viernes, 13 de noviembre de 2009

Un gran contraste: el pacifismo de Venezuela defensora y el guerrerismo de Estado Unidos agresor.


Ernesto Wong Maestre

El presidente Chávez reafirmó la esencia pacífica y patriótica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en el acto de abanderamiento de la delegación nacional a los próximos Juegos Bolivarianos, lo cual ha quedado, ampliamente demostrado, en los últimos diez años de plena integración de las fuerzas armadas a las tareas del desarrollo integral del país, mediante la alianza estratégica cívico-militar, aún teniendo que dirigir muchos de sus esfuerzos y recursos para evitar que la violencia armada en Colombia, alentada por el complejo militar-industrial-comunicacional de Estados Unidos, traspase por cualquier punto de la larga frontera de 2200 kms hacia Venezuela.

Diez años de absoluta relaciones pacíficas entre Venezuela y Colombia, a diferencia de las décadas anteriores, es la primera muestra fehaciente de que antes del acuerdo militar de Estados Unidos con el gobierno colombiano de Alvaro Uribe, la paz entre ambos países estaba decidida soberanamente entre las dos naciones. Hoy, ante la anexión de Colombia a EEUU, las decisiones no se generan en la Casa de Nariño sino en la “Casa Blanca del Pentágono”.

Otra amplia prueba del carácter solidario, humano y pacífico con que el presidente Hugo Chávez ha liderado el proceso de transformaciones sociales en Venezuela es haber sostenido una política de inmigración muy flexible que ha favorecido a más de cuatro millones de colombianas y colombianos que han decidido vivir en Venezuela por considerarlo un país hermano, un país de paz y con más estabilidad económica, sin desplazamientos forzosos como en Colombia y sin bases militares de potencias guerreristas como lo son las bases militares instalándose en EEUU que traerán penurias al pueblo colombiano y guerras con los países vecinos por el propio carácter expansionista del imperio yanqui.

Ahora, EEUU declara con franca desfachatez y demagogia que con las bases militares en Colombia enfrentará la amenaza a la seguridad en la región, cuando en realidad es ese gobierno la principal amenaza para América Latina. ¿Hasta donde llegará EEUU con la demagogia' ¿a desencadenar una guerra contra Venezuela'.

Quien conoce “el dilema del prisionero” y la teoría estadística, como la conoce el Presidente Chávez, comprende perfectamente que aceptar como verdad algo que pudiera ser mentira es lo adecuado, porque lo contrario sería rechazar algo como mentira siendo verdad y que es el error más costoso, y que en este último caso significaría quedarnos de brazos cruzados mientras los EEUU preparan la guerra para atacar a Venezuela.

Si las bases militares yanquis siempre han servido para agredir a otros países ¿qué haría pensar lo contrario al líder bolivariano que debe dirigir la defensa de un territorio de casi un millón de kilómetros cuadrados y a casi 30 millones de almas y protegerlas de los posibles bombardeos y ataques asesinos contra Venezuela como los que efectúa EEUU en Irak, Afganistán o Pakistán'

¿Cuál de los dos países sudamericanos ha debido enfrentar más amenazas a la paz social proveniente del vecino' Esa es la pregunta crucial que todo ciudadano o ciudadana y gobierno de cualquier país del mundo debe hacerse ante una realidad que indica y orienta el análisis a encontrar en las actitudes, conductas y acciones de los diferentes actores políticos vinculados en el gobierno de Alvaro Uribe, en los dos últimos años, las manifestaciones más claras para comprender que Venezuela es el país que ha sido periódicamente agredido, no por la hermana Colombia, sino por las agencias especializadas del gobierno de Estados Unidos que actuando tras bambalinas antes, y a partir de ahora, desde las 7 Bases, han impulsado y continuarán, las agresivas acciones transfronterizas, tanto contra Venezuela como contra Ecuador.

