Gloria Gaitán.
Anoche tuve una horrible pesadilla. Me soñé que el Presidente Chávez, en acuerdo con su amigo Álvaro Uribe, le había dado asilo político a Álvaro Araújo Noguera, miembro destacado del clan Uribe que, como la casi totalidad de ellos, es un mafioso que hace política para enriquecerse y va tras el poder para acrecentar su fortuna y su soberbia. Álvaro Araújo Noguera, buscado por la INTERPOL, fue detenido en Venezuela, ya que la justicia colombiana lo requiere para que responda por el asesinato de un rival político suyo. Araújo es padre de un hijo del mismo nombre, preso por sus vínculos políticos con los paramilitares. Me levanté sobresaltada y, para olvidar el sueño, me dediqué a leer prensa. Cada artículo era peor que el otro. Se hablaba de paramilitares perseguidos por la justicia, que se reunieron hace unos pocos días en el palacio presidencial con el jefe de la oficina jurídica y no fueron registrados a la entrada de la Casa de Nariño, por lo cual, a pesar de ser buscados por las autoridades, no fueron detenidos… También leí sobre una carta que al parecer falsificó la “compañera de oraciones “ de uno de los altos funcionarios allegados a Uribe, donde se hacía creer que el narcotraficante que denunció al Presidente y a un familiar suyo por vínculos con la mafia, se había rectificado en sus denuncias. Entre oración y oración, funcionarios de Palacio, pastores y devotas visitantes de la cárcel, falsificaban documentos para salvar la cara del Presidente… Más adelante aparecían las explicaciones a su renuncia del coordinador de fiscales ante la Corte Suprema de Justicia, el superfiscal de la para-política, Ramiro Marín, quien se retiró de su cargo indignado porque el vicefiscal le abrió las puertas de la cárcel al primo y socio de negocios y de política del Presidente Uribe, Mario Uribe, a quien Marín había ordenado encarcelar por sus claros vínculos con el paramilitarismo. Atolondrada pasé a otra página y allí estaban las declaraciones de Álvaro Uribe en contra del Presidente de la Corte Suprema de Justicia, en enfrentamiento que se originó porque este último había hecho pública una llamada del Primer Mandatario para indagarle por la suerte de su primo Mario. Más adelante me encontré con la confesión de un exguerrillero que contaba la muerte atroz en la selva de quien fuera mi buen amigo, Ramiro Carranza de quien, cuando yo adelantaba una huelga de hambre de 31 días, me envió un bello ramo de rosas con una tarjeta que decía: “a falta de pan buenas son rosas”. Contaba el exguerrillero, con frialdad pasmosa, cómo a ese hombre lleno de sensibilidad y sentido del humor, lo llevaron a una zona cuyo clima le produjo la neumonía que lo mató. ¡Y todos esos crímenes a nombre de la “Revolución”! A esas alturas llegué a unas declaraciones de Lucho Garzón sobre el Polo Democrático Alternativo, único movimiento de izquierda de oposición. No estoy de acuerdo con las propuestas de Lucho, pero sí comparto con él la opinión – que él expresa en otros términos – de que se trata de una coalición de ambiciones personales de la cúpula, inmersa en mezquinas discusiones internas sin trascendencia y sin ninguna visión de grandeza ni de poder. Por lo tanto, la conclusión es que a Colombia la están hundiendo en el fango los dirigentes que tienen el poder, inmersos en la más indignante y cínica corrupción, sin políticas sociales, ni visión nacional, siendo lo más dramático que no existe una izquierda respetable que conduzca a la opinión nacional hacia un cambio de fondo. A estas alturas decidí leer las páginas de espectáculos, para apartarme de la pesadilla que estaba viviendo despierta y me encontré con una nota destacada en la Revista Semana que dice que “el cantante y actor caleño Jorge Cárdenas decidió jugársela por la difícil tarea de encarnar al Tribuno del Pueblo en el musical Gaitán, el hombre a quien amé, que fue estrenado la semana pasada en Bogotá. Cárdenas, de 34 años – continúa diciendo la nota – encarna la vida del caudillo, contada desde la mirada de su esposa, Amparo Jaramillo”. Y termina diciendo el comentario: “Un excelente musical que ningún colombiano se puede perder”. Pensé que no se la pueden perder únicamente los colombianos que tengan la fortaleza de espíritu para “tragarse” la ira al saber que a un hombre de rectitud ilimitada, de formación política coherente y profunda, de amor infinito por Colombia y por su pueblo, fue asesinado por quienes Gaitán denunció y acusó levantando las banderas “de la restauración moral y democrática de la República” y que hoy, como legítimos herederos de esa mafia en el poder, son los que nos gobiernan. Pero también pienso que ver ese musical es un aliento de esperanza porque un pueblo que encarnó en Gaitán puede algún día – así lo espero - hacer triunfar sus ideales.
Bogotá, septiembre 7 de 2008
lunes, 8 de septiembre de 2008
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