiado el mapa político, económico y social de América Latina y el Caribe, Chávez pasa revista a los acontecimientos registrados en esas tres naciones, donde la traición de gobernantes pitiyanquis se combinó con la furia de la naturaleza para dar paso al intervencionismo a través de la “triangulación fatal que allí se gesta”.
Aun cuando no aborda en profundidad el caso de Honduras, asolada el año pasado por un golpe de Estado y un ilegítimo proceso electoral, engendros político-sociales financiados por EEUU y ejecutados por la oligarquía criolla como parte del macabro plan, cuyo objetivo es destruir la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (Alba), con el fin de retrotraer a la región a épocas superadas; el Comandante lo menciona como uno de los puntos clave de la nueva conspiración que adelanta el imperio.
Fue en Honduras donde comenzó a desbordarse el proyecto intervencionista contra los procesos revolucionarios a mediados del 2009, casi simultáneamente con el anuncio de la instalación de las bases militares yanquis en Colombia y más tarde, este año, tras el terremoto, la ocupación militar de Haití bajo el pretexto de una ayuda humanitaria, denunciada también por Chávez como “otra agresión contra nuestra América, contra la soberanía del Caribe, contra el Alba y, sobre todo, contra el pueblo haitiano”.
En Honduras la prepotencia y brutal fuerza del imperio se impuso sobre normas y principios elementales del Derecho y la voz de la razón de los pueblos del mundo que unánimemente, a través de sus instituciones y organismos más representativos, rechazaron y repudiaron la asonada de la madrugada del 28 de junio de 2009 que derrocó a Manuel Zelaya Rosales, legítimo presidente, quien con apoyo del Alba adelantaba un proceso de reformas político-sociales a favor del pueblo.
La tímida posición asumida por la Organización de Estados Americanos (OEA), que soportó con humillación los insultos, ofensas y desmanes de Roberto Micheletti, el traidor que con un grupo de “gorilas escapados de la jaula” dio el golpe, permitió también que la asonada se consolidara, abriendo espacios de diálogo entre víctima y victimario y, pese a la digna e insistente posición de los representantes de Caracas y Managua, en vez de actuar ajustada a la carta del organismo, claudicó cobardemente ante el enemigo.
La OEA permitió además que Washington asumiera un liderazgo que no le correspondía en el conflicto, al presentar por intermedio de la secretaria de Estado yanqui, Hillary Clinton, al “Caballo de Troya” que fue Oscar Arias, el presidente costarricense con su “Acuerdo de San José”, diseñado y escrito a la medida de los planes e intereses de EEUU, objeto de las más duras críticas por parte de Fidel Castro y de Chávez, conscientes de que se trataba de una “trampa”.
Así fue cerrándose el cerco de la conspiración contra el mandatario y la democracia hondureña hasta que, finalmente con nuevas intervenciones de los agentes del imperio, se tendió una nueva celada al no cumplirse el compromiso de restituir en la primera magistratura a Zelaya, dando paso a las espurias elecciones del 29 de noviembre que llevaron a la presidencia a Porfirio Lobo Sosa, la nueva ficha del imperio que sustituye a “Goriletti”.
Mientras se espera de un momento a otro la salida del país del legítimo presidente de los hondureños, EEUU realiza una desesperada campaña presionando a varios gobiernos del mundo para que reconozcan a Lobo Sosa, cuya presidencia presenta un inequívoco “vicio de origen” por tratarse de una prolongación del régimen de facto nacido el 28 de junio de 2009, repudiado y rechazado desde el principio por la comunidad internacional.
La campaña ha surtido cierto efecto, ya que, como siempre sucede en estos casos, gobiernos lacayos de Colombia, Perú y Panamá anunciaron que reanudarán las relaciones con Honduras, mientras que otros, en un acto de inconsecuencia con los más elementales principios del Derecho y la moral, han dicho que harán lo mismo, sin tomar en cuenta que con ello contribuyen a que en cualquier momento su traición les conduzca a una situación similar a la sufrida por Honduras.
