*Antonia Muñoz
No es fácil saber quién es un revolucionario verdadero porque no tenemos conocimientos de que alguien haya inventado un revolucionómetro. Sin embargo, hay elementos que nos pudieran ayudar a construir una aproximación.
Nuestro Señor Jesucristo, que sin duda revolucionó a la tierra con su desprendimiento y amor, nos invitó a querer a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Por otra parte, y guardando las distancias, si analizamos las ideas de un admirado revolucionario como el Che Guevara, podemos ir diseñando un revolucionómetro bastante confiable: "Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor.
Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente es que éste debe unir a un espíritu apasionado, una mente fría (que no calculadora) y tomar decisiones dolorosas, sin que se contraiga un músculo.
Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único e indivisible..." La Biblia nos ofrece la siguiente enseñanza: "Por sus frutos los conoceréis. No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto... pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas 6: 43-45).
El Presidente Chávez, coincidiendo con el Che e inspirado en el Libertador, también nos ha repetido hasta el cansancio que la revolución Bolivariana tiene que ser la revolución del amor al pueblo, y al dedicar su vida entera a esta causa, sin lugar a dudas, predica con el ejemplo.
Por eso, todos quienes nos autodenominamos revolucionarios debemos hacer lo posible y lo imposible porque nuestro gobierno bolivariano se parezca lo más posible a aquel que prefiguró nuestro Libertador en el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819: El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política.
Si tomamos en cuenta el llamado "a elevarnos espiritualmente", que nos hiciera el máximo líder de la revolución bolivariana el sábado 21 de noviembre, en su discurso de instalación del primer Congreso Extraordinario del PSUV, tenemos que coincidir todos en que la espiritualidad es condición indispensable en los revolucionari@s, mucho más si pretenden estar en la primera línea de la vanguardia.
Para identificar, internalizar, practicar y predicar los frutos del espíritu, me permito recomendar el estudio de algunas de las exhortación que el apóstol Pablo le hiciera a los miembros de la iglesia de Galicias: Las obras de la carne y el fruto del espíritu: "...Y manifiestas son las obras de la carne, que son: .... enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias (y muchas más). "...Mas el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...(Gálatas 5: 19-23 ).
Aunque el presidente Chávez fue suficientemente gráfico y claro, esta breve explicación es para asegurarnos que nadie piense en elevarse espiritualmente practicando la levitación al estilo de Willy.
No es fácil saber quién es un revolucionario verdadero porque no tenemos conocimientos de que alguien haya inventado un revolucionómetro. Sin embargo, hay elementos que nos pudieran ayudar a construir una aproximación.
Nuestro Señor Jesucristo, que sin duda revolucionó a la tierra con su desprendimiento y amor, nos invitó a querer a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Por otra parte, y guardando las distancias, si analizamos las ideas de un admirado revolucionario como el Che Guevara, podemos ir diseñando un revolucionómetro bastante confiable: "Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor.
Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente es que éste debe unir a un espíritu apasionado, una mente fría (que no calculadora) y tomar decisiones dolorosas, sin que se contraiga un músculo.
Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único e indivisible..." La Biblia nos ofrece la siguiente enseñanza: "Por sus frutos los conoceréis. No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto... pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas 6: 43-45).
El Presidente Chávez, coincidiendo con el Che e inspirado en el Libertador, también nos ha repetido hasta el cansancio que la revolución Bolivariana tiene que ser la revolución del amor al pueblo, y al dedicar su vida entera a esta causa, sin lugar a dudas, predica con el ejemplo.
Por eso, todos quienes nos autodenominamos revolucionarios debemos hacer lo posible y lo imposible porque nuestro gobierno bolivariano se parezca lo más posible a aquel que prefiguró nuestro Libertador en el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819: El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política.
Si tomamos en cuenta el llamado "a elevarnos espiritualmente", que nos hiciera el máximo líder de la revolución bolivariana el sábado 21 de noviembre, en su discurso de instalación del primer Congreso Extraordinario del PSUV, tenemos que coincidir todos en que la espiritualidad es condición indispensable en los revolucionari@s, mucho más si pretenden estar en la primera línea de la vanguardia.
Para identificar, internalizar, practicar y predicar los frutos del espíritu, me permito recomendar el estudio de algunas de las exhortación que el apóstol Pablo le hiciera a los miembros de la iglesia de Galicias: Las obras de la carne y el fruto del espíritu: "...Y manifiestas son las obras de la carne, que son: .... enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias (y muchas más). "...Mas el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...(Gálatas 5: 19-23 ).
Aunque el presidente Chávez fue suficientemente gráfico y claro, esta breve explicación es para asegurarnos que nadie piense en elevarse espiritualmente practicando la levitación al estilo de Willy.
*Dirigente Nacional del PSUV.
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