domingo, 11 de abril de 2010

La Maestra Argelia Laya en lo cotidiano.


Teresa Sosa

El día 30 de marzo pasado, a través de un canal de televisión del Estado, a Edgardo Ramírez, ministro del Poder Popular para la Educación Universitaria, le oímos, a su salida de Miraflores, hacer varios anuncios a la prensa, entre estos, que varios institutos tecnológicos del país fueron convertidos en universidades politécnicas y mencionó que el de Barlovento pasó a llamarse Universidad Politécnica Argelia Laya, el de Barinas Universidad Politécnica José Félix Ribas y el de Lara, Universidad Politécnica Andrés Eloy Blanco. El anuncio de una universidad que llevará el nombre Argelia Laya, propicia esta crónica de hoy.



Para constancia escrita de la información que le oímos al ministro por televisión, nos fuimos a Internet; allí leímos la noticia que ya estaba colgada en las webs informativas gubernamentales. Donde nos impactó visualmente que toda la página de Google a la que entramos y las que después continuaban, contenían otras notas que hacían mención a Argelia Laya. Y comenzamos a pinchar los diferentes links uno tras otro para leer los contenidos, para saber de qué se trataba; más de dos horas nos llevó el recorrido de lecturas.



Lo que aparece reflejado y registrado en los diferentes links que pinchamos es un numeroso grupo de instituciones sociales gubernamentales de diversa índole, que en la primera década del 2000 han sido creadas en casi todo el país y que llevan el nombre de Argelia Laya; la mayoría son educativas: centros de atención integrales “Simoncitos”, escuelas, planteles de educación básica, liceos.


También encontramos que existe un CDI que lleva su nombre; el Colegio Universitario de Caracas tiene la Cátedra Libre de la Mujer “Argelia Laya”; la Cinemateca Nacional ha programado actividades para honrar a Argelia en la fecha de su nacimiento; leímos también que existe la Orden Argelia Laya (condecoración de Estado) que otorga Inamujer; algunos comités de tierras urbanas llevan su nombre, lo mismo sucede con algunas empresas del Estado como la procesadora de plátanos que está ubicada en Barlovento y otra de actividad maderera en Anzoátegui; infocentros Argelia Laya en algunas comunas; Hay Casas de la Mujer y Casas de Abrigo con el nombre de Argelia. Y pareciera que ya es un hecho la aparición del Instituto Autónomo de la Mujer “Argelia Laya” del Municipio Libertador, Caracas, noticia reciente que aparece en Internet.

Existe la Red Argelia Laya que agrupa a maestros, profesores, estudiantes universitarios, sociedad civil, consejos comunales, etc. para generar ideas críticas con respecto a las políticas educativas del Estado.

La búsqueda en Internet nos muestra que el Inamujer, el Ministerio de Educación, la Red de Organizaciones Afrovenezolanas (ROA) y organizaciones populares de base del estado Miranda, principalmente de Barlovento, y de otras regiones del país, han sido los principales impulsores de todo este reconocimiento póstumo, materializado en instituciones sociales gubernamentales que llevan el nombre de Argelia Laya, quien nació en Barlovento en 1926 y allí murió en 1997. Ella mantuvo un vínculo estrecho permanente de por vida con Barlovento y sus luchas, una región habitada mayoritariamente por población afrovenezolana en condición de pobreza.

Nosotras, desde este espacio, nos adherimos efusivamente a todo este reconocimiento que le está rindiendo el Estado venezolano, póstumo, pero felizmente no tardío para quienes la conocimos y podemos regocijarnos porque todavía estamos en este mundo. Desde que Argelia Laya murió el 27 de noviembre de 1997, Palabra de Mujer ha publicado en el impreso de Diario de los Andes artículos sobre ella para contribuir a mantenerla viva y honrar su memoria.

En homenaje a su hermana Argelia en el primer aniversario de su muerte (1998), Renée Laya-Boving nos envió desde Michigan el artículo Mi hermana Argelia que publicamos en la edición impresa del domingo 13/12/1998 y que la compañera Gladys Parentelli distribuyó fotocopiada por correo postal a compañeras feministas y Ongs del país. Este artículo llenó el vacío que existía sobre datos de los años iniciales de la vida de Argelia Laya.

A su vez, el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela (CEM-UCV) dedicó a Argelia Laya la edición de su revista Nº 9, volumen 3, 1998, que contiene varios artículos sobre Argelia y recopilación de sus publicaciones, discursos, entrevistas, testimonios y ponencias (Compiladora: Profesora Ofelia Álvarez); información que tomamos de la ficha técnica de la revista que aparece en Internet.

La educación un valor fundamental

Creemos, que de todas las instituciones que hoy día llevan el nombre de Argelia, nuestra amiga y compañera estimaría de manera especial las que han surgido en el campo de la educación, porque Argelia fue una maravillosa maestra desde su adolescencia, mucho antes de graduarse de normalista en 1945 en Caracas; y también, porque tanto para Argelia, su mamá, su papá, hermanas y hermanos, la educación fue y sigue siendo un valor fundamental.

Al respecto, nos dice Renée: “Argelia y yo compartíamos una fe profunda en la educación como vehículo liberador para que los seres humanos realicen sus aspiraciones y logren las libertades y derechos que les corresponden, con especial énfasis en la educación de las mujeres y las niñas”.

