CAROLA CHÁVEZ
carolachavez.wordpress.com
Juan Carlos Caldera, el gordito simpaticón de lo que ellos llaman la Mesa de la Unidad, una mesa donde cada uno come por su lado, donde celebran aniversarios con candidatos de cartón –nunca fue más fiel a su imagen el candidato de la mesa, como ayer en el aniversario de AD, donde a falta de Capriles, metieron en el bululú de la foto, una foto tamaño natural, silueteada en cartón, del candidato que dice ser de ellos, mejor así: el cartón no abre la bocota, al cartón nadie le pide que piense… Pero decía, Juan Carlos Caldera, de carne y hueso, el mismito aspirante de Primero Justicia a la Alcaldía de Sucre, partido acartonado, brincó y se terminó ensartado, pero la culpa no es del sapo…
El jueves pasado vi lo que siempre supe pero a pesar de saberlo no dejó de impactarme. Los conocemos, sabemos de dónde vienen, sabemos sus maneras, pero verlo, al gordito que era capaz de sonreír en una bancada de caras fruncidas por el desprecio, ver a ese muchacho que de alguna forma mostraba un poquitico de sensatez en medio de la locura, verlo ahí, con un gesto casi malvado, amalandreado, con la arrogancia del que hace lo que le da la gana sin porque le da la gana… Verlo tomar unas fajas de dinero, sin titubear, sin un minutico de reflexión, de pudor que tal vez lo hubiera adecentado… Ver aquello no dejó de parecerme doloroso.
Con las manos en la masa y sin un ápice de vergüenza, Caldera, copeyanamente, no sólo no pide perdón, ni siquiera un trágame tierra, sino que se pone su careta de muchacho afectado por una conjura de malvados chavistas –porque los chavistas tenemos que ser siempre los malos- y clama a los cuatro micrófonos que ha sido víctima de la guerra sucia de este Gobierno… La estaca.
Esa es la moral de ellos: el problema no es agarrar el dinero que nadie que tenga un ápice de decencia se hubiera atrevido a agarrar, sino que lo hayan filmado haciéndolo, sin que él lo supiera. El problema es que alguien se atrevió a mostrarlo sin su máscara de gordito bueno, no que el gordito usara una máscara.
Y ojalá se tratara de un caso aislado, Caldera el enmascarado solitario, pero no. El mismo partido que ayer le dio la espalda fue fundado con varias pacas de dinero, peor que las de Juan Carlos, porque entonces ese dinero no era de un rico empresario sino de un pueblo que Caldera y sus secuaces estaban matando de hambre. Ese mismo partido, gestor del golpe de abril y del sabotaje petrolero, ellos, los del cheque de Pdvsa, ayer, posaban en le tele, con caras de qué pena con Juan Carlos, demostrando que ni con los suyos saben ser solidarios.
Fieles a su creencia de que la gente es idiota, pretenden dejar bien claro, eso sí, que la culpa no es del sapo que salta sino de la estaca que se empeña en estar ahí.
Por eso, entre un millón de razones, ellos, los enmascarados, no volverán.
15/09/12.-
carolachavez.wordpress.com
Juan Carlos Caldera, el gordito simpaticón de lo que ellos llaman la Mesa de la Unidad, una mesa donde cada uno come por su lado, donde celebran aniversarios con candidatos de cartón –nunca fue más fiel a su imagen el candidato de la mesa, como ayer en el aniversario de AD, donde a falta de Capriles, metieron en el bululú de la foto, una foto tamaño natural, silueteada en cartón, del candidato que dice ser de ellos, mejor así: el cartón no abre la bocota, al cartón nadie le pide que piense… Pero decía, Juan Carlos Caldera, de carne y hueso, el mismito aspirante de Primero Justicia a la Alcaldía de Sucre, partido acartonado, brincó y se terminó ensartado, pero la culpa no es del sapo…
El jueves pasado vi lo que siempre supe pero a pesar de saberlo no dejó de impactarme. Los conocemos, sabemos de dónde vienen, sabemos sus maneras, pero verlo, al gordito que era capaz de sonreír en una bancada de caras fruncidas por el desprecio, ver a ese muchacho que de alguna forma mostraba un poquitico de sensatez en medio de la locura, verlo ahí, con un gesto casi malvado, amalandreado, con la arrogancia del que hace lo que le da la gana sin porque le da la gana… Verlo tomar unas fajas de dinero, sin titubear, sin un minutico de reflexión, de pudor que tal vez lo hubiera adecentado… Ver aquello no dejó de parecerme doloroso.
Con las manos en la masa y sin un ápice de vergüenza, Caldera, copeyanamente, no sólo no pide perdón, ni siquiera un trágame tierra, sino que se pone su careta de muchacho afectado por una conjura de malvados chavistas –porque los chavistas tenemos que ser siempre los malos- y clama a los cuatro micrófonos que ha sido víctima de la guerra sucia de este Gobierno… La estaca.
Esa es la moral de ellos: el problema no es agarrar el dinero que nadie que tenga un ápice de decencia se hubiera atrevido a agarrar, sino que lo hayan filmado haciéndolo, sin que él lo supiera. El problema es que alguien se atrevió a mostrarlo sin su máscara de gordito bueno, no que el gordito usara una máscara.
Y ojalá se tratara de un caso aislado, Caldera el enmascarado solitario, pero no. El mismo partido que ayer le dio la espalda fue fundado con varias pacas de dinero, peor que las de Juan Carlos, porque entonces ese dinero no era de un rico empresario sino de un pueblo que Caldera y sus secuaces estaban matando de hambre. Ese mismo partido, gestor del golpe de abril y del sabotaje petrolero, ellos, los del cheque de Pdvsa, ayer, posaban en le tele, con caras de qué pena con Juan Carlos, demostrando que ni con los suyos saben ser solidarios.
Fieles a su creencia de que la gente es idiota, pretenden dejar bien claro, eso sí, que la culpa no es del sapo que salta sino de la estaca que se empeña en estar ahí.
Por eso, entre un millón de razones, ellos, los enmascarados, no volverán.
15/09/12.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario