sábado, 29 de septiembre de 2012

Chávez: razones y corazones.


CAROLA CHÁVEZ
carolachavez.wordpress.com
Me encantan los seudos analistas que nunca entienden nada. Esos señores almidonados, resecos, encorbatados que son capaces de sentarse en cualquier programa de tele a explicar por qué estamos equivocados: que no se vota por amor, que eso en política no se vale, que el amor es una cosa y la política es otra muy distinta…
Claro, supongo que para quien concibe la política como aquello que siempre han hecho los adecos y copeyanos -hoy camuflados de justicieros, nuevos nombres y viejas tendencias- entenderá que el amor nada tiene que ver con tanto egoísmo, tanta mentira, tanta traición. Al menos entienden algo…
Pero algo pasó en Venezuela, culpechávez como todo lo bueno que nos ha venido pasando. Chávez puso a la política el ingrediente principalísimo que siempre le había faltado: el amor.
Es que el amor es el motor de todo. El amor es lo que nos empuja a hacer cosas que pensamos imposibles, y les juro que esto no es cursilería. Basta ver lo que somos capaces de hacer en nuestra cotidianidad movidos por el amor a los hijos, a nuestros padres, a nuestra pareja. Ahora ampliemos ese amor más allá de nuestro espacio inmediato, estirémoslo mucho más allá. Un amor que abarque a todos, incluso a los que se niegan a ser amados. Más o menos eso hizo mi Presi: Él amplió el espectro del amor… Ay ay ay, que suena cursi, lo sé, pero ¿Cómo hablar de amor sin ser melcochosa?
Sin amor no hay urgencia. Sin amor puede un técnico especialista planificar un sistema de salud que se irá implementando paso a paso, cumpliendo con ciertas pautas establecidas y bla, bla, bla… Mientras los niños mueren de diarrea, mientras otro especialista dice que esas muertes están dentro de las estadísticas aceptables para esta parte del mundo. Sin amor se puede observar con frialdad cualquier problema y crear comisiones de expertos, y planificar eternamente, sin amor se puede presupuestar un plan, y sin amor, chuparse el presupuesto…
Entonces llega el amor. Unos ojos que miran en cada niño a sus propios hijos, en cada mamá a su propia mamá, en todos a un hermano, a una hermana. Llega Chávez y llena de amor a la política, le devuelve su sentido, nos devuelve el sentido. Se acaba la frialdad criminal del a mi qué me importa, y nos importa. Crea Misiones para atajar urgencias, abandonos, carencias centenarias. ¿Y Quién puede no querer que los niños tengan vacunas, pediatras, colegios, computadoras… Futuro? Entonces el amor se riega, se contagia, y todos vamos amando… Casi todos, porque siempre están los expertos para decirnos que así no se hacen las cosas, que el amor es para otra cosa y que no se demuestra con Barrio Adentro, Simoncitos, pensiones para nuestros abuelos, viviendas dignas para todos, sino con ramos de rosas en el día de San Valentín.
El voto por amor es irracional, dicen los expertos mientras se hunden en el barro instándonos a votar con la cabeza por su candidato que la tiene vacía, como vacío tiene el discurso que clama, copionamente, amor sin una pizca de sentimiento.
Amorosamente, el domingo 7 de octubre votaremos por Chávez, el corazón de mi Patria, porque el amor sólo es posible cuando hay razones para amar y razones es lo que nos sobra, culpechávez.

No hay comentarios: