sábado, 3 de septiembre de 2011

Por una cerveza popular.

Reinaldo Iturriza López



César Augusto a la izquierda. The Cavern, Liverpool, Inglaterra, jueves 25 de agosto de 2011.Por: Meresvic Morán 

No se apuren a descartar la demanda por considerarla una excentricidad típica de la clase media progre, con pretensiones cosmopolitas: hoy más que nunca estoy convencido de la justeza de nuestra lucha por el derecho a una cerveza popular. Una exigencia, más bien un clamor, como se verá, con profundas implicaciones políticas. 

Me ha terminado de convencer mi hermano, César Augusto, buena compañía en un intenso viaje que nos ha llevado por cinco ciudades europeas en poco menos de dos semanas, y pasajero, al mismo tiempo, de su vuelo personal: uno que lo llevará a ingerir la mayor cantidad y variedad de cervezas que le sea posible, siempre según las condiciones que imponen el tiempo y, en especial, el dinero disponibles – poco en ambos casos. 

Habiéndolo acompañado en su cruzada personalísima, sin que mediara otro motivo que el estrictamente humanitario, puedo decir que, a estas alturas, he tenido la oportunidad de saborear casi la veintena de cervezas. No es alarde: se ha tratado casi siempre de un sorbo aquí y allá; lo suficiente como para concluir que hay vida más allá de la Polar. No sólo vida, sino una infinitamente más sabrosa. 

Sin ceder un ápice a la tentación patriotera de defender el terruño, lo propio, eso que tenemos por la cerveza que representaría la identidad nacional, no sólo nos hemos rendido a la evidencia de la superioridad de buena parte de las marcas que hemos probado; además, le hemos visto todas las costuras al resultado del hábil y sostenido trabajo que desde hace décadas realiza la Polar para establecer una relación entre sus productos y la identidad nacional. Así, cualquier "ataque" contra alguno de estos sería visto como un ataque despiadado a la Nación que este grupo económico habría contribuido a forjar. Mientras se enriquece, claro está. Porque qué tiene de malo ganarse un dinerito y tumbar un gobierno por aquí y otro por allá. 

En una sola línea: hay quienes pretenden que la defensa de la Polar equivale a defender a la Patria. 

No se trata, por cierto, de que la competencia, esa gran farsa, sea mejor que la marca del oso. Si lo que quieren es competencia – vamos con propuestas concretas – abramos pues el mercado, ¡bendito seas, neoliberalismo!, a todas las marcas del mundo, y veamos si es cierto lo de la mano invisible. 

Mucho mejor: creemos fábricas de cerveza en manos del pueblo organizado, y garanticemos el pleno ejercicio del derecho a una cerveza popular. Acabemos con esa dictadura de la levadura que adormece nuestros paladares, que atrofia nuestro sentido del gusto. Multipliquemos los sabores. Superemos a los mejores. Experimentemos. Luego hagamos una gran fiesta para celebrarlo. Salud. 

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