viernes, 7 de septiembre de 2012

LETRA INSURRECTA/ Verdades sancionadas


ROSA ELENA PÉREZ MENDOZA
rosaelenaperez@gmail.com

Las costuras del “reino de la libertad de expresión” son cada vez más visibles. Estados Unidos, que tanto publicita que sus ciudadanos expresan libremente sus ideas, va dejando a la vista una realidad que intenta maquillar con subterfugios, manipulaciones y asfixiantes presiones, dirigidas a quienes osan cuestionar el poder político o el orden ideológico establecido en una sociedad donde la supremacía de los consorcios no perdona la audacia, indiscreción y hasta desafortunada circunstancia de algunos de sus pobladores a la hora de emitir sus opiniones.
Fue ese el muro de acero contra el cual chocó en días pasados el periodista estadounidense David Chalian –hasta hace poco encargado de la oficina de Washinghton de Yahoo News–, pues, sin saber que el micrófono estaba abierto, comentó en medio de una conversación sobre la celebración que la semana pasada hiciera el Partido Republicano estadounidense en Tampa, Florida, y a propósito de las inundaciones sufridas por esos días por el huracán Isaac en Luisiana, que el candidato a la presidencia de Estados Unidos Mitt Romney y su esposa: “Están felices mientras hay gente negra ahogándose”.
No sabía Chalian la jugada que el destino le tendía al decir tales palabras. Menos de 24 horas más tarde el periodista era despedido del cargo gerencial que hasta ese nefasto instante había desempeñado. Acto seguido, aparecieron las humillantes disculpas que debió extender para ver si salvaba el pellejo en medio de una sociedad atrapada por un afán de certeza en materia de emancipación de criterios que, en definitiva, se ha convertido en una falsedad de hecho y en una paradoja.
Tan o más denigrante fue la experiencia vivida meses atrás por el pelotero venezolano Oswaldo Guillén, quien, después de haber declarado su admiración a Fidel Castro a la revista Times en una entrevista, fue duramente castigado por la comunidad cubana de Miami. Más allá del vergonzoso episodio televisado a nivel mundial en que con impotencia contenida –y agregaríamos que casi con disimulada sorna– se disculpaba por el juicio expresado, el caso del manager de los Marlins de Miami dejó ver las crueles sanciones de una nación que somete al individuo al férreo poder del capital, en vez de darle la tan cacareada libertad en materia de opinión.
Un comentarista de la información sobre David Chalian opinó en un portal de la web “… y ni siquiera fue que el tipo se burló, simplemente dijo la verdad, ¿qué tal?”. Nosotros añadiríamos que cualquier semejanza entre estos casos y el de Julian Assange –salvando las diferencias– no es producto de la simple coincidencia.

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