Por consiguiente, como quiera, que desde nuestra experiencia personal, nosotras conocemos que en el país a las escuelas, liceos, cuando se les funda y se les pone el nombre de una persona, sucede que a posterior en el interior de estos centros educativos el nombre (epónimo) se convierte solo en letras que aparecen en la fachada del plantel y que éste en numerosos casos pasa a ser una simple nomenclatura de identificación municipal catastral; y que en la dirección del plantel tal vez se coloca una foto, pintura al óleo, dibujo, con el rostro de la persona epónima; y que por otra parte, al alumnado quizás se le asigna en algún momento como tarea investigar sobre la vida del epónimo de la escuela, y que para cumplir con esta asignación éste echa mano a las biografías en Internet, que incurren algunas en lugares comunes de grandiosidad de palabras que no suscitan empatía de la sensibilidad de quien lee la reseña, hacia de quien se habla en el texto biográfico, por todo lo antes dicho, hoy emprendemos la tarea de contar para la juventud venezolana de estos tiempos algunas cosas sobre Argelia, pero no a manera de biografía, sino a manera un tanto informal, como nos vayan fluyendo desde los recuerdos y desde lo que compartimos con ella.

Argelia Laya era una mujer sencilla, muy apegada a las cosas sencillas y bonitas de la vida, completamente coherente en su forma de vivir con sus ideales y su discurso combativo. En Caracas vivía en un apartamento muy modesto, en un superbloque del Inavi en El Valle, en uno de los últimos pisos, provisto solo de los muebles y enseres muy necesarios para su vida cotidiana, sin lujo de ningún tipo. Cubría sus necesidades con su sueldo de maestra, primero activa y después jubilada. Su medio de transporte eran los carritos por puesto y las busetas; su vestimenta eran batolas de telas económicas, hechura de costureras, calzaba sandalias de trajín diario, de esa manera andaba por las calles de Caracas y asistía a las reuniones. Era una mujer esbelta, que caminaba a paso firme, erguida. Argelia era símbolo y presencia de la dignidad cuando andaba a pie por las calles de cualquier lugar.

La Maestra

Renée, nos cuenta: “Desde pequeña Argelia demostró interés por adquirir conocimientos y respeto por la naturaleza, cualidades estas que conservó hasta su muerte. Su salud no fue muy buena en la infancia, creímos que se moriría; sus problemas de salud determinaron que los médicos aconsejasen no fuese inscrita en la escuela a la edad correspondiente tal como había sucedido con mis hermanos, pero Argelia aprendió a leer sola en casa con unas historietas que tenía mi hermano, especialmente una que le gustaba mucho: “El Gato Félix”. Cuando pudo ir a la escuela destacó durante todos los grados como la mejor del grupo” (Fuente: Mi hermana Argelia. Palabra de Mujer)

Continúa, Renée, contándonos: “Argelia me enseño que el talento por sí solo no basta para prepararse ni para los exámenes ni para la vida. Además me enseño a estudiar. Recuerdo que cuando estábamos en 6º grado y se acercaban los exámenes finales, yo estaba bastante aprensiva debido a lo que a mí me parecía un voluminoso material de historia que teníamos que conocer. Argelia se sentó a estudiar conmigo por horas y me ayudó a organizar el material, a seleccionar los puntos más importantes que deberíamos entonces analizar, entender y fijar. El método me ha servido para toda mi vida. Creo que fui su primera alumna. Pero no fui la primera de sus compañeras de clases que se benefició de su inteligencia y conocimientos. Con frecuencia ayudaba a sus otras compañeras a estudiar, era muy gregaria y, tal vez por eso hizo muchas amistades en la escuela. Recuerdo también que su capacidad de liderazgo y organización fueron obvios desde temprano. Siendo aún una adolescente llegó a ser la presidenta de la Sociedad de Jóvenes de la Iglesia Evangélica del Redentor, en Caracas, a cuya congregación pertenecíamos. Fue entonces cuando demostró por primera vez, que yo sepa, su preocupación por la justicia social y por la gente menos afortunada en la escala social. Ya en esa época Argelia era estudiante en la Escuela Normal de Maestros en Caracas” (Fuente: Mi hermana Argelia. Palabra de Mujer) .

El bolso con la enseñanza adentro

La persona que escribe esta crónica de hoy, recuerda que reunión o evento de mujeres feministas donde Argelia estuviera, ésta llevaba sobre sus hombros una cartera enorme, tipo bolso, color negro, en donde cargaba libros, escritos, folletos, de varias causas en las que hacía activismo o apoyaba. Todo el material escrito que cargaba en el bolso lo iba repartiendo entre las asistentes.

Como una buena parte del decenio 1990 Argelia estuvo en el Consejo Nacional de la Mujer (CONAMU), trabajando ad-honorem durante horas y horas con su presidenta María Guzmán en varios emprendimientos y tuvo más acceso a material de difusión sobre el tema mujeres, cambió el bolso por una maleta pequeña, con rueditas, donde le cabía más material a compartir con las compañeras feministas.

Pero también nos pedía material nuestro: “¿Me trajiste Palabra de Mujer”? “Las que ustedes publicaron sobre Beijing las fotocopié y se las envié a las compañeras de Cumaná”. Recordamos en este momento algunas de sus llamadas telefónicas a casa, tarde en la noche: “Mira, dile a la esposa del gobernador de Trujillo que ayer el CONAMU le entregó a su marido la carpeta con todo lo que hay que hacer para que ustedes allá creen su consejo de la mujer”. Y esta otra llamada: “Vámonos para San Cristóbal para un encuentro con compañeras colombianas que viven en la frontera y tienen muchos problemas“. Allí estuvimos con Argelia y su maleta con rueditas, un pequeño grupo de feministas venezolanas.

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