La intensa polémica ambiental es
casi proporcional al interés de más de un centenar de empresas del mundo
por participar en la zona.
Nazareth Balbás
El Arco Minero del Orinoco podría ser el
nuevo Dorado. Con 111.843 kilómetros, la zona al sureste de Venezuela
posee ingentes riquezas que están en la mira de 150 compañías del mundo.
El proyecto, lanzado por el gobierno del
presidente Nicolás Maduro, prevé la explotación de los minerales
estratégicos como el carbón y el manganeso; minerales metálicos como
oro, hierro, bauxita, cobre, cromo, magnesita y níquel; así como
minerales no metálicos como diamante, fosfato, caliza, feldespato,
dolomita, yeso, caolín, grafito y talco.
Según las primeras estimaciones del
recién creado Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico, el total del
valor comercial de las reservas minerales en
la zona, ubicada en el estado Bolívar, asciente a más de dos trillones
de dólares. La cifra no es despreciable para el país petrolero, cuya
economía monoproductora ha sufrido el embate de la caída sostenida de
los precios del crudo.
El objetivo del ambicioso plan de
desarrollo, que ha levantado duras críticas por parte de la oposición y
ciertos sectores del chavismo, prevé implantar un modelo de “minería
ecológica”, con respeto al ambiente, que permita superar la matriz
monoproductiva y generar una nueva fuente de ingresos para el país.
Freno a calificadoras
La movida de Venezuela también frena a las calificadoras.
Hasta hace poco, la “Santísima Trinidad” de Moody’s, Fitch y S&P
había elevado el riesgo del país a tal punto que la nación quedaba como
la peor del mundo para las inversiones, ni siquiera superada por Siria
en guerra o Grecia en ‘default’.
Pero la situación ha ido mejorando. El
cambio de “parecer” de las calificadoras tiene mucho que ver con
la gigantesca reserva aurífera de Venezuela, que ahora será certificada
por Gold Reserve. El Ejecutivo suscribió convenios con la empresa canadiense para comprobar que el país tiene unas 7 mil toneladas de oro.
La certificación de la reserva demostraría que Venezuela es el segundo país con más oro en
el mundo, solo superado por las 8.133 toneladas del mineral precioso
que posee EE.UU. Esa jugada le abre las puertas a la nación para obtener
financiamiento en condiciones más ventajosas, ya que el encadenamiento
productivo y el flujo de divisas está garantizado con el proyecto
minero.
Además del oro, se estima que en la zona
hay 33,8 millones de quilates de diamante, 3.644 millones de toneladas
de hierro, y gigantescos yacimientos probados de bauxita, cobre, coltán y
otros minerales, refiere la Gaceta Oficial 40.855, que decreta la creación del Arco Minero.
Modelo mixto
El esquema propuesto para los inversionistas es la creación de empresas mixtas, en las cuales el Estado sea titular de 55% de
las acciones y tenga igual porcentaje del total de las ganancias,
detalló el presidente Nicolás Maduro la semana pasada en una reunión
realizada con firmas internacionales en el Banco Central de Venezuela
(BCV).
Hasta ahora, las empresas que han
manifestado su deseo de unirse al proyecto son de origen ruso,
canadiense, británico, surafrincano, estadounidense, chino y
australiano.
Las empresas podrán establecerse en los
cuatro bloques en que está dividido el Arco Minero, cada uno de ellos
con potencialidades específicas: el primero, llamado Juana La
Avanzadora, principalmente posee coltán (un componente escaso, declarado
estratégico para la industria de la tecnológica), oro, bauxita y
diamante; el segundo, denominado Manuelita Sáez, tiene oro y diamante;
el tercero, Negra Hipólita, se caracteriza por el hierro, oro,
diamante y bauxita; y el cuarto, Josefa Camejo, está
constituido principalmente por yacimientos auríferos.
Polémica ambiental
La oposición, que busca la salida del
presidente Nicolás Maduro, se ha negado a apoyar la propuesta del Arco
Minero. Parte del chavismo, también. Las razones que esgrime el segundo
grupo de detractores es el impacto ambiental que la actividad generará
en la zona, considerada uno de los pulmones vegetales y con las mayores
reservas hidrológicas del país.
El Ejecutivo ha asegurado que los
proyectos respetarán no sólo la naturaleza, sino a las poblaciones
indígenas que viven en la zona y capacitará a los pequeños mineros, que
actualmente explotan a menor escala los recursos auríferos, para que
utilicen métodos de impacto mínimo al ambiente.
Según el plan del Estado, únicamente se
intervendrán las áreas donde ya se ha iniciado la explotación minera,
mediante proyectos que contarán con tecnología de punta para el
procesamiento de los minerales que incluyen plantas de tratamiento de
agua, lo que minimizará el daño a las cuencas fluviales.
Oportunidad estratégica
Para Venezuela, el año 2016 ha sido de
grandes dificultades económicas. En enero, el presidente Maduro tuvo que
anunciar la caída de 4.200% de ingreso del país, por concepto de renta
petrolera, en comparación con el mismo mes de 2010.
Por eso, la necesidad de captar recursos,
más allá de la industria petrolera, es estratégica. El 55% de utilidad
que podría percibir el país por una actividad altamente lucrativa, así
como por impuestos y regalías asociadas, le permitiría al país contar
con una nueva fuente de ingresos de gran cuantía que, en poco tiempo,
estaría en capacidad de revertir el modelo monoproductor de
hidrocarburos.
La idea del Ejecutivo no es únicamente
explotar los recursos minerales sino darles valor agregado con el
desarrollo del sector industrial nacional, lo que generaría -en
principio- más de 20.000 empleos directos y más de 70.000 indirectos, y
ampliaría la presencia del Estado en las zonas mineras, que
históricamente han sido dominada por mafias violentas que viven de la
explotación ilegal.
Se prevé que Venezuela puede percibir por
esta actividad, anualmente, entre 3.000 y 4.000 millones de dólares,
cifra que podría ascender en la medida en que crezcan las inversiones y
se consolide la industria./RT.com
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