A la luz de lo ocurrido en los últimos dos años, habría que retomar el análisis hasta del por qué salió electo -con relativa facilidad- un presidente negro en los Estados Unidos sino por la necesidad de una construcción alternativa de poderosas fuerzas militaristas estadounidenses que ante el avance de las potencias emergentes y la pérdida de la hegemonía en el mundo, necesitaban una nueva imagen, un nuevo símbolo, aunque fuera pasajero y por cuatro años, y esa alternativa, más que una mujer como la Hilary Clinton para América Latina, sería mejor la imagen de un afrodescendiente, quien podría dar el tiempo necesario de cierta confusión internacional, sobre todo en América Latina y sus seguros aliados de África, y así poder concluir la anexión que comenzaron a construir y preparar desde hace más de treinta años en Colombia, país que es la entrada a Suramérica pero también es el centro del control del Pacífico en su entronque con el Caribe, así como la garantía para defender el canal y las bases militares y navales a instalar en el istmo panameño.

Las tres últimas décadas son muestras de los fatídicos pasos transitados por ese complejo militar-industrial denunciado por Wright Mills en su obra las “Élites del Poder” desde 1957. Veamos.

Primero, desde el asesinato de Gaitán, crearon el enfrentamiento perenne entre los colombianos, luego crearon, mediante el soborno del atractivo capital, a capos y bandas de narcotraficantes, y al mismo tiempo cortaron de raíz a las nuevas generaciones de lideres populares. ¿Quién no recuerda las masacres a la Unión Patriótica y los poblados completos exterminados', y al mismo tiempo penetraron sostenidamente todas las estructuras del Estado y sociedad colombiana pero evitando que las guerrillas fueran aniquiladas totalmente, pues entonces se perdería la pseudocausa, y todo para lograr lo que logró el gobierno estadounidense: anexarse a Colombia y lograr afincar la hegemonía (dominación y dirección) sobre toda la sociedad colombiana que no es capaz, por ahora, de reaccionar acorde a su historia. Y muestras de ello se encuentran a diario y por doquier en Colombia.

¿Alguien puede dudar de las ventajas para EEUU que reportó la aprobación de Uribe a la extradición de capos colombianos hacia EEUU desde hace varios años atrás' Parece que han servido de fuente de información para lo que ahora van a hacer las bases militares yanquis en Colombia. “Los capos colombianos pa'fuera, ahora nos corresponde a nosotros” pudiera estar diciendo, con una campanita en la mano y sonándola al estilo de la bolsa de Nueva York, cualquiera de los 7 jefes de las bases militares gringas en Colombia. Eso es también parte del trasfondo y esencia del Plan Colombia, el cual debe contener miles de folios y tomos en las arcas más secretas del Pentágono y de la sede de la CIA en Virginia.

Si el mercado de la droga se encuentra en EEUU, y en ese país está el control más férreo de aduanas, puertos y aeropuertos, sobre todo a partir del 2001, ¿quien puede ser engañado con eso de que las bases militares yanquis serán para combatir al narcotráfico en Colombia'.

Si algo es verdad es que desde las bases yanquis se combatirá el control no estadounidense del trasiego de drogas con vistas a implantar el control estadounidense del mercado del tráfico de drogas como fuente de capital que sostenga las guerras que el imperio tienen montadas en el Medio Oriente y que quiere emprender contra Venezuela, Ecuador, Cuba, Nicaragua. Y para ello, sobornaron a Uribe Vélez con aplicarle la misma medida que a Noriega, y ha dado sus frutos a EEUU que piensa haber logrado enfrentar a Colombia contra Venezuela y contra Ecuador.

¿Quienes dirigieron y quizás ejecutaron el bombardeo “colombiano” de Ecuador donde asesinaron, en pleno sueño, a varias decenas de personas, sino el propio Pentágono yanqui' ¿será posible que por el hecho de ser militantes armados o visitantes de ellos, que aspiran a un sistema social diferente al capitalista deben ser masacrados y asesinados a mansalva' ¿qué declararon las autoridades colombianas ante tales hechos que violaron el derecho internacional público' ¿y qué hizo EEUU sino dar instrucciones a sus agencias de espionaje y medios transnacionales de la información que trataran de confundir a la opinión pública mundial y a los políticos asimilados del país que tenían ya previsto anexarse, a usar la demagogia, la hipocresía y las mentiras para mantener neutralizadas a las fuerzas latinoamericanas dignas en los diferentes foros multilaterales como UNASUR, Grupo de Río o la propia OEA.

