Rebeca E. Madriz Franco
En los últimos meses se viene presentando una situación hace tiempo predecible, los abusos del uso de cirugías e intervenciones con fines estéticos han comenzado a evidenciar las consecuencias en la salud y en la vida de las mujeres. El estereotipo de mujer creado y masificado a través los medios de comunicación reduce a la mujer a un mero objeto sexual, al servicio de los deseos masculinos, infravalorada y dispuesta a ver estrellas por ser “bellas”.
El escándalo de las prótesis mamarias PIP y toda la fuerza de las mujeres que hoy luchan por su salud hicieron posible una importante sentencia del TSJ. Lo que aún queda invisible es que de las 33 mil afectadas que hay en el país, muchas no saben a ciencia cierta sin son portadoras o no, pues sus historias médicas son negadas por el afán mercantil de los médicos que las intervinieron y que siguen poniendo sus intereses por encima de la vida de estas mujeres. Por otro lado, ellas vienen observando que no siempre los exámenes recomendados arrojan la realidad del estado de la prótesis por lo que la connotación de este problema puede escapar de nuestras vistas.
Por otro lado los Biopolímeros, sustancias prohibidas para su uso en el cuerpo humano, son aun más graves por su carácter invasivo en nuestro organismo. La proliferación de centros “estéticos” ha hecho de este negocio un mercado negro que pese a su prohibición no dejan de estar presentes, y lamentablemente siguen teniendo víctimas. Los biopolímeros pueden matar a una persona al momento de su inyección en el cuerpo, y aunque los efectos a primera vista suelen ser satisfactorios, sus verdaderas consecuencias y la migración a cualquier parte del cuerpo se producen entre los 3 meses y 18 años según afirman los expertos, lo que nos ubica frente a un grave problema de salud pública.
Este mercado que se ha hecho del cuerpo y de la vida de las mujeres tiene su mayor fortaleza en la inconformidad femenina que nos hereda una autoestima colectiva golpeada por la cultura patriarcal y capitalista que pretende ubicarnos en el mercado como una mercancía más, con medidas precisas y pre-fabricadas. El papel de los medios de comunicación en el reforzamiento de esos estereotipos es central para ubicar el problema, pues más allá de las mujeres hoy afectadas, todas somos víctimas de una violencia simbólica permanente que nos agrede y que se convierte en una guillotina ideológica del rol que estamos llamadas las mujeres a cumplir en la sociedad.
Las socialistas feministas nos hacemos solidarias con estas compañeras, y creemos que es indispensable garantizar su derecho a la salud y a la vida, pero sobretodo queda el enorme reto para todas de comprender que nuestra vida vale, pero nuestro cuerpo no tiene precio...
Rebeca E. Madriz Franco. Colectivo Género con Clase
(http://generoconclase.blogspot.com)
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