Cástor Díaz
Desde siempre hemos creído que la inmunidad parlamentaria tal y como está concebida y establecida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es una patente de corso para que cualquier cobarde investido como diputado, la utilice para delinquir y hacer uso y abuso de un un privilegio que debiera ser reglamentado, para establecer cuando y hasta donde puede llegar su protección para quien se encuentre favorecido con ese precepto constitucional.
La inmunidad parlamentaria debe existir para proteger el trabajo del legislador, mediante el acceso sin trabas a todas las fuentes de información y a espacios necesarios, cuando de investigaciones puntuales se trate. Pero no puede ser garantía para que cualquier delincuente que debido a la democracia participativa y protagónica que tenemos en la República Bolivariana de Venezuela, llegue por accidente al parlamento y utilice esta garantía para irrespetar al resto de los poderes públicos, a todo el pueblo y para difamar e injuriar a personas e instituciones de manera artera y cobarde simplemente porque se siente protegido por el manto de impunidad que le tiende su condición de ocupar un cargo de elección popular.
La tragedia que vive la ética, la moral y los principios del ejercicio de la política actualmente en nuestro país, nos indica que la mala concepción de la inmunidad parlamentaria es uno de los entuertos que dentro del desarrollo del proceso revolucionario se tiene que corregir más temprano que tarde.
Es vergonzoso e indignante presenciar como petimetres que por accidentes de la historia llegaron a la Asamblea Nacional en vez de hacer su trabajo, se dediquen diariamente a denigrar de nuestras mujeres y todo cuanto se le antoje, incluyendo a los desaparecidos de esta vida terrenal, como el caso del Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías, a quien estos esperpentos de la historia, que no vale la pena nombrar han vilipendiado como se les antoja, irrespetando y provocando al pueblo revolucionario, a la memoria de este ilustre patriota y fundamentalmente a su familia, de manera especial, de sus padres, el maestro Hugo de los Reyes y Doña Elena, honorables educadores, quienes merecen el más profundo respeto por el dolor que soportan con la partida de su hijo, que también la llora el pueblo patriota, decente de Venezuela.
Esa inmunidad parlamentaria tal como está plasmada es un peligro para la democracia y para la seguridad de la nación. Tenemos el ejemplo claro, pleno, transparente, con los delincuentes que amparados en esa excepción, se mantienen en constante actividad, haciendo lobby, para que fuerzas imperiales invadan a Venezuela y restituyan a la oligarquía apátrida y a la burguesía parasitaria, el poder que el pueblo les quitó mediante el voto soberano, porque lo venían utilizando para vender a la patria en pedazos, como si se tratara de un pastel.
Pero además, frente a la grosera y provocadora prepotencia de la putrefacta derecha que detenta una mayoría circunstancial en la Asamblea Nacional, se corre el riesgo de una reacción del pueblo contra estos agentes de la violencia y el crimen, que pudiera dejar saldos lamentables. Es urgente que los diferentes poderes constitucionales, se movilicen y apliquen a esta sarta de provocadores las normas expeditas que contempla nuestra constitución.
Es mejor actuar a tiempo, exponernos a lo que quieran decir los amos de la derecha en el exterior, antes que propiciar una "Fuente Ovejuna", porque el pueblo es sabio y paciente, pero también como el río manso cuando se colma su cauce se desborda y las consecuencias son impredecibles.
Es necesaria una profunda reflexión para buscarle salida al mal, porque no es juego de niños, el explosivo que representa en estos momentos la delincuencia y la inmunidad parlamentaria. Periodista* cd2620@gmail.com.
Periodista CNP 2414
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