¿Quiénes dirigieron y quizás también ejecutaron el secuestro del presidente hondureño Manuel Zelaya, también mientras dormía, y lo trasladaron a la base militar estadounidense de Palmerola en Honduras antes de trasladarlo para Costa Rica' ¿Es que alguien piensa que un avión tripulado y conducido por militares hondureños pudo haber ingresado en una base militar yanqui de alta seguridad' ¿es que alguien piensa que la precisión con que ejecutaron el secuestro y la trayectoria del viaje fue ejecutada por tropa hondureña'.

No fueron todos hondureños los que secuestraron a Zelaya, sino también un comando especial estadounidense que antes de llegar a Costa Rica pasaron por la base de Palmerola para quedarse y ser sustituida por tropa hondureña que pudiera arribar al aeropuerto de Costa Rica y entregar al secuestrado para poder cobrar la recompensa, es obvio.

Precisamente, si algo pudiera existir de hilo conductor para analizar el actual conflicto entre Venezuela y el gobierno colombiano, es la permanente acción ingerencista, demagógica y agresiva del gobierno de EEUU contra los gobiernos latinoamericanos que junto a sus pueblos impulsan las profundas transformaciones sociales como son los casos de Hugo Chávez, Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa.

También, con otras políticas e instrumentos no menos hipócritas e injerencistas, los EEUU tratan de socavar el poder del movimiento político liderado por Cristina Fernández en Argentina, así como el Partido de los Trabajadores de Brasil y de su líder Luiz Inacio Lula, las bases sociales y políticas de Fernando Lugo en Paraguay y las raíces patriotas del actual candidato Mujica del Frente Amplio de Uruguay.

Mientras que EEUU lanza toda una estrategia de reconquista y neodominación con ese estilo del “smart power”, combinado con diversos apoyos mediáticos a los gobiernos que ya han cedido la soberanía nacional a favor de EEUU como son los de Colombia, Perú, Costa Rica, Panamá y el propio gobierno golpista de Micheletti en Honduras, se puede observar todo un contraste con lo originado, desde las tierras emancipadoras de Simón Bolívar, por el gobierno pacifista de Hugo Chávez, enfrentado internamente a una contrarrevolución financiada por EEUU, pero decididamente apoyado por las grandes mayorías del pueblo, que impulsa la integración con otras naciones mediante las medidas de respaldo económico y tecnológico a otros muchos pueblos caribeños y latinoamericanos, en condiciones realmente admirables y que causan un fuerte impacto en esas sociedades.

Los pueblos liberados son muy inteligentes y observan que EEUU pretende usar la fuerza (bloqueo, guerras, atentados, carros bombas) para alcanzar sus intereses imperiales, y usar varios vínculos (gobiernos lacayos, ONG u organismos intergubernamentales), para alcanzar sus fines. Y esos pueblos también están convencidos que en Venezuela, como en Cuba, los EEUU se estrellarán, aún con el terror que tratan de inculcar en las familias venezolanas y colombianas. Y esos genocidas yanquis no deben olvidar que de estas tierras partieron siempre los independentistas de la América del Sur.

He ahí el gran contraste: el pacifismo de la Venezuela defensora y el guerrerismo de los Estado Unidos agresor.

'Los militares venezolanos somos pacifistas y nos preparamos para la guerra para asegurar la paz, eso es lo que dije el domingo', declaró ayer Chávez y hoy, el líder bolivariano recibe el apoyo de millones de venezolanos, cubanos, ecuatorianos, bolivianos, peruanos, argentinos, brasileños, paraguayos, chilenos, vietnamitas, chinos, rusos, iraníes, sirios, angolanos, mozambiqueños, nigerianos, saharahuies, europeos honestos y hasta de norteamericanos que reconocen la verdad, la justeza y la honestidad venezolana.

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