Marbelys Mavárez.
Luego de la rebelión militar del 4 de Febrero de 1992, mucho se ha escrito. Las interpretaciones sobre este hecho pululan, tanto las que han sido sistematizadas como las que se encuentran en el imaginario colectivo. En uno y en otro caso, lo cierto es que el 4 de Febrero de 1992 nos presentó a un hombre nada común. “Ese es el hombre”, fue una de las expresiones que más se dejó escuchar en aquellos tiempos. Para las grandes masas se trató de una acción salvadora, liberadora… La rebelión había abierto la posibilidad real de dar al traste con una la imposición de un modelo económico, político, social, cultural que generó un verdadero shock social: la llamada yatrogenia.
Quienes vivimos los días intensos de la década de los años 80 o de los infelices 90, días interminables por lo duros que resultaban, podemos ahora ver con claridad la diferencia de los pensamientos: el inherente al modelo neoliberal y el que acompañó al Comandante Chávez, un paradigma centrado en los seres humanos.
De la desmoralización del Ejército a la acción
Durante esos días, en especial los que transcurrieron en la década de los 90, no era extraño encontrar noticias según las cuales Venezuela debía acudir al Fondo Monetario Internacional, (FMI) al Banco Mundial (BM) o al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y atarse a sus designios. También se dejaban leer informaciones que revelaban la imperiosa necesidad de reducir el gasto (lo cual obviamente incluía al gasto social en la esfera del gasto público) y, no menos importante, que debíamos “apretarnos el cinturón”, “endeudarnos con los organismos financieros internacionales”, “aplicar el recetario” con las consecuencias de una inevitable terapia de shock. Era, sin duda un tratamiento que implosionaba la dimensión social. ¿El resultado?: más del 80% de la población venezolana en estado de pobreza.
La lectura al 4F no puede ser otra que la necesidad de dar al traste con el status quo, con el orden reinante que asfixiaba a la gran mayoría del pueblo venezolano. Para lograr ese objetivo, el Ejército venezolano no tuvo desmayo alguno, pues algunos oficiales venían experimentando una gran desmoralización producto de lo que ocurría en la Fuerza Armada… y, peor aún, de la crítica situación en la que estaba inmerso el país.
Aquel 4F el pueblo, sus instituciones, la conciencia y vida de los venezolanos se estremecieron. Eso hacía falta. Porque cuando se deja que el mal corra, se desplace, cobre cuerpo, se expanda, sin hacer nada, puede ocasionar la muerte.
Por esa razón aquel 4-F es para la historia contemporánea de Venezuela un día de liberación.
Una nueva conciencia
Con el 4-F se crearon las condiciones para que la población venezolana asumiera una nueva conciencia en torno a su realidad y comenzara a asumir el poder para la transformación del orden establecido por imposición (de los políticos, de las transnacionales, del Imperio. En fin… Se trataba de un orden en el cual el pueblo no tenía lugar alguno).
Lo cierto es que la historia, con sus lugares complejos, extraños y a ratos hasta injustos, ahora nos dice que las cosas debieron ocurrir tal cual pasaron. Es altamente probable que un golpe de Estado hubiera dejado sin mayor efecto la verdadera acción que perseguía el Comandante Chávez. Y la asunción al poder no habría llegado, pues de lo que sí estaba claro el pueblo –lo cual se mantiene hoy en día- es que las fórmulas antidemocráticas no eran salida alguna. De ello sigue convencido.
Por tal razón, insisto, no hubo golpe de Estado el 4F de 1992. Hubo, eso sí, unos oficiales rebeldes que insurreccionaron la vida del país y con esto empezaron a cambiar las estructuras de poder que habían privado en Venezuela. Asunto realmente revolucionario, negador del orden, acción irreverente… Sin duda fue una vapuleada al bipartidismo y a la seudo democracia.
2F: se oficializa la sublevación
Para conocer un poco el detalle de la sublevación militar, encontramos los siguientes datos: El domingo 2 de Febrero, el capitán Antonio Rojas Suárez se reunió, a la una de la tarde, con el cap. Gerardo Márquez en la Escuela de Infantería. El cap. Márquez venía desde Maracay a informarle a Rojas Suárez que el día 3 de febrero, a las 12:00 de la noche, se realizaría la sublevación militar. Así, el cap. Rojas Suárez protestó, pues no había suficiente tiempo para alertar a los oficiales comprometidos en la rebelión. Pero el cap. Márquez le ratificó la decisión. De esta forma, el cap. Rojas Suárez procedió a contactar a Ronald Blanco La Cruz. A partir de este momento se dedicaron a visitar a las unidades comprometidas: el Regimiento de Ingenieros Codazzi, el grupo de caballería Ayala, los batallones Bolívar, Caracas, O’ Leary, Carmona y Figueredo; el grupo de artillería Ribas y la Academia Militar del Ejército. Sin embargo, no lograron contactar a la mayoría de los oficiales por encontrarse en franco de servicio.