Por eso es que este miércoles los mandatarios de Perú, Panamá, Guatemala, República Dominicana y Taiwán, únicos jefes de Estado que, junto con el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, asistirán al espurio acto de toma de posesión de Lobo, lucirán como leprosos de épocas pasadas, marginados y aislados del mundo que los rechaza y repudia por su cobarde acto de traición y deserción, señalados por el índice acusador de los pueblos como modernos Judas, huérfanos de moral y ética.
Allí, muy cerca de ellos, estarán Arturo Valenzuela, secretario de Estado adjunto de EEUU para Asuntos del Hemisferio Occidental; Ian Kelly, portavoz del Departamento de Estado yanqui; y Dan Restrepo, director de Asuntos Hemisféricos del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, para agradecerles en nombre del imperio por su vergonzoso gesto de sumisión que constituirá su presencia en tan ilegítimo como ilegal evento.
La ceremonia promete ser para la inmensa mayoría del pueblo hondureño y del resto del mundo, en vez de una manifestación de júbilo, una ceremonia luctuosa, por el duelo que significa ese “entierro” de la democracia en la patria de Lempira y Morazán que marcará un enorme contraste con el multitudinario, jubiloso y vistoso acto que fue la asunción del democrático y popular Manuel Zelaya Rosales hace cuatro años.
Sólo los auténticos garantes de la ley y dignidad del ser humano, con Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua y Paraguay al frente, se niegan a ser cómplices de tanta ignominia, y orgullosos, dispuestos a mantener su posición de condena, han reiterado la firme y decidida decisión asumida tras aquel aciago día en que el Imperio y sus secuaces asestaron tan artero golpe a la democracia, liberando los fantasmas de una pesadilla que se creía superada tras el despertar de las democracias en la región.
Primero fue la Revolución cubana liderada por Fidel, hace 51 años; luego, hace 11 años, llegó la Revolución Bolivariana, bajo el liderazgo de Chávez, a la que siguieron los procesos libertarios dirigidos por Lula, Kirchner, Morales, Vázquez, Ortega y Correa, quienes impulsaron el proceso integracionista concebido por Bolívar y que hoy avanza por la región a través de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y del Alba, algo intolerable para Washington.
De allí que la reacción de ese imperio en agonía que es el yanqui haya sido la de planificar una gigantesca conspiración orientada a destruir al Alba, y el golpe asestado en Honduras no ha sido más que la ruptura de su eslabón más débil al que habrán de seguir nuevos intentos desestabilizadores en la región, como el organizado a través del Plan Colombia desde las bases militares que Álvaro Uribe Vélez entregó a EEUU junto con la soberanía de su patria.
Este proyecto de invasión inicial a Venezuela, Ecuador y Bolivia, naciones miembros del Alba, pero que incluye igualmente a la vasta y rica Amazonía de la que ellos forman parte al igual que Brasil, Colombia, Perú y Guyana, amenaza también al resto de los países de América del Sur, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile; ya que, según documentos publicados por la USAF sobre el uso de las bases militares en Colombia, el plan de conquista incluye a toda la región.
En el área del Caribe, donde Cuba es el baluarte de dignidad y libertad pese a los constantes, pero fallidos ataques del Imperio por destruir a la revolución, EEUU en el marco de ese proyecto reactivó a la IV Flota de la US Navy, poderoso dispositivo militar marino que incluye los más moderno buques de guerra de superficie, entre ellos un portaaviones nuclear y una flotilla de sumergibles atómicos que amenazan la integridad y soberanía de todas las naciones de la zona.
El devastador terremoto que este mes asoló a Haití ha favorecido la ampliación y consolidación del plan desestabilizador y de conquista que Washington ha diseñado para el Caribe, ya que, con el pretexto de ayudar al pueblo haitiano, EEUU ha enviado más de 16 mil soldados que, con el apoyo de una gran flota de aviones, helicópteros y barcos, hoy ocupan militarmente al país, como lo pudo comprobar y denunciar el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, luego de su visita a la nación caribeña.
Pero si Honduras, Colombia y Haití se presentan como “cabecera de playa” o “punta de lanza” de una eventual invasión, a las naciones de América Latina y el Caribe opuestas a sus planes de conquista y dominación, sus regímenes cómplices tampoco escaparían a la desmedida ambición de conquista de su amo, porque, como bien dice el sabio y viejo refrán, “mal paga el Diablo a quien bien le sirve”, ellos también están llamados a caer en sus garras, una vez que el Imperio no los necesite.
Por eso el llamado hecho por Chávez debe ser escuchado y acogido como advertencia cierta e invitación a la unidad y al fortalecimiento de todos los mecanismos de defensa con que cuentan los gobiernos progresistas de la región, ya que sus pueblos se enfrentan este año 2010 como el momento más grave de su historia por el intento del imperio y sus cómplices de frenar el avance de su proceso integracionista.
El Comandante advierte en otro de los párrafos de sus “Líneas” escritas el domingo, refiriéndose al terrible sismo que sacudió a Haití el 12 de enero y los eventos que le han sucedido, que “no existe ningún fatalismo histórico que condene a perpetuidad al valiente y tenaz pueblo haitiano”.
'No existe tal maldición, salvo en la mente enferma del archiconocido predicador Pat Robertson. Su reflexión cavernaria, pueril y rebosante de ignorancia no es más que otro eslabón en la estrategia de 'poder inteligente' (smart power) a través del cual el imperio está realizando la más infame de sus invasiones militares”, dijo.
Basta recordar que fue Robertson, el asesor espiritual de George W. Bush, otro demente como él, quien en una macabra expresión de la cultura de la muerte, sugirió la aplicación del “asesinato selectivo” contra Chávez, cobarde modalidad del crimen que EEUU y el Estado sionista de Israel utilizan para eliminar a los líderes que luchan contra la intervención, invasión y ocupación de sus pueblos.
El archimillonario telepredicador le recomendó a Bush el magnicidio, porque, según explicó, “sería más económico asesinarlo que lanzar una guerra contra Venezuela como la lanzada años antes contra Irak”, emulando así a otros acérrimos e irracionales enemigos del mandatario, como el ex presidente Carlos Andrés Pérez, quien en julio de 2004 dijo desde su exilio en Miami que “la vía violenta permitiría sacarlo. Es la única vía. Chávez debe morir como un perro”.
Pero, como le manifestó el Quijote a Sancho: “Si ladran, es señal de que avanzamos”, el proceso revolucionario avanza por América Latina y el Caribe, a pesar de los planes del Imperio y sus secuaces para destruirlo que han levantado una triangulación fatal gestada en Honduras, Colombia y Haití. No podrán hacerlo, porque Chávez, desde su óptica de visionario, ha puesto al descubierto la conjura y ha alertado sobre esta nueva amenaza a través de sus mas recientes “Líneas”.
“A los patriotas y las patriotas de nuestra América no nos queda otra vía que recurrir a la estrategia perfecta: Contraataque popular a todo lo largo del frente de batalla”, expresó.
Más adelante, comentó:“El 22 de enero, allá en las alturas de Bolivia, con un Evo Morales iniciando un nuevo periodo de Gobierno Socialista y con un pueblo desbordando aquellos espacios, donde nuestro Padre Bolívar sintió 'el amor más desenfrenado de libertad', iniciamos la contraofensiva internacional de este año 2010, Bicentenario del inicio de esta revolución de Independencia”.
Y así como El Libertador le confesó en imaginario diálogo al gran Pablo Neruda, diciéndolo:“Despierto cada cien años/ cuando despierta el pueblo”, hoy ha vuelto de nuevo para combatir al lado de sus líderes y pueblos contra el Imperio y sus lacayos, guiándolos con su espíritu y su espada que “camina por América Latina” hacia ese mundo posible por el que luchan con decisión y valentía para hacer realidad esa utopía.
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