Edwin Sambrano Vidal
Es
inevitable seguir tratando el tema de Libia. Ante un hecho que impacta toda
nuestra escala de valores, no podemos más que referirlo recurrentemente. Entre
la estupefacción y la indignación observamos como se usa a la ONU, el organismo
que debería representar los principios del Derecho Internacional, como
descarado instrumento para perpetrar el crimen. Y…qué crimen!!!!
La vileza de la doble moral
Hemos
escrito y lo repetimos: rechazamos terminantemente el mesianismo, el
autocratismo y la represión contra el pueblo. Rechazamos que se use la
represión desde el gobierno contra el reclamo popular y la oposición política.
Hay que recurrir a la mediación, la conciliación y la negociación. Lo considero
válido para Colombia y para Venezuela. También para los EEUU, el Reino Unido,
Francia, Grecia, España, Italia y para cualquier otro país en el cual surjan
conflictos políticos internos, tal como han surgido este año en esos países y
en varios países árabes. El doble rasero o la doble moral, no es una conducta
revolucionaria. Es más bien profundamente injusta y, en el caso de esta “cayapa” universal de los poderosos, una
conducta miserable, cruel y ruín.
Hitler
fue un monstruoso criminal, sin embargo enfrentó a los poderosos países
imperiales de Francia y el Reino Unido, y en medio de su homicida megalomanía
tuvo la valentía de enfrentarse también y al mismo tiempo con la Unión
Soviética. Los pretendidos gobernantes demócratas de las grandes potencias se
han colocado al nivel de Hitler, e incluso peor por la vileza que revelan sus
acciones. La “cayapa” de las más
poderosas potencias militares y económicas del mundo, urdida y ejecutada alevosamente
contra el Gobierno de Kadafi, tal vez no tenga parangón y ha conducido a un
inmenso baño de sangre y a la destrucción de ese país.
Derrochan y destruyen para cobrar y ganar más.
Las
potencias imperialistas derrochan el armamento militar y destruyen la
infraestructura civil e industrial como un doble y lucrativo negocio. Cada
misil utilizado es cobrado con creces a la nación correspondiente y todo lo
destruido será reconstruido por las corporaciones privadas de los mismos
destructores con enormes beneficios. Las crisis internas de las grandes
potencias imperialistas puede disminuirse o apaciguarse mediante el saqueo de
otras naciones y obteniendo beneficios del trabajo de reconstrucción. Algo
reparten para los habitantes de los países imperialistas, con lo cual se apaciguan
las tremendas contradicciones que sufren.
Más muertes, más sufrimientos y mayor
destrucción.
Se
contabilizan 50.000 muertos, según
voceros del CNT, Consejo Nacional de Transición. No lo sabemos, porque una de
las características de la sociedad de la globalización informativa es que el “monopolio de la verdad” se encuentra en
manos de las poderosas cadenas mundiales capaces de difundir en un instante,
para todo el planeta, la versión que convenga a sus intereses económicos y
políticos, convirtiéndola en “la verdad”, cuando sólo es lo que les conviene.
Fíjense que la excusa fue la protección de los civiles, evitar los daños que
pudiera causar la aviación del Gobierno Libio. Equilibrar las fuerzas y evitar
la destrucción y las muertes por el bombardeo. La aviación de la OTAN se
encargó de producir las muertes de civiles, la mayoría niños, mujeres y
ancianos; y de destruir todo lo que encontraban a su paso. Mientras, según las
imágenes que nos muestran, una horda desquiciada de los llamados “rebeldes” dispara sin ton ni son contra los edificios residenciales y maltrata a los
prisioneros. Tenemos conocimiento que Kadafi manifestó su acatamiento de la
Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU y después de los enfrentamientos
del primer mes también expresó su disposición de negociar políticamente, sin
embargo la caterva de todopoderosos gobiernos y países imperialistas siguió con
su plan de destrucción y muerte guiados por el propósito predeterminado de
tomar el control del país e instalar allí a unos títeres para hacer su voluntad
en esa región de importancia estratégica.
Torvos propósitos con un futuro trágico.
El
investigador Samir Amín piensa que mayor
importancia tienen los objetivos político-militares de “…establecer el
Africom (el Comando Militar de Estados Unidos para África) actualmente con sede
en Stuttgart, Alemania, dado que los países africanos, no importa lo que se
piense de ellos, se negaron a aceptar su radicación en África". Este
objetivo, ha escrito Atilio Borón, “…permite establecer una cabeza de playa
para lanzar sus operaciones militares en África. Hacerlo desde Alemania aparte
de poco práctico es altamente irritante, por no decir ridículo... Ahora
tratarán de que el régimen lacayo que se instale en Trípoli acepte la amable “invitación” que seguramente le cursará
la OTAN. De todos modos, el operativo no será para nada sencillo, entre otras
cosas porque el Consejo Nacional de la Transición (CNT) es un precipitado
altamente inestable y heterogéneo de fuerzas sociales y políticas débilmente
unidas por la argamasa que sólo le proporciona su visceral rechazo a Gadafi,
pese a que no son pocos quienes hasta hacía pocos meses se contaban entre sus
más obsecuentes y serviles colaboradores. …No existen demasiadas razones para
suponer que el CNT inaugurará un período democrático. Sus miembros no tienen
mejores credenciales que Gadafi y pesa sobre ellos la irredimible infamia de
haber invitado a las potencias imperialistas a bombardear sus ciudades y aldeas
para viabilizar su derrocamiento. Por eso, lo más probable es que una vez
derrotado el régimen, las sangrientas luchas intestinas y la ingobernabilidad
resultante tornen inevitable para las potencias imperialistas entrar en otro
pantano, como Irak y Afganistán, para establecer un mínimo de orden que permita
organizar su rapiña. Desgraciadamente, lo que espera a Libia no es la
democracia sino un turbulento protectorado europeo-estadounidense y, como dijo
Winston Churchill de su país en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, sangre,
sudor y lágrimas.”
Ciudad Guyana, 1º de Septiembre de 2011. sambranovidal@gmail.com
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