Los oficiales no estaban en las unidades por ser día domingo y, además, en su mayoría, los que apoyaban la sublevación se encontraban haciendo curso en las distintas Escuelas. Ambas condiciones dificultaban sin duda alguna la ubicación de los oficiales. Posteriormente, a las 6:00 de la tarde se reunieron con líderes de izquierda para informarles la decisión tomada. Los civiles también consideraron que el tiempo era poco para ubicar y alertar a sus militantes. Esta fue una de las razones por las cuales se argumenta que la insurgencia fue de naturaleza militar, sólo militar.
No obstante, hay quienes aseguran que los civiles no actuaron, pues no les entregaron las armas, tesis que no debe desecharse, considerando que el pueblo había capitalizado un gran descontento en ese momento y estaba dispuesto a resistirse…
3F: acuartelamiento, delación y pa´ lante
Aproximadamente a las 6:00 p.m se ordenó el acuartelamiento de todas las unidades del Ejército que estaban en la Guarnición de Caracas. La insurgencia estaba descubierta… Ya a las 7:00 p.m, la situación para los rebeldes se había tornado compleja. Los oficiales pertenecientes a la AME y a los Batallones Caracas, O Leary, Bolívar, Figueredo y Carmona, y que se encontraban comprometidos con el alzamiento, informaron a los capitanes Rojas Suárez y Blanco La Cruz que no los acompañarían en la sublevación porque el movimiento había sido descubierto. Por el contrario, los oficiales juramentados del Regimiento Codazzi, y de los grupos de caballería y artillería, Ayala y Ribas, ratificaron la decisión de respaldar la insurgencia.
Rojas Suárez y Blanco La Cruz se reunieron aproximadamente a las 8;00 de la noche en la sala de operaciones de la Escuela de Infantería con un grupo de oficiales comprometidos que prestaban servicio en la Escuela Superior del Ejército y en las Escuelas de Blindado, Infantería, Comunicaciones y Electrónica, Ingeniería y Servicios. El objeto de la reunión: evaluar la situación militar. Por esta razón, el cap. Rojas Suárez trató de alertar a todos los comprometidos, pero sin éxito.
El Batallón de Paracaidistas José Leonardo Chirinos, al mando del Teniente Coronel Joel Acosta Chirinos, inició su marcha de aproximación hacia Caracas en la noche. Y a las 10.00 de la noche cruzó el Peaje de Palo Negro. Entretanto, el Ministro de la Defensa recibía al Presidente de la República, CAP, quien se encontraba en una Cumbre, en Davos (citas típicas de la época). Sin embargo, las medidas tomadas por la Casa Militar, la Disip, Guardia de Honor y la Guardia Nacional del Destacamento 53, impidieron que los oficiales rebeldes pudieran detener al Presidente de la República.
El radiograma
Un radiograma es clara evidencia de que el movimiento insurreccional se encontraba al descubierto. Su contenido dice lo siguiente: “Cumpliendo instrucciones del Ciudadano Gral. de División, Comandante General del Ejército, le informo debe tomar medidas urgentes de seguridad en su unidad ante posibles reuniones clandestinas de oficiales para realizar acciones esta noche que atentarán en contra de la seguridad del señor Presidente de la República. Se estiman eventos para impedir el regreso al país del Primer Magistrado”. El contenido de este radiograma descansa en un informe, hecho en 1992 por el Gral. Reinaldo Valero Rivas, Director de inteligencia del Ejército.
CAP: ¡Écheles plomo¡
Pues bien, como colofón se debe aludir la orden emitida por el ex Presidente Carlos Andrés Pérez de echar plomo a los rebeldes del 4F. Ah, por cierto, dicho por sus propios colaboradores: “El general Fernando Ochoa Antich, se encuentra en Fuerte Tiuna, en la sede del Ministerio, a las 01: 25 Hrs. Se comunica con el Presidente, le informa que se encuentra en negociaciones con los rebeldes, en Miraflores el Presidente deja brotar sus experiencias de cuando era Ministro del Interior en el Gobierno de Betancourt en los tiempos de El Porteñazo: “¡No quiero negociaciones de ninguna índole, écheles plomo¡” (Jiménez; 1996: 217)
Periodista. Profesora universitaria
Correo: marbemavarez74@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario