Roberto Hernández Montoya
Otrora la batalla de las ideas se hacía con Kant, con Hegel, con Picón Salas, con Úslar Pietri, con De Gaulle, con Churchill. Ahora se hace con Fukuyama, con Huntington, con Sarkozy, con Berlusconi, con Rosales, con Ismael García, que con razón los argumentos para justificar devastar a Libia son tan menesterosos.
Hubo otrora también argumentos ridículos, como el Requerimiento hecho a los indios, en lengua española, que nuestros ancestros, tan ignorantes, no conocían. Si no se sometían a la autoridad cristiana, el conquistador les haría «todos los males y daños que pudiere». Fue la Justa Guerra. El mismo requerimiento que hace hoy un cura contra inexistentes ritos santeros en los sótanos de Miraflores, como si no hubiese en Venezuela libertad de cultos.
Hemos vuelto a esa época inquisitorial, mampleta. Nos argumentan que Gadafi mató gente en bombardeos jamás probados y luego se aplicó una novísima doctrina filantrópica: el bombardeo humanitario: masacrar civiles para que no los masacren. Esas son las patochadas que debemos debatir ahora, con Cameron, con Carla Angola. O sea.
Con razón nos pusieron en la Asamblea Nacional 65 ignorantes y atorrantes de oposición. Insistimos ingenuamente en discutir con esa gente como si fuese capaz de alguna migaja patriótica. Se la educó precisamente para vender la Patria en una Embajada, mendigando dólares en inglés. No tiene remedio, al menos en esta reencarnación. Paciencia. Y prepararse para lo peor.
Es la versión moderna de la tradicional barbarie occidental que linchó las culturas indígenas y acabó con la Biblioteca de Bagdad. Todo lo que no sea cristiano, blanco y varón merece desprecio y muerte. Aún nos medio protege la religión cristiana predominante en Venezuela. Pero no te fíes, católico amigo, es gente protestante que odia a los «papistas» como tú. En realidad odia todo lo que no sea ese dogma enterizo, ignorante y bárbaro que se profesa en los EUA, que prohíbe fumar en todo el mundo.
El Espía Salazar dice que la de Libia es la primera guerra prepago. Normalmente el botín se cobraba ya terminada y ganada la guerra. Ahora no, antes de hacerla los gobiernos de la OTAN ya habían cobrado las divisas de Libia y ya se repartieron su petróleo y su mucha agua. Antes de terminar la guerra, que tal vez apenas comienza.
Europa arde porque la banca pretende que la gente pobre pague la deuda fraudulenta que le impuso. Si el gobierno francés no nacionaliza su banca se la puede ver fea en las calles de París, tan proclives a las barricadas. Es posible que Grecia no aguante los ajustes y tenga que salirse de la Zona Euro. Encima los llaman PIGS: Portugal, Italia, Grecia, Spain (España). La palabra pigs en inglés significa 'cerdos'. En los EUA, dice Immanuel Wallerstein, puede haber pronto varias guerras civiles. Allí casi todo el mundo anda armado y cada bando puede apoderarse de algún silo nuclear. Hay quienes exigen abandonar la Constitución en favor del Antiguo Testamento. Así anda la barbarie.
En Venezuela, en cambio, derrotamos el analfabetismo y los libros son abundantes y baratos, si no gratuitos. También premiamos poetas, novelistas, ensayistas, artistas y gente de ciencia y de pensamiento crítico. O sea. Di tú.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
Hubo otrora también argumentos ridículos, como el Requerimiento hecho a los indios, en lengua española, que nuestros ancestros, tan ignorantes, no conocían. Si no se sometían a la autoridad cristiana, el conquistador les haría «todos los males y daños que pudiere». Fue la Justa Guerra. El mismo requerimiento que hace hoy un cura contra inexistentes ritos santeros en los sótanos de Miraflores, como si no hubiese en Venezuela libertad de cultos.
Hemos vuelto a esa época inquisitorial, mampleta. Nos argumentan que Gadafi mató gente en bombardeos jamás probados y luego se aplicó una novísima doctrina filantrópica: el bombardeo humanitario: masacrar civiles para que no los masacren. Esas son las patochadas que debemos debatir ahora, con Cameron, con Carla Angola. O sea.
Con razón nos pusieron en la Asamblea Nacional 65 ignorantes y atorrantes de oposición. Insistimos ingenuamente en discutir con esa gente como si fuese capaz de alguna migaja patriótica. Se la educó precisamente para vender la Patria en una Embajada, mendigando dólares en inglés. No tiene remedio, al menos en esta reencarnación. Paciencia. Y prepararse para lo peor.
Es la versión moderna de la tradicional barbarie occidental que linchó las culturas indígenas y acabó con la Biblioteca de Bagdad. Todo lo que no sea cristiano, blanco y varón merece desprecio y muerte. Aún nos medio protege la religión cristiana predominante en Venezuela. Pero no te fíes, católico amigo, es gente protestante que odia a los «papistas» como tú. En realidad odia todo lo que no sea ese dogma enterizo, ignorante y bárbaro que se profesa en los EUA, que prohíbe fumar en todo el mundo.
El Espía Salazar dice que la de Libia es la primera guerra prepago. Normalmente el botín se cobraba ya terminada y ganada la guerra. Ahora no, antes de hacerla los gobiernos de la OTAN ya habían cobrado las divisas de Libia y ya se repartieron su petróleo y su mucha agua. Antes de terminar la guerra, que tal vez apenas comienza.
Europa arde porque la banca pretende que la gente pobre pague la deuda fraudulenta que le impuso. Si el gobierno francés no nacionaliza su banca se la puede ver fea en las calles de París, tan proclives a las barricadas. Es posible que Grecia no aguante los ajustes y tenga que salirse de la Zona Euro. Encima los llaman PIGS: Portugal, Italia, Grecia, Spain (España). La palabra pigs en inglés significa 'cerdos'. En los EUA, dice Immanuel Wallerstein, puede haber pronto varias guerras civiles. Allí casi todo el mundo anda armado y cada bando puede apoderarse de algún silo nuclear. Hay quienes exigen abandonar la Constitución en favor del Antiguo Testamento. Así anda la barbarie.
En Venezuela, en cambio, derrotamos el analfabetismo y los libros son abundantes y baratos, si no gratuitos. También premiamos poetas, novelistas, ensayistas, artistas y gente de ciencia y de pensamiento crítico. O sea. Di tú.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
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