Carola Chávez
Ocurrió el milagro: Conferry se convirtió, así, de sopetón, en una empresa ejemplar. Resulta que tras el anuncio de nacionalización sobrevino un brote colectivo de amnesia entre algunos nostálgicos defensores del este monopolio naviero siempre a punto de zozobrar, quienes se lanzaron a atribuir bondades a un muerto que en vida no fue bueno.
Ahora resulta que todos los abusos que se cometieron hasta hace apenas dos días, o no sucedieron o si si pasaron fue por culpechavez. Así, la sobreventa de boletos, los retrasos infinitos y todo tipo de maltratos eran producto de la falta de divisas. Una historia que empezó siglos antes de que existiera CADIVI y que se convirtió en modus operandi de esta empresa, resulta que es culpechavez, como todo según la doctrina globotizante.
La globotización desarrolla un mecanismo de auto agresión que induce, a la gente pensante y decente de este país, a rechazar a priori cualquier medida que tome el gobierno, incluso y con más fiereza, las que les favorezcan.
Dicho mecanismo bloquea la memoria y suplanta recuerdos, alimentando una especie de Síndrome de Estocolmo que hace que algunos se caigan a puños con el INDEPABIS, por ejemplo, para que los dejen ser desplumados en nombre de la libertad. O aquellos que recuerdan con nostalgia la eficiencia inexistente de la privatizada CANTV de Gustavo Rossen. Y otros a quienes la palabra Viasa no les dice nada y si les dice no la escuchan porque los haría pensar… recordar...
Globotizados nos quieren los dirigentes opositores que, incapaces de hacer política, se dedican a cultivar la locura. Los que nos piden mirar hacia adelante, porque el pasado pasó y allá se quedó. Los que hablan de cambio, de nuevas propuestas que nada proponen y que cada vez que abren la boca impregnan el aire del tufito nauseabundo y dulzón del cadáver del puntofijismo, que hoy quiere resucitar en una Mesa de Unidad pegada con saliva y moco.
Globotizados nos cree Leopoldo López, que tuitea impúdico sus loas a Rómulo Betancourt, llamando padre de la democracia al padre del desmadre adecocopeyano. Conjuga Leopoldo, al estilo de María Corina, “Yo Rómulo Betancourtiaría”. Y quienes lo vimos el 12 de abril sabemos, sin duda, que Leopoldo es de los que dispara primero y pregunta después.
Hablan de captar el voto chavista, apelan al cansancio de quienes no nos cansamos, juegan al estorbo, al muerto necesario, mostrando con torpe arrogancia toditas sus costuras: Burdas puntadas de guerra sucia made in USA. Nostálgicos de pesadillas pasadas, se lanzan a la calle a jugar a la democracia, a besar viejitas, a saltar charquitos... Deja vu que los desnuda, que aviva la memoria herida del pueblo que supo vencerlos y que siempre los vencerá.
¡Ah! Cuántas cosas reflotó un ferry que no flota...
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