viernes, 5 de septiembre de 2008
Opositores visitan barrios sólo en campaña electoral.
Caracas, 04 Sep. ABN.- Encontrar líderes opositores en una barriada venezolana es difícil, excepto durante una campaña electoral. Esta práctica viene de la IV República cuando los políticos de Acción Democrática (AD) y Copei sólo acudían al pueblo para solicitar sus votos y una vez en el cargo “tararí que te ví”. Durante 40 años, antes de llegar Hugo Chávez Frías a la presidencia de la República, los políticos de la cuarta tenían en los medios de comunicación la forma más segura y cómoda de acercarse a la población. Las cámaras de televisión fueron los vasos comunicantes entre la gente y sus autoridades. Chávez, hombre de pueblo, acabó con esa forma de hacer política y llevó los poderes del Estado hasta donde nunca antes habían llegado, al corazón del pueblo venezolano. El líder revolucionario impregnó la política venezolana con principios como igualdad, solidaridad, fraternidad y amor. Pomposos “personeros” o “autoridades” gubernamentales fueron sustituidos, en la Revolución bolivariana, por hombres y mujeres quienes se han fusionado con la población en el ejercicio de sus funciones. Los derivados de la “élite” política de la IV República, hoy partidos opositores, son íconos de lo que fue un régimen excluyente el cual creó una falsa cultura sobre lo que significa desempeñarse como servidor público. Para ese entonces, además de la falsa imagen que se creó en torno al funcionario público, los habitantes de las cada vez más numerosas barriadas venezolanas fueron mostrados como seres, sino peligrosos, distintos al resto. Esa falsa imagen de la gente de barrio o lumpen como los llamó despectivamente la comunicadora social, Marta Colomina, llevó a la dirigencia, del bipartidismo, AD y Copei, a evitar, en la medida de lo posible, contacto directo con los millones de venezolanos condenados a cinturones de miseria, producto de las políticas neoliberales implantadas por ellos. En tiempos de revolución no es necesario que ocurra un hecho extraordinario para ver al presidente Chávez o a un ministro de su gabinete conversar, de tu a tu, con un grupo de ciudadanos, o asistir e incluso intervenir en una sesión de la Asamblea Nacional que se realice en cualquier plaza del país (parlamentarismo de calle). El acercamiento, pueblo y gobierno, no es fortuito ni coyuntural, éste responde, además de la condición humanista del mismo, al primer objetivo trazado en la política del Presidente de la República: acabar con la exclusión social de la que fueron víctimas millones de venezolanos. Más de 70% de miseria fue el legado que en materia social recibió el Gobierno Nacional y la misma ha sido atendida progresivamente, desde 1998, por los líderes revolucionarios, encabezados por el mandatario nacional, no desde la tranquilidad de un estudio de televisión, sino desde el propio lugar de los acontecimientos. Esta forma de ejercer funciones de gobierno, hasta ahora desconocida en Venezuela, cambió para siempre el concepto de funcionario público y más bien rescató el significado de servidor público, ésto para cualquier persona que aspire a gobernar cualquier jurisdicción en Venezuela. Los opositores están conscientes de la madurez alcanzada por la población, en estos 10 años de revolución, y de la obligación que tienen de ser más “chavistas” que Chávez para intentar presentarse ante la población venezolana como líderes populares.
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